Joaco Santos, el youtuber argentino que retrató Cerro Norte en plena guerra narco: “Se graba como se vive”

El periodista de 34 años estuvo en Uruguay para filmar desde adentro la realidad de barrios castigados por la delincuencia y la interna de las barras bravas del “clásico más violento del mundo”.

Joaco Santos en el Cerro
Joaco Santos en el Cerro
Foto: Captura de video

En Carmen de Areco (Buenos Aires, Argentina) hay poco más de 15.000 habitantes. Todos se saludan, todos se conocen. De Carmen de Areco es Joaquín “Joaco” Santos, un chico que aprendió que los códigos de su ciudad no son los mismos que en Barcelona, Río de Janeiro o Montevideo. Y no pasa nada.

Joaco Santos tiene 34 años. Hace nueve emigró a Barcelona para estudiar periodismo y encontró en el “periodismo gonzo” su pasión: ese en el que hay que embarrarse, hacerse uno con el barrio y mostrar la foto de esa realidad para que del otro lado saquen la conclusión que quieran.

Después de años publicando videos de "los barrios más peligrosos y las hinchadas o barras bravas del fútbol" de diferentes partes del mundo –incluyendo Uruguay–, un video de Joaco se convirtió en el centro de la atención en estos días. “Así se vive en el barrio en guerra al que nadie entra”, anuncia el video. El barrio en cuestión es Cerro Norte, una zona protagonista de los informativos y diarios por la lucha armada entre bandas narco.

En el video muestra "desde el pibe que a los 11 años anda tirando rafagazos” hasta el hombre en situación de calle que confiesa que a veces se arrepiente de vivir. Pero también muestra al chico que corta el pelo en la calle o la vecina que tiene un kiosko en el “pasillo de la muerte”.

Y así, recorriendo las calles y pasajes de barrios de todo el mundo, aprende nuevos códigos y entiende que al final “hay que adaptarse para sobrevivir”.

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¿Cuándo arrancaste a hacer este tipo de videos?

Hace 9 años me fui a Barcelona a estudiar periodismo. Hacía videos para Canal 26 de Argentina. Hace dos años empecé firme con el canal de Youtube, quería retratar el lado B de Europa.

Arranqué hablando de la mafia italiana, de la legalización de la marihuana en Holanda, siempre tuve atracción por lo social. Cuando empecé a grabar para YouTube sentí que era más cercano, a la audiencia le permite estar más conmigo en la cámara, les puedo mostrar barrios peligrosos donde solo salían las cosas malas, pero nadie preguntaba por los vecinos. Muchas veces entrevisto a gente en la criminalidad y no juzgo. Tengo un lema: “Se graba como se vive”. Mi responsabilidad es hacer que se vea y mi fin sé que es bueno, lo que hago es positivo.

¿Cómo financiás tus videos?

Durante muchos años laburaba en un bar para poder financiarme y todo lo que ganaba lo ponía para grabar. Hoy saco un sueldo con empresas que hacen de sponsor y YouTube también me paga por los videos. Hago canjes de hospedaje a veces. Obviamente, para mí es más barato grabar en Buenos Aires, pero me gusta federalizar mi país; mostrar ciudades en México, en Uruguay… Me parece que hay muchas cosas por contar. Esto es mi pasión, cuando entro a una barra no digo “Uh, qué fiaca”. No. Estoy deseando que llegue el día para grabar.

¿Y qué les atrae de tu contenido a las marcas?

Hay montón de marcas que me dicen que no porque sale una persona que habla de drogas, otro que roba. No pasa nada, si tu marca no es tan real, no tengo ningún tipo de problema con mi contenido. Quizás hay sponsors que no se pueden adecuar a mi realidad, no pienso cambiar mi contenido para cambiar de sponsors. Hay otros que dicen “lo que muestra Joaco es una realidad” y me apoyan. Puede ser quizás disruptivo y polémico, pero bueno, es la realidad.

Uno de tus videos más vistos en YouTube fue una entrevista que le hiciste a José "Pepe" Mujica. ¿Qué objetivo tenías la primera vez que viniste a filmar a Uruguay?

La primera vez me interesaba mucho entrevistar a Pepe y conocer partes que podían ser jodidas de Uruguay. si es que las había. Porque no se hablaba en Argentina de Uruguay como un país con barrios peligrosos. Tiene barrios que quizás están pasando momentos difíciles. Contacté gente del Borro, de Casavalle. Me gustaba mucho el Carnaval y estuve con una murga.

Después empezó a pegar el canal y me dio muchas más ganas de volver y me permitía seguir descubriendo. Y había gente interesada de ver cómo era la realidad en estos barrios.

¿Y qué te genera entrar a un barrio complicado a grabar?

Si no se genera esto que pasó con el video de Cerro Norte, quiere decir que es poco visto. Porque vas por la calle y te genera inseguridad y yo te los muestro. Trato de no juzgar cuando voy a estos lugares. El barrio no es malo o bueno, tiene adentro un montón de actores sociales y esa diversidad es la que tiene que salir en el video. Si no, nos quedamos con que en Malvín Norte son todos chorros o en Cerro Norte todos se cagan a tiros. Y no es así.

Siempre me pregunto “¿qué va a aportar mi video?”. Una cosa es escuchar la noticia y otra entender el trasfondo de los pibes.

En el video de Cerro Norte ves al pibe que se estaba cortando el pelo y a raíz del conflicto de bandas cada vez que sale le hacen una requisa. O la señora que tiene un kiosko en el “pasillo de la muerte”, que obviamente tiene miedo. El que dice que no es peligroso Cerro Norte o se acostumbró o está con la vara muy alta porque después de lo sucedido hay vecinos que están con miedo.

Joven cortando el pelo en la calle, en Cerro Norte, retratado por Joaco Santos
Joven cortando el pelo en la calle, en Cerro Norte, retratado por Joaco Santos
Foto: Gentileza de Joaco Santos

Pero el barrio no es solo eso. La otra parte es la cultura, a pocas cuadras hay una murga, una playa… Y lo que vi es que el que es del Cerro es del Cerro, incluso el sentido de pertenencia: el que es de Cerro Norte, está orgulloso de ser de Cerro Norte. Porque cuando te estigmatizan, te encierran, es lógico que digas “aguante mi barrio, aguante mi gente”.

Decís en el video en Cerro Norte que llevabas mucho tiempo intentando grabar ahí y de hecho te recomendaron no hacerlo. ¿Por qué?

Fui tres veces a grabar. En todas las veces que viaje a Uruguay traté de ir a Cerro Norte y a un par de barrios más y fueron los únicos a los que no podía acceder. Y me pasó, una vez que entré, que no podía charlar; son temas donde cualquier palabra que vos decís de más podés generar un conflicto.

¿Pero es normal eso de que no quieran hablar o una particularidad de la gente de acá?

Yo saco una foto del barrio, no hago un documental de un año. Entro, filmo y es lo que pasa en ese momento. Hay barrios en los que me pasó que no quieran hablar y generalmente tiene que ver con que puedan decir algo que les pueda causar algún tipo de problema.

También grabaste con la barra de Peñarol y con la de Nacional. ¿Cómo estuvo?

Me encantaron. El día que grabo con Peñarol, soy hincha de Peñarol y cuando grabo con Nacional soy hincha de Nacional. Siempre las barras entienden que yo grabe con su rival. Quizás en Uruguay sean cada vez menos los que entiendan eso, porque hay mucha rivalidad, mucho odio. No solo por lo que cantan sino por lo que hacen.

De hecho lo clasificaste como el “clásico más violento del mundo”. ¿Da para tanto?

Mirá que he conocido barras, pero donde canten canciones en referencias a los muertos, donde salgan a cazar… yo no conozco.

¿Y te da miedo grabar en esos contextos o temor a represalias?

Miedo a represalia no. Miedo del momento sí. En Ciudad de Dios (Brasil) nos confundieron con policías, porque hubo un operativo con la tropa de elite y nos rodearon y empezaron a gritar en portugués, por suerte salió todo en orden. Y ayer salí de grabar en una villa de Rosario, confundí un “no” con un “sí”, me metí, y tuvimos que salir a los piques.

A veces normalizo un montón de situaciones, que no sé si está bueno. No doy motivo a que me maten o me lastimen. En Mar del Plata me sacaron un arma para que no grabe y yo no lo quemé, tengo códigos también. Por eso también puedo volver. Hay que adaptarse para poder sobrevivir y hacer esto. Es lo que me permite caminar tranquilo.

Hay que aprender a sobrevivir, soy de un pueblo donde nos saludamos todos. Pero de repente llego a un lugar donde me dicen “acá si no le pasás cabida, no se saluda”. Después empecé a entender y casi no saludo a nadie. La foto muestra que hay normas que respetar y se adaptan para sobrevivir.

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