Redacción El País
La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, respondió a las críticas de organizaciones de usuarios de bicicletas, que tras el anuncio de la creación de una ciclovía que atravesará Cordón y el Centro por 18 de Julio y San José, indicaron que no será segura y que es una acción aislada, no atada a otras para promover la movilidad activa.
“No han leído los documentos”, lanzó Cosse en una rueda de prensa este lunes, y luego señaló que difundirá mayor información con “imágenes más ampliadas para que se entienda bien”. “Se ve que en la presentación que dimos la imagen no se entendió, pero nosotros hicimos algo pensando en la seguridad de las personas”, apuntó.
“Es una ciclovía segregada, o sea que no es que tiene una baldosita al lado, tiene separadores”, dijo respecto a la seguridad de los ciclistas.
Luego añadió que “es un gran avance para la movilidad activa, para la salud”, y que “es parte de acciones integrales sobre 18 de Julio”. “Recién terminamos de arbolar completamente”, agregó.
Por otro lado, fue consultada sobre las críticas provenientes del Partido Nacional, cuyos ediles se posicionaron en contra de construir una ciclovía, y respondió: “A mí ya nada me sorprende”.
Los colectivos de ciclistas se han manifestado en redes sociales de diversas formas, pero básicamente coinciden en dos aspectos: la ciclovía es necesaria, pero debe estar separada del resto de la calle para brindar más seguridad y estar enmarcada en un plan integral de movilidad sostenible, y por tanto acompañada de otras acciones tendientes a disminuir el tránsito motorizado individual.
El colectivo Ciudad Abierta, uno de los convocados por la Intendencia de Montevideo (IMM) en la etapa previa al anuncio para conocer su opinión, redactó un documento en el que contó cómo fue ese intercambio y qué se tomó en cuenta de sus planteos, y qué no.
Ciudad Abierta cita una de las principales investigaciones que se ha realizado sobre el tema, liderada por el arquitecto y urbanista danés Jan Gehl en cooperación con la IMM y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El estudio, referido a la Avenida 18 de Julio y realizado en 2015, indica que el 57% de la gente que se mueve por la principal avenida de Montevideo lo hace en ómnibus, el 30% caminando, el 8% en autos particulares y el 4% en taxis. No obstante, el espacio ocupado por los ómnibus en la avenida es del 33%, el de los peatones 17%, el de los autos 27% y el de los taxis 10%. Los ciclistas, en cambio, representan el 0,3% del reparto modal en la avenida y ocupan el 1%.
El estudio ya reflejaba “un fuerte desequilibrio entre los usos y el espacio abocado a cada modo de transporte”, ya que los coches particulares “desplazan solo el 8% de las personas que se mueven por la avenida pero ocupan un tercio de su espacio”, y contrariamente los ómnibus “desplazan dos tercios de las personas pero cuentan solo con un tercio del espacio”. Con respecto a las bicicletas, el estudio indica que “el número de ciclistas que se desplazan por la avenida es muy bajo”, lo que se debe en parte a la “falta de espacio y la congestión de los flujos de los vehículos motorizados”.
Para Ciudad Abierta, “urge revisar que los autos puedan seguir circulando por 18 de Julio”. Pero más allá de ese aspecto, señalan que objetivo de una ciclovía debe ser que su diseño “atraiga nuevos usuarios”, pero el que se plantea, “en el medio de la avenida, angosta, sin separación física firme”, posiblemente “mejore las condiciones para quienes ya se desplazan en bicicleta por el Centro” pero “difícilmente atraiga nuevos usuarios”.
Si bien la ubicación en la mitad de la calle “tiene algunas ventajas” como que “evita interferencia con paradas de bus”, “evita conflictos con los vehículos que doblan en las esquinas” y “es más difícil que sea invadida por otros usuarios (peatones, autos, camionetas de reparto”, también “tiene desventajas importantes” como una “mayor exposición al ruido y contaminación del tráfico” y “menos sombra”, “mayor cercanía al tráfico de alta velocidad y menor sensación de seguridad, por lo que difícilmente resulte atractivo para personas que hoy tienen miedo de moverse en bicicleta”.
Pero además, el colectivo entiende que la ciclovía será muy fina, ya que en el ancho que habitualmente se da para un carril de autos se pretende que esté la doble vía de las bicicletas. “Los estándares de diseño indican un ancho mínimo de 2,50 metros por dirección, para que se pueda ir de a dos y que se pueda adelantar”, indicaron. Y esto debido a que “a diferencia de lo que ocurre con los autos, en las bicis, por la tracción humana, distintas personas se mueven a velocidades muy diferentes, por lo que el espacio para adelantar es importante”. De lo contrario, dice el documento, “los usuarios más rápidos optarán por moverse por fuera de la ciclovía”.
La economista especializada en la materia e integrante de Ciudad Abierta, Ana Inés Morató, dijo a El País que la ciclovía “es una paso en una dirección correcta” pero desde la IMM “se define hacerlo sin cambiar demasiado el resto de la avenida”, pese a los estudios que indican esa necesidad.
“Es un buen primer paso”, dijo Morató, aunque “debería acompañarse” de otros para tener “una 18 de Julio totalmente distinta, que priorice el transporte público, la caminata y la bicicleta y que sea un lugar más agradable”.
Pedro Brito del Pino, encargado del Musimóvil y organizador de la Masa Crítica, que hace recorridas por la ciudad reclamando infraestructura para las bicicletas, dijo a El País que este proyecto de ciclovía “no es algo nuevo” porque anteriores administraciones, como la de Daniel Martínez, tuvieron planes similares, incluso algunos “mucho más ambiciosos”. El presentado recientemente, manifestó, “es un proyecto súper descafeinado” pero va en línea con lo que reclaman “desde tiempo inmemoriales para propiciar una movilidad limpia y amistosa con el medio ambiente, para una Montevideo realmente verde”.
Del Pino lamentó que “parecería ser que la IMM hace todo al tun tun, sin tener un programa concreto”, y lo que quieren las organizaciones es “que haya una continuidad de políticas y una contundencia de las mismas, que realmente se diga que quieren promover otros tipos de movilidad más sostenibles”.
Con respecto a la seguridad de la ciclovía en concreto, dijo que “es un poco más segura” que la situación actual porque “es mejor que andar entre los ómnibus, los taxis y los autos haciendo zigzag”, pero “es angosta y la separación es subóptima”, por lo que entiende que no invita “a nuevos usuarios”.
En tanto, el médico experto en seguridad vial Manuel Da Fonte dijo en diálogo con Subrayado que este proyecto “no cumple con los criterios de una ciclovía segregada”, tal como indicó la intendenta, porque “poner pintura, unos bolardos flexibles y unos cordoncitos pequeños no es un criterio de segregación para una ciclovía”.
A su entender, es necesario que la vía para ciclistas sea “sobre uno de los lados de la calle" y no por el medio, “y segregado quiere decir separado”, por ejemplo con “estructuras de mayor porte” como separadores de hormigón o canteros con plantas.
Señaló que “los ómnibus, que son vehículos de 20 o 30 toneladas, de tres metros de altura, con muchas áreas ciegas para conductores que no ven lo que pasa a su alrededor, pasan a 20 centímetros de los ciclistas”. “Si uno quiere incentivar el uso de la bicicleta, debe construir una infraestructura segura”, sentenció.
Por otro lado, el ministro de Transporte y Obras Públicas, José Luis Falero, dijo este martes en el programa Arriba Gente (Canal 10), que le llamó la atención el anuncio de la IMM porque para 18 de Julio hay un proyecto de iniciativa privada para construir un tranvía. De todas formas, dijo que “está bien” poner atención en los ciclistas, “muy razonable porque en todas partes del mundo se da”.
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