Redacción El País
La lluvia comenzó a caer copiosa, incesante, en la noche del miércoles en Melo, Cerro Largo. A esa hora, la población no sabía que estaba a punto de atravesar una de las mayores inundaciones de las últimas décadas en la región.
El estadio Eleuterio Ubilla se llenaría de agua, quedando el césped como una piscina. Las calles se verían tapadas de agua, haciendo imposible la circulación a pie, en moto y en la mayoría de los vehículos.
La tormenta se mantuvo en la madrugada y en la mañana del jueves. Para la tarde, el arroyo Conventos se desbordó tanto que forzó la autoevacuación de 200 familias melenses y, también, a unas seis personas que se alojaron provisoriamente en el gimnasio municipal.
Lo mismo ocurrió en la ciudad de Río Branco, más al sureste del departamento, donde 22 habitantes tuvieron que alojarse en el gimnasio municipal a la espera de que el agua baje.
“Fue impresionante cómo entró de golpe el agua, por arriba de la rodilla”, contó a El País Ana Inés Lemos, una de las vecinas que tuvo que refugiarse en el gimnasio de Melo.
Y es que, a pesar de que la lluvia no paró en toda la jornada del jueves, fue recién sobre las 17 horas que los vecinos advirtieron la magnitud de la inundación. El agua comenzó a correr por las calles y entró a las viviendas “de sopetón”.
La inundación alcanzó la cama de Lemos. También los roperos. La mujer, que vive sola, atinó a calzarse unas botas de goma y salir, donde vio que el panorama era aún peor. Seguía lloviendo y el agua le llegaba a las rodillas. El asfalto ni siquiera se veía.
Fue allí que la encontró Alejandra Rivero, la encargada del Centro Coordinador de Emergencias Departamentales de Cerro Largo, que había salido a recorrer las calles -en camioneta- en busca de alguna persona que pudiera precisar auxilio.
Tras pasar la noche del jueves en el gimnasio municipal, Lemos volvió al mediodía siguiente a su casa, cerca del puente carretero sobre el arroyo que se desbordó.
“Estoy muy nerviosa porque está todo mojado. Tengo que ver todavía qué se dañó y qué no”, dijo a El País, por teléfono, mientras revisaba cada rincón de la vivienda, después de que el agua amainara.
Las inundaciones en Cerro Largo son una rareza. “El último registro es de 1998 y después de eso no habíamos tenido nada similar. A la gente le sorprendió la rapidez. Muchas instituciones trabajaron durante la noche sacando gente, ayudando a auto-evacuarse. Fue una situación bien compleja porque fue en varios puntos a la vez”, contó Rivero.
Encima, los pronósticos meteorológicos indicaban que caería bastante menos lluvias de la que finalmente cayó, por más que el Instituto Uruguayo de Meteorología alertó que el noroeste del país sería la región más afectada por las intensas precipitaciones que se avecinaban.
Rescates
Cuando ocurrió la última gran inundación en Melo, en 1998, Bruno Diez Ubilla ni siquiera había nacido.
Pero este jueves de tarde, se encontró levantando de apuro los pisos de goma, las mancuernas y otros objetos del gimnasio Auge. “Fue impactante porque el agua fue subiendo, subiendo, subiendo y en una hora y media subió de golpe hasta entrar por la puerta”, recordó Diez Ubilla.
Por suerte, dijo, no tuvo que lamentar pérdidas materiales. Pero sí una interrupción de las actividades mientras reacondicionan el comercio.
En uno de los videos que filmó, se ve cómo el caudal de agua corre velozmente por la calle Justino Muniz. En algunas zonas de la ciudad, los cuerpos de rescate debieron desplazarse en botes para asegurarse de que nadie precisara ser rescatado.
Aun así, hubo quienes pretendieron continuar la marcha en sus propios vehículos, aunque fracasaron estrepitosamente. Diez Ubilla contó que, en un lapso breve, vio cómo un auto se quedó atascado en medio del agua, cuando el agua llegaba prácticamente a la altura del capó.
Sin embargo, el barrio Soñora fue uno de los más afectados: unos 1.500 vecinos quedaron aislados del centro de Melo.
También los alrededores del Estadio Ubilla, el Barrio García, San Antonio y Progreso se vieron perjudicados.
Rivero agregó que la ruta 8, rumbo a Aceguá, “se cortó en dos tramos y más o menos en hora y media desbordó a una velocidad impresionante”. Las personas que se autoevacuaron se dirigieron a casas de familiares y amigos que viven en zonas más altas de la ciudad. En tanto, las denuncias recibidas son “incontables”, por lo que se seguirá trabajando en dar asistencia. Aunque el taller municipal, donde se encontraban materiales para ayudar a los vecinos, quedó bajo agua.
Afortunadamente, de momento, no hubo personas heridas o fallecidas.
Rivero: "Hay gente que perdió todo"
Más allá de que no hubo que lamentar muertes, sí hubo familias que se quedaron sin nada: el agua se llevó sus pertenencias.
“Trabajamos con el Ejército, Bomberos y vecinos que ayudaron con botes propios para hacer los traslados. Hubo lugares a donde todavía no hemos podido ingresar porque la corriente era muy fuerte. Sabemos que en esas zonas viven unas 15 o 20 familias que pudieron escapar a tiempo. Lamentablemente hay gente que perdió todo”, expresó Rivero. El Ejército Nacional informó que desde la noche del jueves, más de 30 efectivos ayudaron a evacuar a numerosas familias junto a sus pertenencias y animales.
A partir de los pronósticos de lluvias, el Centro Coordinador de Emergencias Departamentales acopió material de trabajo, pero no calculó que fuera tan rápido el desborde. Videos que circularon en redes sociales, y otros cedidos a El País, muestran la dramática situación de Melo, Río Branco y alrededores.