VERANO
Los marineros de playa de la Prefectura de Punta del Este recorrieron la costa para identificar aglomeraciones y disuadirlas.
Este fin de semana se hizo notar el ingreso de turistas en las costas esteñas, especialmente en Punta del Este. Y ayer, primer sábado del año, el calor impulsó a los veraneantes a las playas del principal balneario uruguayo, con el desafío que eso conlleva para el control de los contagios de COVID-19.
En duplas o en pequeños grupos, los marineros de playa de la Prefectura de Punta del Este recorrieron la costa para identificar aglomeraciones y disuadirlas. “Vamos en camioneta y con megáfono por la rambla, y con megáfono por la playa. Se informa; se les dice ‘mantengan la distancia’. Cuando hay una aglomeración, se avisa. A veces dan corte, a veces no”, dijeron a El País fuentes oficiales de la Armada.
Sin embargo, ante la indiferencia, la fuerza del mar tiene pocos recursos. “No se actúa porque es muy difícil. Hay gente que ni siquiera mira. Se les dice ‘por favor, hay una aglomeración, mantené la distancia’, y ni nos miran a la cara. Y realmente, detener por no escuchar, o no mirar... Es muy complicado el tema. Hay una línea muy fina”, agregaron.
En algunas playas tradicionalmente muy concurridas, los guardavidas incorporaron banderas blancas que contienen el dibujo de un grupo de personas juntas tachado en rojo, para así desalentar las reuniones de mucha gente. De acuerdo a las fuentes, esas advertencias son ignoradas por la gente que igual se instala en las playas repletas.
Una brigada de jóvenes capacitados por la Intendencia de Maldonado también empezó a recorrer las playas para advertir sobre los posibles contagios.
En la Armada perciben que los fines de semana llega a Punta del Este más gente con “menos educación e información”, o que “no quiere colaborar”. “La percepción general es que sí, pero hay casos que no, y no se actúa”, concluyen.