INFORME
Esa percepción crece al 83% entre los directores de los centros educativos más desfavorecidos, según el Ineed.
El 62% de los directores de escuelasperciben como “probable” o “muy probable” que ocurran robos cerca de las instituciones, según advierte un informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed).
Pero, mientras en las instituciones de práctica -que son las escuelas públicas que concentran más hijos de profesionales-, menos del 40% de los directores percibe como “probable” o “muy probable” que haya robos, en las escuelas Aprender -que es la sigla de Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas y concentran a las poblaciones más desfavorables- esa posibilidad asciende a casi el 83%.
La brecha es todavía más grande cuando se les pregunta a los directores por la posibilidad de que ocurran agresiones en las que alguien resulte gravemente herido o muerto. En los contextos más favorables menos del 5% lo estima probable o muy probable, mientras que se acerca al 64% en las escuelas de tipo Aprender.
En este sentido, el informe del Ineed muestra una gradualidad en la percepción de inseguridad que se distingue según el tipo de escuela en la que ejerce el director (y el contexto en la que está inmersa la institución).
En los colegios privados, en las escuelas de práctica y en las escuelas urbanas comunes es donde los directores observan menos chances de que ocurran robos, peleas entre vecinos, trifulcas con armas y hasta actos de vandalismo. En el extremo opuesto están las escuelas de tipo Aprender y, en menor medida, las de tiempo completo.
División
La segregación, advierte el Ineed en su último informe sobre los datos de las pruebas Aristas en Primaria, no disminuyó y en algunos tipos de escuelas se acrecentó. Las escuelas “para pobres”, como dice el estigma sobre las escuelas Aprender, se hicieron “más pobres”. En las pruebas del año 2017, el 58% de las escuelas Aprender eran de contextos muy desfavorables y el 27% de desfavorables. En 2020 -primer año de la pandemia mediante- el contexto muy desfavorable trepó al 62% y el desfavorable al 34%.
Esta es una evolución que, según el Ineed, escapa a los gobiernos de turno y viene observándose al menos desde 2013 de manera consecutiva.
Para Javier Lasida, director del Ineed, este es el resultado de “la inercia de un sistema que mantuvo la homogeneidad como un criterio positivo y objetivo de la política educativa, pero que atiende mal la diversidad”. Según el jerarca, “en el mundo, y también en Uruguay, las buenas prácticas son las que reconocen y atienden la diversidad poblacional”.
Según Lasida hay un ejemplo paradigmático: “El sistema les da más recursos a los centros educativos más favorables porque, cuando distribuye a sus docentes, la política de asignación de cargos privilegia que quienes tienen mayor grado (y por tanto ganan más) se concentren en las zonas de la costa sureste”.
En esta línea, el Ineed había reportado que “la segregación creciente en inicial y primaria está relacionada con la forma de asignación de los estudiantes a los centros y, en última instancia, con una creciente segregación territorial. En estos niveles educativos hay más oferta concentrada en menos territorio, por lo que es más probable que los niños y niñas asistan a centros cercanos a su lugar de residencia”.
A eso se le suma, según Lasida, “la falta de autonomía de los centros educativos para romper con esa homogeneidad impuesta y así atender la diversidad”. En eso -al menos en teoría- se basa la transformación educativa que busca canalizar la actual Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
“La literatura científica evidencia que cuando la escuela es más diversa, a los niños, sobre todo a los pobres, les va mejor. En el caso uruguayo, como la segregación es antes barrial que escolar, termina ocurriendo que los niños no interactúan con pares de otros contextos en casi ninguna actividad”, había explicado a El País la socióloga uruguaya María José Álvarez, profesora de la Universidad de los Andes, en Colombia, y una de las referentes en los estudios recientes sobre desigualdad.
Armas
El pasado noviembre, un alumno de 11 años llevó un revólver a clase. Fue en una escuela de contexto muy desfavorable en el Cerro. Menos de un mes después, otro estudiante cargó en su mochila un arma de fuego y una cuchilla. Fue en una escuela de Parque del Plata de contexto favorable.
Las posibilidades de que ocurran peleas, robos o trifulcas cerca de las escuelas parecen tener una clara relación con el entorno, aunque ninguno de los contextos está excento de violencia. Al menos esa es la percepción de los directores.
Un ejemplo notorio se da en la percepción de que ocurran peleas con armas. Mientras en las escuelas Aprender (de contextos muy desfavorables) el 68% piensa que es “probable” o “muy probable” que acontezcan peleas de este tipo, en las escuelas privadas el 84% los ve improbable y en las escuelas de práctica el 91%.
Esta distancia es muy similar a la observada ante las chances de que haya un lesionado grave o un muerto por agresiones en la zona.
“También se presentan diferencias según región: las percepciones de un entorno barrial con mayor probabilidad de que acontezcan actos de vandalismo, peleas con armas, agresiones en las que alguien resulta gravemente herido o muerto y robos son mayores en Montevideo que en resto del país”, concluye el informe del Ineed.
Programas con foco padecieron la pandemia
Una de las estrategias que ha seguido Primaria para atender la diversidad de los centros educativos es la implementación de programas focalizados. En ese sentido, el último informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) muestra que las escuelas de contextos más desfavorables son las que tienen más programas específicos: 2,8% tiene más de 10 programas focalizados, el 30,3% tiene entre siete y nueve programas, el 61,9% entre cuatro y seis; y el resto cuenta con al menos uno y hasta tres. La pandemia del covid-19 que, entre otras consecuencias, limitó la cantidad de días de clases presenciales, paralizó en parte algunos de estos programas focalizados. Según el Ineed, los campamentos educativos, los laboratorios digitales de Ceibal y el programa de salud bucal fueron los programas que se vieron más afectados: dado que en muchos centros educativos no hubo siquiera una adaptación y directamente no se implementaron. Por ejemplo: en casi un tercio de las escuelas que eran parte del programa de salud bucal, en 2020 no se implementó el proyecto.