AGUSTÍN LAJE Y NICOLÁS MÁRQUEZ
Son autores de El libro negro de la nueva izquierda, un texto que se editó por primera vez en el año 2016 y ha sido éxito de ventas en toda América Latina. Estuvieron en Montevideo y levantaron polvareda, como en cada lugar que visitan.
Uno es politólogo y el otro es abogado. No tienen problema en definirse “de derecha” y le pegan duro a toda la ideología de izquierda. Han tocado los nervios sensibles del debate político y social actual. Rechazan la ideología de género, fustigan las políticas oficiales que la apoyan y lo explican con varios argumentos.
—Ustedes llevan muchos años estudiando el fenómeno que han denominado "la nueva izquierda". ¿Cuál es su impacto en América latina?
Agustín Laje: —Recién empieza a verse tras el fracaso del llamado "socialismo del siglo XXI", el socialismo que llegó al Estado por vías democráticas. Es un tipo de izquierda populista que ya está en retirada. Sus efectos están por verse. Por ejemplo, las marchas feministas en Argentina se volvieron más feministas desde que Macri subió al poder; lo mismo sucede con el tema aborto. Es una estrategia para cuando no se tiene el poder. Su táctica es el desgaste y se manifiesta de distintas formas según el momento de cada país. La ideología de género está en todos los países, hay un poco menos en Centroamérica.
Nicolás Márquez: —Tiene mucha fuerza en el Cono Sur porque son los países con influencia cultural más europea del continente
—Durante siglos, la mujer ha estado bajo la égida del hombre. Los homosexuales y las mujeres trans han sido reprimidos. Son hechos reales, todo esto que señalan tiene una base de verdad.
A.L. —Lo curioso es que este movimiento se radicaliza cuando esa realidad ya no existe. Hoy las mujeres, como nunca antes en América Latina, llegan a puestos de mando, incluso a jefaturas de gobierno. Están los casos de Michelle Bachelet, Cristina Fernández o Dilma Rousseff. Los países más importantes de Europa están en manos de mujeres, como Angela Merkel y Theresa May. Cuando los homosexuales adquieren derechos plenos en Occidente es cuando más escándalo hacen. Yo lanzo un desafío: poner una discoteca para heterosexuales. Al día siguiente la cierran por discriminación. Cae el lobby LGTB y la revienta. Ellos, en cambio, tienen bares y clubes homosexuales y está bien.
N.M. —Todo eso fue posible gracias al capitalismo, no gracias a la izquierda.
A.L. —¿Qué dio más beneficios a las mujeres? ¿Las marchas donde tiran mierda contra las iglesias, o el sistema capitalista que en su evolución llevó a reducir la fuerza física en el trabajo para darle a la mujer un espacio en el mundo económico? La mujer vive como nunca en la historia. La desigualdad entre géneros no se ve cuando no le conviene a las feministas. En occidente hay un 33% más de egresos universitarios de mujeres que de hombres. El sector de servicios, el más importante de la economía, tiene 54% de los puestos de trabajo en manos de mujeres. Un hombre tiene cinco veces más posibilidades de suicidarse que una mujer, y cuatro veces más de ser asesinado que una mujer.
N.M. —La población carcelaria masculina es muy superior a la femenina.
—Porque los hombres son más violentos que las mujeres.
N.M. —Si lo son, padecen las consecuencias. El sistema se encarga de sancionarlos. Después dicen que el sistema es patriarcal. En este momento hay 75 países que condenan las prácticas homosexuales, algunos tienen penas de cárcel y otros, pena de muerte. Ninguno de esos países es capitalista o liberal. Allí no hay marchas o protestas callejeras. Sin embargo, en los países que no criminalizan a los homosexuales ni a las mujeres por el solo hecho de serlo, hay marchas contra el "heteropatriarcado".
A.L. —Yo apoyaría esas marchas si van, por ejemplo, contra la embajada de Irán. En ese país se mata a 200 homosexuales por año.
—En Uruguay asistimos a una ola de homicidios contra mujeres. La legislación ha adoptado la figura del "femicidio" como agravante del homicidio.
A.L. —Eso también es parte de la propaganda ideológica.
—Las cifras de "femicidios" son reales.
A.L. —Hay un concepto ideológico de base. Por definición, el femicidio es la violencia del hombre hacia la mujer por el solo hecho de serlo. Eso es falso. Ningún hombre mata a una mujer por ser mujer. Cada quien tendrá su motivación personal para matar a su pareja o a su expareja, y tendrá que ir preso y cumplir penas más severas por el agravante del vínculo.
—La denominada "ideología de género" ¿a quién favorece?
A.L. —Hay muchos intereses, entre ellos, económicos. La legalización del aborto en América Latina favorece al gran negocio de la organización Plan-ned Parenthood, una fundación con sede en Estados Unidos que vende abortos. Es una cadena de clínicas abortivas. Apoyaron a Hillary Clinton porque ella tenía un proyecto que permitía abortar hasta el día del parto. O sea, matan al bebé con una inyección, dejan la cabeza dentro y sacan el resto del cuerpo. ¿Para qué? Para vender sus órganos, uno de los principales negocios de la Planned Parenthood. Los órganos tienen precios diferentes de acuerdo al tiempo de gestación. Hay confesiones públicas de sus dirigentes y exempleados que no lo soportaron.
N.M. —En América Latina ellos financian movimientos feministas y LGTB porque necesitan ruido para legalizar el aborto. Cuando alcanzan la legalización, aparece la Planned Parenhood y abre una sucursal. Acaba de llegar a Argentina y aún no se legalizó.
A.L. —Las multinacionales farmacéuticas también están detrás de todo esto. Los restos fetales se usan para fabricar colágeno y cremas de lujo. También está el negocio de la producción de hormonas femeninas para las transexuales. Semanalmente se tienen que inyectar para que no les crezca la barba y no se les deforme la voz. Hemos estudiado mucho este tema.
N.M. —Si pasan 15 días y una transexual no toma hormonas cae en una depresión terrible. Es una lucha sin tregua contra la biología y la naturaleza.