El mono tití es el primate más diminuto del planeta. Su cuerpo mide entre 14 y 16 centímetros y no supera los 140 gramos. Cabe en la palma de la mano. Tiene el tamaño de una tableta de chocolate. Una rata común tiene un peso promedio de 200 gramos y una paloma gris puede llegar a pesar 360 gramos, más del doble que el tití. Fue la cola de esta especie de simio, de rayas blancas y negras y con una longitud de 20 centímetros, lo que permitió que un vecino de La Unión se diera cuenta de que lo que había en un árbol era un mono y no un roedor o un pájaro.
Hace más de dos semanas que los uruguayos aguardan expectantes a lo que sucede con el mono “Chiribín”, como lo bautizaron los vecinos. El animal apareció en la zona de Mercado Modelo y recorrió Villa Española y La Unión saltando por los tejados, resguardándose en chimeneas y jugando entre las ramas de los árboles que continúan tupidos a pesar del invierno.
Cada vez que el mono tití asoma su cabeza desde lo alto de la copa de un árbol, todo el que lo identifica frena en seco. Los vecinos miran hacia arriba y apuntan con el dedo índice para que otros también se acerquen a verlo. La mayoría saca su celular para filmar el preciado encuentro y, frente a la aglomeración de personas, comienza el revuelo. Se trata de la celebridad del barrio.
Algunas personas alzan sus brazos para atraparlo, otros le ofrecen comida y se oyen los chasquidos de la gente que intenta simular el ruido del simio para así ganar su simpatía. Pero él continúa balanceándose campante. Chiribín es la comidilla del barrio, su nombre se repite en kioscos, panaderías, carnicerías, y peluquerías de la Unión.
Hace más de dos semanas que los jerarcas del Ministerio de Ambiente intentan atraparlo, hasta ahora sin éxito. No pueden utilizar el rifle de dardos porque, dado el tamaño del animal, lo matarían; tampoco sería posible capturarlo con una calderín por su destreza para esconderse entre las ramas de los árboles.
Se decidió, entonces, colocar una jaula con comida en el árbol donde el mono tití decidió instalarse en la última semana. Se trata de un gomero de unos siete metros de altura con grandes hojas verdes ovaladas que representan el refugio perfecto para un animal oriundo de los bosques tropicales de Brasil, Colombia, Ecuador y Perú. Los funcionarios de la cartera pusieron comida en la típica jaula que al caer en la trampa se cierra, pero los vecinos están alimentando al mono hace días, por lo que el hambre de la criatura no jugó a favor de la estrategia de captura.
Sin embargo, la encargada del Área de Fauna del ministerio, Carmen Leizagoyen, dijo a El País que no se darán por vencidos: “Cada vez que nos avisen que ven al animal, se va a hacer el intento de capturarlo”.
El miércoles pasado un cliente entró a una panadería ubicada en Larravide y le dijo a la empleada del local, que es conocida suya, que había visto al mono en su casa. “Salí corriendo para allá. El mono se metió adentro de la chimenea del parrillero y mi perro se puso como loco porque pensó que era un gato”, contó la mujer. El animal estuvo un rato mirando por unos agujeros de la chimenea y luego siguió su trayecto brincando entre alero y alero.
-Espero que no le pase nada -dijo la panadera.
-Sí, estamos deseando que lo pongan en su hábitat -la interrumpió su madre con pena.
-¿Es chiquitito? -le preguntó el cuidacoches de la cuadra, que entró a comprar unos bizcochos.
-Sí, con una cola larga. Es divino, yo lo adopto, no tengo problema -le contestó.
-No puedo creer que un país entero no pueda agarrar a un monito. El mono se nos ríe en la cara -dijo la madre.
-De bobo no tiene un pelo -acotó un hombre que entró a vender productos de belleza.
-No lo van a poder agarrar y algún uruguayo garronero que esté desesperado por los 50.000 pesos lo va a terminar matando -reprochó la panadera.
-No, Victoria, hay que preservarlo. Lo deberían llevar al Parque Talice que está lleno de monitos -le contestó su madre.
Se corrió la voz de que la supuesta dueña del mono, que lo habría ingresado al país de contrabando, estaría pidiendo una recompensa de entre 30.000 y 50.000, e incluso algunos vecinos creen que el propio ministerio les otorgaría una suma de dinero si atrapan al animal. Esto generó que la semana pasada un grupo de jóvenes fuera hasta el gomero, ubicado dentro de un estacionamiento pago, y comenzara a tirarle piedritas al mono. El clima se puso aún más tenso cuando algunos vecinos pensaron en llevar chumberas.
Carlos Casella, dueño del estacionamiento, en donde además tiene tu casa, decidió ir hasta la seccional N° 15 para realizar la denuncia, pero no se la pudieron tomar porque los jóvenes no ingresaron a su propiedad sino que intentaban cazarlo desde la vereda.
Muchas personas que caminan por la transitada Avenida 8 de Octubre ingresan a la seccional para avisarles a los policías que vieron al mono en tal o cual esquina. En más de una ocasión decidieron enviar móviles para ayudar al Ministerio de Ambiente, aunque advierten que en realidad esa no es su tarea. “Se nos escapan mil chorros y vamos a ponernos a perseguir a un mono”, ironizó un policía que prefirió no ser identificado.
Chiribín es “un inquilino más” para la familia Casella. Alrededor del gomero se hallan pedazos de banana, cáscaras de naranja y galletas saladas que Carlos le dio al mono para que se sienta a gusto en casa. Según el hombre, el tití incluso se tomó el atrevimiento de tirarle cáscaras de naranja a sus dos perros para que dejaran de ladrar. Pero estos no son los únicos animales a los que se enfrentó el simio.
Tuvo la mala idea de refugiarse en un nido de benteveos y comerse los huevos, lo que desencadenó que fuera perseguido por los pájaros que querían vengarse a toda costa. Los vecinos también han visto al mono tití corriendo a toda velocidad por los cables de luz para no ser comido por los gatos que lo ven como una rata.
Leizagoyen está preocupada por las bajas temperaturas de Uruguay, que atentan contra la vida del pequeño mono. La idea es poder capturarlo y así llevarlo a una reserva natural en Durazno, con el único objetivo de preservar la biodiversidad mundial. Pero hasta ahora sigue suelto por Montevideo.
Tráfico de animales genera US$ 23 millones
El tráfico de animales salvajes es un negocio millonario en el mundo, que le pisa los talones al narcotráfico. La caza y venta de animales, vivos o muertos, mueve hasta US$ 23 millones al año, según los últimos datos de Traffic, una ONG internacional que se ocupa de la preservación de la biodiversidad.
El 80% del comercio ilegal corresponde a marfil, cuernos de rinoceronte, reptiles, aves, pangolines (animal demandado en países asiáticos), otros mamíferos y algunas especies marinas.
La referente del área de Fauna del Ministerio de Ambiente detalló que en Uruguay se continúan vendiendo ilegalmente monos tití traídos por contrabando desde Brasil. “Basta con entrar a las redes sociales para ver que se venden monos”, dijo Leizagoyen a El País. De todos modos, la circulación de monos ha disminuido en los últimos 20 y 30 años. En ese entonces, según vecinos consultados, mucha gente tenía monos como mascota.
El hecho de que el mono tití esté suelto en Montevideo le preocupa a la cartera por la propia vida del animal, que está lejos de su hábitat natural y puede morir en cualquier momento por frío o tras ser cazado por personas u otro animal.
Pero también entra en juego el tema de las enfermedades, dado que el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes son zoonóticas, como la gripe aviar, el ébola y el SARS.
Alterar el ecosistema es como jugar al jenga, apuntó Leizagoyen, “si se saca una pieza se derrumba todo”. Además, los animales que se usan para el contrabando son capturados de forma muy violenta y se transportan en condiciones de hacinamiento.