ESPECIAL GRUPO DE DIARIOS AMÉRICA
Antes de cumplir la edad mínima para votar o manejar, una de cada cuatro jóvenes uruguayas ya había contraído matrimonio o entablado una unión libre.
Antes de la edad mínima para votar o conducir un auto, una de cada cuatro jóvenes uruguayas ya había contraído matrimonio o había entablado una unión libre. Naciones Unidas advierte los riesgos de esta práctica que “acaba de manera prematura con la adolescencia”.
Cada día se producen, en el mundo, unos 33.000 matrimonios infantiles y América Latina no escapa a esta realidad. A pesar de que en la mayoría de los países de la región se prohíbe el casamiento antes de los 18 años, se estima que una cuarta parte de las niñas está casada o en unión libre antes de cumplir la mayoría de edad (idéntico porcentaje que Uruguay).
Según el informe Contra mi voluntad, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), la región latinoamericana es una de las que menos ha avanzado en la reducción de la unión infantil desde hace 25 años, en especial si se compara con Europa o incluso algunos países de la África Subsahariana.
Esta es una de las prácticas más nocivas contra las mujeres, según el Unfpa, junto con la mutilación genital, que afecta principalmente a África, y la preferencia de los hombres sobre las mujeres, una práctica cultural arraigada en diversas latitudes.
El informe del Fondo de Población indica que la unión infantil ocurre al menos en 24 países de la región, aunque con marcadas diferencias. En Honduras, Nicaragua y República Dominicana más de un tercio de las niñas está en una relación de este tipo, o sencillamente contrae matrimonio, antes de los 18 años.
Las niñas casadas antes de la mayoría de edad en Brasil y México ocupan el cuarto y el octavo lugar, respectivamente, en las cifras mundiales del tema. Y países de “avanzada” en la llamada agenda de derechos, como Uruguay y Costa Rica, tienen entre la cuarta y quinta parte de sus jóvenes que se han casado cuando eran menores.
“Hemos logrado avances, no vamos a decir que no lo hemos hecho, la sociedad tiene cada vez más conciencia de estas prácticas nocivas, pero el número de niñas sometidas a estas prácticas aún está creciendo porque la población va en aumento”, comenta Harold Robinson, director regional para América Latina del Unfpa.
Causas.
Las desigualdades de género, la pobreza, las costumbres culturales y el desconocimiento del tema son algunos factores que propician las uniones infantiles, a pesar de que en varios países existen leyes que impiden estos actos.
Uruguay, en este sentido, ha sido observado en más de una oportunidad. Porque si bien la ley de matrimonio igualitario incrementó la edad mínima para contraer matrimonio, se sigue permitiendo desde los 16.
“La unión infantil ha sido una práctica no visibilizada hasta muy recientemente y, por lo tanto, si un problema no se ve, no se aborda desde la política pública. Todavía encontramos muchas resistencias en la región que dicen que este problema no existe, que esto existe en otras regiones del mundo”, señala Neus Bernabeu, asesora regional de Género y Juventud del Fondo de Población.
El antropólogo Nicolás Guigou, de la Universidad de la República, ejemplifica cómo los factores culturales y políticos de ese país influyen en la unión infantil: “En las zonas rurales el matrimonio de adolescentes es una práctica más común y tiene que ver con el proceso civilizatorio. A nivel de fenómeno político, el batllismo fue el proceso civilizatorio del país que trajo las ideas europeas. Eso mismo se replicó en casi toda América Latina. Fue un proceso de modernización radical, pero no homogéneo para todo el territorio. De ahí que, en el llamado interior profundo, haya prácticas de casamientos tradicionales entre mujeres chicas y hombres grandes”.
La unión infantil está lejos del imaginario colectivo donde se observa a un hombre tomándose de la mano con una mujer, entre lágrimas, frente a decenas de personas en una iglesia a la espera de convertir sus vidas en una misma.
En el caso de las menores de edad, muchas veces son obligadas por sus familias a contraer una relación con alguien, mayor bajo la idea de que se les protege socialmente o también por el estereotipo de que para eso nacieron.
“Solamente tenía 12 años cuando me casaron con mi primo de 25. Yo estaba sentada en el suelo coloreando las princesas de mi libro cuando mi madre entró en la habitación. Se sentó en la cama y me dijo ‘Najma, mañana te casas’”, dice uno de los testimonios recabados por el Fondo de Población en su informe.
El documento también ahonda en los impactos que tiene en la vida de las mujeres la unión temprana: embarazo precoz, riesgo de lesiones o muerte durante el parto, mala nutrición, la posibilidad de tener más hijos respecto a otras personas, abandono escolar, violencia de género y daños psicológicos duraderos.
“Es urgente que como sociedad definamos qué mundo queremos para nuestras niñas y mujeres, si queremos un mundo lleno de sufrimiento o un mundo lleno de oportunidades, y tenemos que actuar de manera urgente si queremos llegar a ese cero de prácticas nocivas a las que nos hemos comprometido”, concluye Neus Bernabeu.
¿Futuro?
Debido a la prevalencia de los matrimonios y uniones infantiles, los expertos del Unfpa admiten que hay dudas sobre si se podrá cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible respecto a la erradicación de esta práctica para 2030.
El Fondo de Población tiene estimado que, a este ritmo, para el 2030 habrá otras 150 millones de niñas unidas con una pareja, además de que la pandemia del COVID-19 podría provocar que a esa cifra se sumen 13 millones de niñas más a esta condición a nivel global.
Los expertos alertan sobre la necesidad de invertir, a partir de ahora, US$ 3.400 millones de dólares al año a nivel global para impedir un estancamiento o retroceso en la lucha contra el matrimonio infantil.
Para el caso uruguayo, Naciones Unidas ha insistido en la necesidad de modificar la legislación que permite el matrimonio en adolescentes. Pero “la unión infantil no se erradicará solo con políticas públicas, sino con la participación de toda la sociedad, avanzando en el reconocimiento de los derechos de las mujeres”.
![boda infantil](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2020/05/15/5ebeb0046193b.jpeg)
El Fondo de Población contabilizó 19 prácticas nocivas contra las niñas. Y una de las que más prevalece en la región, además del matrimonio infantil, es la preferencia por los hijos varones. Tanto que una encuesta realizada en países en donde vive 80% de la población mundial encontró que nueve de cada diez personas tienen algún prejuicio contra las mujeres. Y esos estigmas llevan, a su vez, a abortos por el solo hecho de que en el útero se está gestando una mujer.
El otro flagelo, la mutilación
Pese a los cambios culturales y legislativos, 4,1 millones de niñas y mujeres podrían verse sometidas a la mutilación genital solo en 2020. Se trata de un procedimiento invasivo en un tejido sano, sin justificación médica, advierte la Organización Mundial de la Salud, mientras el Unfpa señala: “Puede provocar lesiones físicas y psicológicas graves. Puede hacer que las relaciones sexuales resulten dolorosas y causar infecciones, quistes e infecundidad (…), pero, también, depresión y pesadillas”. En 31 países, sin embargo, la mutilación genital sigue vigente y América Latina no es ajena. En Colombia algunas comunidades indígenas mantienen esta práctica. Los embera chamí son un ejemplo. En el mundo se estima, según el Unfpa, en más de 200 millones de niñas y mujeres han sido víctimas de esta práctica.