Agencia AFP
Muchas personas se acercan a observar el estado del embalse en Paso Severino sobre el río Santa Lucía Chico, ubicado a unos 90 kilómetros al norte de Montevideo y que abastece a la capital y alrededores, donde viven unos 1,8 millones de personas.
El agua represada no sólo ya no escurre sobre el gris hormigón del vertedero, sino que está varios metros por debajo. Y el caudal controlado que fluye hacia la usina potabilizadora, situada 35 kilómetros río abajo, apenas salpica las rocas enfrente.
Una placa recuerda la fecha de inauguración de la represa: 30 de octubre de 1987. Fue entonces que se anegaron los terrenos aledaños. Hoy el descenso de las aguas es tan pronunciado que aparecieron puentes sumergidos desde más de tres décadas.
A sus 60 años, José Luis Deniz se acuerda muy bien de cuando cruzaba el Viejo Puente Severino en bicicleta. “Desapareció con el embalse, quedó literalmente cubierto”, contó a la AFP.
El esqueleto oxidado reapareció en medio de un paisaje apocalíptico. Donde antes había agua ahora hay barro agrietado. Los caracoles blancos incrustados en el lodo seco brillan bajo el sol del mediodía.
Sequia ‼️ Tremenda imagen desde un dron del Embalse de Paso Severino, Florida, #Uruguay🇺🇾 en 2021 en condiciones normales y ahora 2023
— Meteorología Estación bcp (@Estacion_bcp) July 2, 2023
Via Daniel Stonek pic.twitter.com/8KEfpM0oPl
El embalse de Paso Severino tenía una superficie de 1.487 hectáreas cuando la represa funcionaba por encima de su cota de 36 metros, según datos de OSE.
Hubo sequías antes, pero ninguna como esta, asegura Julio Sánchez, un productor rural retirado de 78 años, que integra un grupo de historiadores locales.
“Hoy pasé por Canelón Grande y realmente eso asusta”, dice sobre el embalse cercano, que aportaba agua para Montevideo y que se agotó en marzo. “Toda la sociedad tiene que tomar conciencia de que estamos ante un problema tremendo”.