SEGURO

Para entender la violencia de una explosión basta como ejemplo lo que ocurrió en una torre de nueve pisos ubicada al otro lado de la plaza Villa Biarritz.

“Del piso tercero hasta el penthouse se destruyeron todas las ventanas”, dijo ayer a El País un propietario de un apartamento, mientras cajas con vidrios rotos eran extraídas hacia la calle por funcionarios de limpieza.

La situación era mucho peor en el edificio que sufrió el estallido. La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, afirmó ayer que los vecinos no podrán ocupar la torre siniestrada. “Va a haber un diagnóstico desde el punto de vista edilicio”, expresó en rueda de prensa.

La jefa comunal dio instrucciones para que se limpiara la zona llena de restos de muebles, escombros y vidrios rotos.

Otros técnicos de la comuna señalaron que deberán tapiar las aberturas del edificio.

Un experto en daños edilicios señaló a El País que la reparación del edificio accidentado y de aquellos que sufrieron roturas de vidrios y daños estructurales oscilará entre US$ 2 millones y US$ 3 millones.

Pablo Benítez, vocero de Bomberos, dijo que el tiempo que llevará el trabajo en el edificio que registró la explosión es imposible de estimar, porque depende de muchos factores. Uno de ellos, dijo, es la estructura del edificio, “que permita el ingreso de los peritos con seguridad”. A eso se suma que durante la investigación pueden ir surgiendo elementos que, a su vez, deban ser indagados y eso eleve el tiempo de trabajo. “Esto puede llevar varias semanas o varios meses”, dijo Benítez.

El Club Biguá, que está en el parque Villa Biarritz frente al edificio en que se registró la explosión, sufrió la rotura de vidrios en sus salas de musculación. En ese momento, estaban llenas de gente, pero no hubo ningún herido, dijo a El País Marcelo Perillo, presidente de la institución.

La actividad en las canchas abiertas fue clausurada durante el día y parte de esas instalaciones se destinó a ser base para el trabajo de Bomberos, Policía e Intendencia.