El albañil Juan Manuel Barrios Leiva detuvo su Volkswagen Gol, de color blanco, frente a su casa ubicada en el barrio Autódromo de Ciudad del Plata. Llovía a cántaros. Para cruzar la cuneta, Barrios Leiva construyó un puente de tablas de costanero que quedó bajo el agua y fue aflojado por la corriente. Dentro de la casa, el albañil encontró cinco centímetros de agua.
Barrios Leiva no fue el único afectado por las lluvias de ayer que anegaron decenas de terrenos de Ciudad del Plata. Es que en 20 minutos llovió 60 milímetros. La intensidad de la lluvia generó más de 50 reclamaciones al Municipio de Ciudad del Plata por inundaciones de casas y cunetas, según dijo a El País la alcaldesa Marianita Fonseca, quien aclaró que “no hubo ningún evacuado”.
Las lluvias afectaron zonas de 20 barrios de Ciudad del Plata, una urbe que creció en forma exponencial en los últimos años para llegar a unos 45.000 habitantes sin contar con los residentes de las zonas rurales. La afectación causada por las precipitaciones fue mayor en manzanas de los barrios Autódromo, Parque Postel y Delta del Tigre.
Pero las lluvias no son las únicas culpables de las inundaciones de viviendas en zonas de Ciudad del Plata. Por ejemplo, en el barrio Autódromo, muchas casas fueron edificadas en zonas bajas que están por debajo de la línea del mar. Es decir, fueron construidas en zonas inundables.
Además, el lugar es considerado una zona protegida porque allí se encuentran los humedales de Santa Lucía, lo que genera que las cunetas se tapen a los 15 días con juncos secos o basura. Si bien “los que tiran basuras a las cunetas son una minoría de personas”, afirmó Fonseca.
Dolor
En la intersección de la Calle 12 y Hudson, el agua corría como un arroyo cuya “naciente” comenzaba a tres manzanas de distancia. Luego el cauce “desembocaba” en cunetas y transformaba varias calles en lagunas.
María Ramírez, de 26 años, vive en un pasaje de la Calle 12 y Hudson. En la mañana de ayer, Ramírez estaba trabajando cuando la llamó su madre que se encuentra paralítica. En la casa de Ramírez también estaban sus dos hijos de ocho y nueve años de edad. “Mi madre me dijo que la casa se había inundado. Alcanzó unos 10 centímetros de agua. Ahora tengo todos los muebles y la ropa mojada. No quiero tocar los muebles de miedo a que se rompan”, dijo la joven a El País.
Cuando se estableció en el lugar, ella sabía que era inundable, pero no tenía dinero para pagar dos o tres camiones de balasto. Cada uno de ellos cuesta $ 2.000. Ramírez contó que sus ingresos surgen de trabajos esporádicos que hace en la zona y de los ingresos que recibe por la Tarjeta del Mides y de las asignaciones familiares por sus dos hijos menores. Cuando baje el agua, la joven piensa limpiar su casa y luego pedir a la alcaldesa algunos camiones de tierra para evitar otras inundaciones.
Varios vecinos señalaron ayer que estaban dispuestos a ayudar con la mano de obra para realizar el relleno del predio si la Alcaldía de Ciudad del Plata envía cargas de tierra.
El albañil Barrios Leiva enfrenta una situación similar a la de Ramírez. “¿A quién le voy a vender una casa que es inundable? Hace tres años que la compré. Es la segunda vez que me entra agua a la casa. Traje a vivir acá a mi hermano y a mi padre para darles un lugar más tranquilo y nos pasa esto. Ahora voy a rellenar el predio”, dijo Barrios Leiva. En el mismo terreno, hay otra casa prefabricada de madera que el albañil le cedió a una pareja amiga y que también se inundó.
El fondo de la casa de un obrero de una fábrica cercana se había transformado en un arroyo. El agua ingresaba por el costado de la vivienda y cubría el suelo de un galpón, cuyo techo había caído con el viento de hace dos días. “El agua no entró a mi casa porque el piso lo levanté por encima de la tierra. Pero el galpón lo voy a tener que reconstruir de nuevo”, relató el trabajador.
Viejo problema
El día de la alcaldesa Fonseca comenzó a las 6 de la mañana de ayer. Fonseca sabía que las intensas lluvias iban a provocar inundaciones de cunetas.
Recorrió los barrios y distribuyó equipos para que limpiaran las cunetas. “Estamos trabajando. Llovió mucho. La napa freática ya no absorbe más agua”, señaló a El País.
Fonseca respondió las quejas de vecinos sobre que el Municipio de Ciudad del Plata no realiza los trabajos de limpieza en el verano. El problema, dijo, “es que los caños de las cunetas son de un metro de diámetro y los vecinos hacen entradas para autos con caños de 30 centímetros de diámetro. Algunos vecinos ni siquiera tienen caños. Simplemente rellenaron con escombros y tierra. Eso genera las inundaciones”. La alcaldesa reconoció que los vecinos se enojan cuando las calles se anegan, pero “no es fácil” mantener las cunetas limpias en una zona de humedales. Y agregó que “la mayoría de los focos generados por las lluvias fueron atendidos”.
Las intensas lluvias de ayer no perdonaron ni siquiera la casa de la propia alcaldesa, quien es criticada en las redes sociales por dormir, como relató, calentita mientras hay vecinos mojados. El agua ingresó en el living y la cocina de la casa de Fonseca. Al caer la noche, cuando el trabajo y la lluvia amainaron, la alcaldesa comenzó a limpiar su casa.
Una ciudad con 600 kilómetros de cunetas
Hace 25 años, al sur de la Ruta 1 no había casas. Unas pocas calles de balasto unían esa carretera con predios de varias hectáreas ubicados contra el Río de la Plata, a poca distancia de la desembocadura del Río Santa Lucía. Con el correr de los años, el lugar enfrentó un problema demográfico similar al que sufrió la Costa de Oro. Personas que no podían comprar un terreno en los balnearios del este, se dirigían hacia el oeste. Allí adquirían un solar más barato que en la costa de Canelones. Con una pequeña entrega y cuotas, esas personas -la mayoría trabajadores, obreros y personas con oficios- levantaban su casa en uno o dos años. El fenómeno se repitió en dos décadas. Lugares como Delta del Tigre, Rincón de la Bolsa, Playa Penino y Playa Pascual vieron triplicar su población. Ahora, al sur de la Ruta 1, hay asentamientos de pescadores y luego barrios completos con calles de balasto hasta al menos el kilómetro 28. La explosión demográfica, según la alcaldesa de Ciudad del Plata, Marianita Fonseca, llevó a que esa localidad cuente hoy con 600 kilómetros de cunetas y caminería. “Eso representa un desafío diario enorme. Tenemos acá una población superior a la de Flores”, explicó.
Cayeron grandes piedras de granizo
El Instituto Uruguayo de Meteorología emitió un aviso especial a partir de ayer por “tormentas fuertes y precipitaciones abundantes con posterior descenso de temperaturas”. La advertencia apuntaba a que en zonas de tormenta podía existir caída de granizo. En Solís de Mataojo, Lavalleja, cayeron grandes piedras de granizo, tal y como registraron algunos ciudadanos y compartieron con El País. En las imágenes se pueden ver algunas piedras del tamaño de un huevo de gallina o de un encendedor.
En un video publicado en X, filmado por Micaela Patrón, se puede observar cómo la caída de granizo se fue intensificando en la ciudad.
En la misma localidad, Mati Mederos publicó que cayeron piedras de granizo que superaban los ocho centímetros de diámetro, tal y como compartió en su cuenta. Mederos también mostró las fotos que recibió de otras localidades del país, como Las Piedras (Canelones) o Kiyú (San José). “En Kiyú cayeron piedras grandes capaces de causar daño”, agregó.
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