REFUGIADOS
La propuesta fue presentada por el subsecretario de Ambiente, Gerardo Amarilla, quien tiene contactos con la ONG Shai Foundation a raíz de sus nexos cristianos.
Unos 150 afganos, en su mayoría conversos al cristianismo y que tuvieron que huir de su país ante el temor de una persecución religiosa luego de que los talibanes se hicieran del poder en Afganistán, aguardan en una nación europea a la espera de que Uruguay les dé cobijo.
Su llegada, que fue propuesta por la ONG británica y evangélica Shai Foundation, depende hoy de dos motivos: que la Cancillería reciba un listado formal de la solicitud -incluyendo los perfiles de las personas involucradas a efectos de que su acogida sea con éxito- y de que otras ONG cristianas, con sede en Uruguay, se hagan cargo de la manutención de los recién llegados hasta que puedan aclimatarse. El Estado uruguayo, a cambio, les entregaría el estatus de refugiado.
La propuesta fue presentada por el subsecretario de Ambiente, Gerardo Amarilla, quien tiene contactos con la ONG a raíz de sus nexos cristianos. Las dos uruguayas rescatadas en Afganistán a mediados de agosto también cumplían tareas humanitarias con otra ONG cristiana. ¿Qué tienen en común? Como parte de su creencia, a la ayuda social se le suman misiones en las que buscan extender un mensaje evangelizador. Lo suelen hacer en la llamada “ventana 10/40”, la zona oriental, entre los 10 grados y los 40 al norte de la línea del Ecuador, en que el mensaje cristiano tiene menos llegada (es el área del norte de África, Medio Oriente y el centro-sur asiático).
Antes del lunes, la ONG Shai Foundation se comprometió a hacerles llegar a Amarilla y a Cancillería un correo electrónico con la solicitud. Desde el punto de vista formal, sin embargo, el escenario no es tan lineal. Porque la solicitud de refugio en Uruguay es territorial: se hace una vez que se pisa suelo nacional o se llega el paso fronterizo. Las excepciones son los planes de reasentamiento en que el Estado sale a la búsqueda de quienes pretende dar cobijo: como pasó con las familias sirias que estaban en el Líbano, con algunos colombianos, y como pasa con algunas personas del llamado Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras).
Como Afganistán es un país en conflicto, es muy probable que a cualquiera de los afganos que pisen suelo uruguayo se les conceda el estatus de refugiados. Eso ocurre porque la Declaración de Cartagena define a los refugiados como “las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público”.
Telemundo informó el miércoles que un afgano, supuestamente integrante del gobierno derrocado, pidió ser acogido como refugiado en Uruguay. “Espero una respuesta positiva para salvar mi vida”, habría escrito en una misiva, a través de un conocido uruguayo, al secretario de Presidencia y a la Cancillería. Sin embargo, este caso entraría en el mismo problema: si Uruguay no implementa un plan de reasentamiento, su única manera de conseguir el estatus de refugiado sería llegar por sus medios al país y una vez que tocara suelo, iniciara el trámite.
La afgana es, en este momento, la tercera ola más grande de desplazados en el mundo; solo la supera la venezolana y la siria. Según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur), para este año se prevé que más de medio millón de afganos hayan huído de su país, una cifra similar a los desplazados internos.
La Casa Blanca, por su parte, dijo que EE.UU. y sus aliados evacuaron a 113.500 personas antes de retirar sus tropas. (Producción: Agustín Magallanes y Tomer Urwicz)