Sergio Álvarez, experto español en inteligencia artificial
Considera que los desarrollos están abocados a sustituir los trabajos humanos. Por eso, insta a cambiar la perspectiva y aboga que se cree tecnología sin perder puestos laborales. Dice que el fuego resultó mucho más peligroso.
Da definiciones básicas sobre la inteligencia artificial, responde a si es posible pensar en máquinas que tengan conciencia sobre sí mismas y si su desarrollo vertiginoso puede conducir al fin de la raza humana. Sergio Álvarez Teleña, uno de los principales referentes en la materia en Europa, dará una charla en la conferencia internacional organizada por la Fundación Astur y el Banco Interamericana de Desarrollo titulada: "Algoritmolandia – La Inteligencia Artificial como Oportunidad para un Desarrollo Inclusivo en América Latina".
—¿Qué es la inteligencia artificial?
—La forma en que actualmente se consigue algo de inteligencia es por aquel refrán que dice: "Más sabe el zorro por viejo que por zorro". Una forma muy interesante de conseguir inteligencia es a través de las simulaciones.
—¿Hay distintos tipos de inteligencia?
—Hay dos tipos: una la supervisada y la no supervisada. La supervisada es la que somos nosotros las que la entrenamos con ejemplos que nosotros conocemos. Y la no supervisada es mucho más abstracta: es dejar a la matemática que ella haga la función.
—En el fondo se trata de fórmulas matemáticas.
—Son fórmulas matemáticas que hasta la fecha no se podían hacer porque no había procesadores suficientemente baratos para poder hacerlo de una forma eficiente. Ya no solo que ahora las máquinas tienen más información que antes, sino que tienen más información que nosotros. Tienes un dron mirando desde el cielo lo que ocurre, otro mirando la temperatura y otro el aire. Ahora la máquina tiene muchos más inputs que el humano. La inteligencia artificial se ha podido desarrollar con la big data: se puede trabajar muchísimo con un gran volumen de datos.
—Es una etapa más de la evolución humana que para mucha gente significa un temor. ¿Es un miedo razonable o desmedido?
—Depende con quién hables. A algunos hay que decirles: "Oye, oye aligera que las máquinas vienen a por ti". Yo lo hago todo. A mí me toca el papel de relajar a alguna gente, que puede estar muy nerviosa, y a otros sacudirlos un poquito porque parece que no se enteran. Hay dos tipos de efectos en el trabajo con la inteligencia artificial y se puede distinguir mucho por la edad. Hay una que le da prácticamente igual, y es un manantial de oportunidades, que son los millenials: tienen nuevas habilidades y pueden acceder a nuevos puestos de trabajo que se estén creando. Por ejemplo, en la llamada ciencia de datos, que está muy de moda, hay mucho trabajo. Es para una generación o dos. Para otros está más obsoleto.
—¿Qué fue lo que creaste?
—Me preocupaba que las máquinas viniesen a por mi trabajo. En la parte de trading, donde yo trabajaba, está todo muy automatizado. Entonces, creé la máquina que me podía sustituir y le demostré a esa máquina que estaba mejor conmigo que sin mí, porque yo podía superar sus partes malas.
—¿Entonces se puede desde la inteligencia artificial compensar la cantidad de trabajos que ésta está causando?
—Es que creo que lo estamos enfocando súper mal. Porque estamos yendo por lo fácil y lo sencillo. Y lo sencillo para un científico de datos es sistematizar cosas (…) Lo que terminas teniendo son humanos aumentados: una forma de aprovechar el momento de la máquina para superar lo malo del humano. Eso genera que siempre se terminen quedando con la máquina y echando gente. O no siempre, pero al menos en porcentajes alarmantes. Este es el foco de la polémica. Estamos haciendo mal la innovación: estamos solo aumentando lo humano. Hay que hacer lo contrario: hay que asumir que quien trabaja es la máquina y el humano está ahí para aumentarla.
—¿La inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana?
—Creo que fue mucho más peligroso el fuego que la inteligencia artificial. Sí que creo que los que van a durar son las maquinas. Si seguimos la evolución: ¿por qué hemos sobrevivido nosotros y no los dinosaurios? Porque nosotros teníamos más posibilidades de supervivencia. Quizás lo que sobreviva de los humanos sean las máquinas, pero de ahí a que nos exterminen es difícil.
—Elon Musk dijo en una oportunidad que hay que regular la inteligencia artificial. ¿Cómo es posible regularla?
—Yo lo veo difícil. La parte preocupante aquí son los hackers. Cualquier cosa que regules mientras haya un hacker que lo pueda reventar, lo va a reventar. En esto hay mucho con criterio y creatividad. No creo que se pueda regular.
—¿Es posible pensar en máquinas que nos transmitan más sentimientos de lo que hoy en día están capacitadas?
—Lamentablemente sí. Solamente requiere de un proceso de entrenamiento de nuestra parte. Ahí seremos nosotros que nos acostumbremos. Sin más. De hecho, ya lo hacemos: dejamos la tele prendida porque significa un poco de compañía. Este es un paso más de la evolución. En vez de la tele, será Jaime. Y te contará un chiste porque te ve un poco mal. Van a ser tan a medida que nosotros nos vamos a acostumbrar. Me da un poco de pena porque no tengo claro cuánto va a limitar la comunicación entre humanos.
— ¿Y qué tan lejos estamos de que las máquinas tengan conciencia sobre sí mismas?
—Eso es lo que nos llevaría a la súper inteligencia, que fijen sus objetivos y todo eso. Ahí tenemos una restricción: para llegar a una súper máquina de estas necesitamos un súper humano que sea capaz de desarrollar ese código. Conozco gente buenísima y no conozco a nadie que sea capaz de eso. Conozco muy pocas empresas y gobiernos capaces de cubrirle el coste de oportunidad para crearlo. De momento, que tengas una persona suficientemente brillante para acercarse a algo así, va a tener un coste de oportunidad tan alto que en vez de dedicarse a esto querrá dedicarse a ganar dinero como lo hace el resto. La posibilidad la veo muy baja. Si realmente por casualidad se van juntando ciertas piezas que se vayan pegando una con otra para que se termine creando. Eso sí puede llegar a algo ocurrir.