En los próximos días el Directorio del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) analizará un plan que refuerza la supervisión y control de los 482 Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF). Estos centros que forman parte de una política iniciada en el año 1998, son gestionados por organizaciones sociales y atienden a niños de 0 a 3 años de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
En 2022 estas organizaciones recibieron transferencias por casi 5.000 millones de pesos (US$ 12,5 millones) sin que sobre ellas se realizaran controles eficientes que garantizaran el uso apropiado de esos fondos, según constató un muy crítico informe de la Auditoría Interna de la Nación dado a conocer en noviembre de 2023. La auditoría señaló que uno de cada tres CAIF presenta “ausencia o debilidades en alguno de los pilares del control” por lo que “el proceso de determinación y liquidación de las subvenciones no brinda garantías suficientes de que se esté transfiriendo en función de las necesidades reales de los centros”. Y agregó que se corre el riesgo de que exista un “uso y/o apropiación indebida de los fondos públicos por parte de las Organizaciones de la Sociedad Civil en desmedro de la atención a los niños, niñas”.
El expresidente del INAU, Pablo Abdala, creó una comisión para analizar el informe de la auditoría y presentar una propuesta para subsanar las duras observaciones. El actual presidente de la Institución, Guillermo Fossati, quien asumió el 1º de diciembre con esta situación ya instalada, dijo a El País que la comisión elevó una propuesta para extremar la supervisión y controles sobre los 482 CAIF. Dicho informe será sometido a consideración del Directorio en próximos días.
Inasistencias
Fossati sostuvo que los controles deben mejorar “sustancialmente”. Consideró que, a su entender, un aspecto clave es el registro de inasistencias. Las organizaciones sociales reciben la transferencia económica en función del cupo destinado a niños que figura en el convenio con el INAU, pero en gran parte de los centros no se lleva un registro claro y fiel sobre la real asistencia de niños y eso compromete el resultado de la política pública. “Hay que poner allí el esfuerzo porque puede haber una distancia entre los cupos que figuran en los convenios y la realidad de las asistencias. Y en esto se juega el partido, de esto depende que la política tenga los resultados que esperamos. Allí vamos a poner el esfuerzo”, adelantó Fossati.
El cálculo mensual de la subvención que recibe cada centro se realiza automáticamente a través de una plataforma que cruza la información de la cantidad de niños convenidos, contra los vinculados al proyecto por las organizaciones sociales.
Según la auditoría “esto determina un rol primordial de las organizaciones sociales en la definición del monto que reciben, estando el control de la veracidad de su declaración en las constataciones que realicen los supervisores en las visitas a los mismos”. Pero la ausencia de supervisores hizo que 132 centros recibieran entre enero y mayo de 2023 un total de 92.297.430 sin el cruzamiento de información necesario.
Más controles
El nuevo plan de contralor también implica aumentar el número de supervisores que al día de hoy asciende a 34 en territorio sin que muchos de ellos cuenten con la idoneidad necesaria para el trabajo que realizan. Además, se tenderá a estandarizar sus informes y mejorar la tecnología que utilizan para acceder a toda la información necesaria en tiempo real.
Fossati entiende que también se debe hacer un esfuerzo para controlar la gestión financiera y el manejo eficiente de los recursos disponibles. “Es necesario revisar todo el proceso de las liquidaciones para determinar lo que se ingresa en el sistema, los cupos, las asistencias y el pago”, señaló.
El presidente del INAU también se refirió a la necesidad de simplificar los procesos para la apertura de centros sin que eso implique resignar los estándares de calidad. “De hecho tenemos que también definir determinados parámetros de calidad mínima de gestión, apuntar a una significativa mejora de la documentación técnica e iniciar un proceso de digitalización de la documentación administrativa”, indicó.
“También debemos determinar si la cantidad y capacidad de los recursos humanos es la correcta. Para ello proponemos un fortalecimiento de las capacitaciones para ese personal que trata con niños en situación de vulnerabilidad y pobreza en un momento de su vida que es determinante para su futuro”, sostuvo Fossati.
El presidente del INAU, Guillermo Fossati, destacó el rol social que cumplen los CAIF para atender a niños de 0 a 36 meses. “Es una política que tiene 35 años, es muy prestigiosa y con mucho arraigo social. La institución tiene 5.200 funcionarios, es una estructura organizacional compleja, con inercias de mucho tiempo y repetición de mecanismos que requieren innovación. Yo estoy ingresando en la última etapa de esta gestión y voy a aportar desde mi lugar para dejar una hoja de ruta, un camino a recorrer para que la gestión sea más eficiente y la política pública cumpla con su cometido”, sostuvo el jerarca.