El año pasado fueron detectadas en Uruguay un total de 7.473 situaciones de violencia contra niños y adolescentes. Las cifras frías indican que fueron 20 casos cada día de 2022. También que 1.643 correspondieron a nuevas situaciones ingresadas al sistema. Respecto a 2021 hubo un incremento de 6%, similar a lo que se observaba en los años previos a la pandemia.

Un tercio de las situaciones registradas en 2022 refieren a casos de maltrato emocional, seguidos por casos de negligencia (24%); abuso sexual (20%); maltrato físico (17%) y explotación sexual (3%).

Así lo indicó un informe divulgado este martes por el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav). Según el análisis, en el 40% de los casos la persona agresora resulto el ser el padre. En el 24% fue la madre. En nueve de cada diez casos los agresores fueron familiares directos o integrantes del núcleo de convivencia de las víctimas. La mitad de los agresores tenían entre 30 y 40 años. Las familias monoparentales representan el 39% del total de casos.

En el 30% de los casos de abuso sexual, la persona agresora es otro familiar (que no es la madre ni el padre). En el 52% de los casos de explotación sexual la persona agresora es otra persona que no pertenece al núcleo familiar. En cuanto al maltrato emocional, en el 48% de los casos la persona agresora fue el padre y en los de maltrato físico representó el 44% de los casos.

Los casos registrados vienen en un incremento constante año a año. En 2021 habían sido 7.035 casos. En 2019 fueron 4.774. En 2015 no llegaban a los 2.000 casos y en 2011, apenas superaron los 800. Según el informe eso no implica necesariamente que hayan aumentando este tipo de situaciones. Sí que, al aumentar la capacidad de registro, quedan en evidencia lo que antes, tal vez, quedaba bajo silencio.

Los casos de maltrato registrados el año pasado afectaron más a las niñas. Fueron el 55% del total. Ellas fueron más afectadas por casos de abuso sexual, en una relación de cuatro a uno. Además, en ocho de cada diez casos de explotación sexual las víctimas fueron niñas o adolescentes mujeres.

Se trata del único tipo de violencia que tiene a una persona ajena al núcleo familiar como principal agresora en más de la mitad de las situaciones registradas. No ocurre lo mismo con el abuso sexual. Aquí el 81% de los agresores fueron familiares.

En lo que respecta a las edades, aumenta el maltrato en la franja de entre 13 y 17 años y casi se equipara a la de 6 a 12 años, en la que tradicionalmente sucedían la mayoría de los casos. Hubo una disminución en la franja de cero a cinco años que, de todas formas, representó el 17% del total.

Por otra parte, en tres de cada cuatro situaciones los episodios de violencia fueron recurrentes. Solo en el 27% de los casos se trató de un episodio único. En casi nueve de cada diez registros, se trató de situaciones crónicas. Según el informe, solo uno de cada tres niños logran visualizar e identificar las situaciones de violencia y los daños que implican.

El presidente del INAU, Pablo Abdala, le dijo a El País que la mayor parte de las intervenciones llegan a a partir de casos constatados en la propia comunidad: una escuela, un centro CAIF, una policlínica.

Otra vía son las denuncias anónimas que llegan a través del 0800 - 5050 (Línea Azul), que el año pasado recibió 13.706 llamadas. De ese total, unos 3.519 casos derivaron en algún tipo de intervención.

Abdala anunció este martes la implementación de un sistema de cobro revertido (*5050) para que los llamados que se efectúen a esa línea desde teléfonos celulares pasen a ser - como sucede desde teléfonos fijos - gratuitos.