LA NUEVA OLA
El incremento de las solicitudes fue del 44% respecto al año anterior.
Al norte de Manantiales casi nadie es del norte de Manantiales. Allí, entre la ruta 104 y el camino Eguzquiza, a solo veinte minutos en auto del balneario Punta del Este, está naciendo el “Puerto Madero uruguayo”, como le llaman a esta zona de chacras, barrios cerrados y viñedos. Porque aunque no haya construcciones en altura, ni la visibilidad que dan las fachadas vidriadas clásicas del barrio porteño, casi la mayoría de los habitantes son argentinos de alto poder adquisitivo que se radicaron en los últimos meses.
Pese a la emergencia sanitaria que dificultó el pasaje fronterizos, el año 2021 acabó con un récord de solicitudes de residencia ante la Cancillería uruguaya. El fenómeno extrañó incluso a los técnicos de Relaciones Exteriores que ya en octubre vieron superados sus pronósticos más alentadores. Y la explicación se resume en una nacionalidad: la argentina.
Entre los 14.926 trámites para la obtención de la residencia uruguaya que se iniciaron el año pasado (léase más de 40 por día y un incremento del 44% respecto al año anterior), el 84% de los solicitantes fueron argentinos. Así lo muestran las estadísticas de Cancillería.
Según el demógrafo Martín Koolhaas, del Programa de Población de la Universidad de la República, “por ahora esta inmigración es un fenómeno a atender: cabría esperarse un peso grande en lo económico en las principales zonas en las que se dan las inversiones, aunque (este récord de residencias) no mueve la aguja en la marcha poblacional del país”.
Distinto sería si todos los años se vinieran a vivir unas 14.000 personas, dice el especialista. Y agrega que “la migración siempre es incierta y la pandemia agregó todavía más incertidumbre”.
El País accedió también a las cifras de solicitudes de residencias de este enero y, a priori, se mantiene la tendencia: 1.261 pedidos en un mes, de los cuales 862 correspondieron a ciudadanos argentinos.
En las revistas del corazón de ambas márgenes del Río de la Plata ya son moneda corriente las notas con los famosos argentinos que se vinieron a afincar en Uruguay desde el estallido de la pandemia: Susana Giménez, Valeria Lynch, Mónica Gonzaga, Ricardo Darín, Oscar González Oro y un largo etcétera. Incluso se radicó el productor Gustavo Yankelevich, quien hace menos de un mes, en entrevista con Sábado Show, dijo: “Amo este lugar, amo a los uruguayos”.
Los suplementos empresariales también hacen lo suyo y muestran el auge de proyectos arquitectónicos y de colegios de elite que tienen a los argentinos como sus principales clientes e inversores. Además de la llegada de algunos líderes de empresas unicornio, como Marcos Galperin, Martín Migoya y Guibert Englebienne.
Así las cosas, la pandemia parece volver al flujo inmigratorio a su cauce “natural” y la argentina retorna a su posición líder como la nacionalidad con más solicitudes de residencias. La crisis política y económica de Venezuela, así como el exilio de ciudadanos cubanos, habían hecho que el vecino país cediera lugar a partir de 2017.
La Plataforma Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, creada por Naciones Unidas dada la crisis, estima que al día de hoy hay 6.041.690 venezolanos refugiados y migrantes por el mundo. El 83% de ellos se encuentra en países de América Latina y el Caribe.
La Dirección Nacional de Migraciones estima que en Uruguay hay unos 17.500 venezolanos, lo que ubica al país en el puesto decimonoveno de acogida para esta población migrante. Sin embargo, la pandemia mostró una clara caída de este flujo inmigratorio que se redujo a la sexta parte desde su pico: pasó de 5.448 solicitudes de residencia en 2018 a 848 en 2021.
El demógrafo Koolhaas estima que “es probable que en un momento baje el flujo de migrantes venezolanos dada la enorme cantidad de personas que ya se fueron de ese país”.
Mientras, la crisis de la pandemia tensiona el vínculo entre locales y extranjeros en algunas zonas de la región. Esta semana el mayor enfrentamiento se dio en Chile, a tres horas de viaje de la frontera con Bolivia, en donde una decena de camioneros bloqueó la ciudad de Iquique porque culpan del incremento de la inseguridad y de la violencia a los cientos de migrantes irregulares que bajan a diario desde el altiplano. Por lo cual, estiman los expertos, el covid-19 no solo podría trazar nuevas rutas migratorias, sino que podría generar nuevos conflictos.
“No hay señales de cambios migratorios”
“Por ahora no hay grandes señales de cambios migratorios y es probable que Uruguay mantenga su perfil mixto: los que llegan y los que se van se complementan”, señaló el demógrafo Martín Koolhaas. Su colega Adela Pellegrino, una de las fundadoras de los estudios poblacionales en el país, había dicho que las naciones pequeñas, como Uruguay, suelen ser (casi por naturaleza) expulsores de población. Y quienes se van, suelen irse a países de rentas más altas. Koolhaas coincide y estima que “es probable” que siga habiendo “uruguayos que viven con lo justo o que quieren progresar económicamente y tengan la tentación de irse a países como España o Estados Unidos en donde hay redes ya consolidadas”. Pero a la vez, dice el demógrafo, “Uruguay mantiene una serie de políticas migratorias que son amigables con los recién llegados y que hacen de Uruguay un destino seguro para los inmigrantes”. De ahí que es esperable que se mantenga la movilidad regional y de países del Caribe, así como la “expulsión” de uruguayos.
Incidente informático enlenteció los trámites
Abril, 2021. Desde el consulado uruguayo en Buenos Aires se envió una alerta a la Cancillería: los turnos que se liberaban en la agenda para tramitar la residencia en Uruguay se ocupaban en cuestión de minutos.
El aviso coincidió con lo que varios inmigrantes mencionaban en sus grupos de WhatsApp o de la red social Facebook, incluso algunos preguntaban si era necesario contratar a un gestor para acceder a un turno.
La Dirección de Tecnologías de Cancillería empezó a investigar y “pudo constatar la utilización por parte de terceros de herramientas automatizadas para completar la información en el Sistema de Ingreso de Información”. ¿Qué significa esto? Había un bot, uno de esos “robot de internet” que realizan tareas repetitivas, que se apoderaba de los números.
Tras constatar este incidente informático, los técnicos de Cancillería ajustaron el sistema, pero, en mayo, volvió a suceder lo mismo: un programa automático se apoderaba de los números y los turnos se acababan rápido.
Es por eso que el asunto escaló al Centro Nacional de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática, y desde allí se encontró una solución colocando un captcha (esas pruebas de pregunta y respuesta en que el usuario tiene que demostrar que no es un robot).
La solución empezó a funcionar a partir del 10 de noviembre y en los diez primeros días de uso se pudo constatar y bloquear 4,7% de actividades sospechosa. “Al día de hoy la certificación de actividad sospechosa es nula”, resumió a El País la Dirección de Tecnologías.
Según fuentes de Cancillería, el incidente informático enlenteció la asignación de turnos, pero “no perjudicó la operativa ni nadie se quedó sin turno para obtener su residencia uruguaya”.
El primer año de la pandemia, 2020, significó un récord de ataques informáticos en el mundo. Uruguay no fue la excepción. Lejos de dar por acabada la tendencia, en 2021 esto se aceleró aún más: en el país creció 42% la detección de incidentes contra sitios web de los organismos públicos (pasó de 1.952 a 2.767).
El problema de las vacunas
“Por ahora no hay grandes señales de cambios migratorios y es probable que Uruguay mantenga su perfil mixto: los que llegan y los que se van se complementan”, señaló el demógrafo Martín Koolhaas. Su colega Adela Pellegrino, una de las fundadoras de los estudios poblacionales en el país, había dicho que las naciones pequeñas, como Uruguay, suelen ser (casi por naturaleza) expulsores de población. Y quienes se van, suelen irse a países de rentas más altas. Koolhaas coincide y estima que “es probable” que siga habiendo “uruguayos que viven con lo justo o que quieren progresar económicamente y tengan la tentación de irse a países como España o Estados Unidos en donde hay redes ya consolidadas”. Pero a la vez, dice el demógrafo, “Uruguay mantiene una serie de políticas migratorias que son amigables con los recién llegados y que hacen de Uruguay un destino seguro para los inmigrantes”. De ahí que es esperable que se mantenga la movilidad regional y de países del Caribe, así como la “expulsión” de uruguayos.