La marcha por el trigésimo aniversario de los incidentes del Hospital Filtro estaba citada para las 16 horas en el Obelisco de Montevideo. A esa hora, se juntaban algunas decenas de personas que aparentaban tener más de 35 años. Una hora después, ese punto reunía una cantidad de gente que, luego, durante la marcha, ocupó dos cuadras. En ese momento ya se notaba la presencia de jóvenes, algunos adolescentes, que marcharon hasta el punto en el que Fernando Morroni fue asesinado y otras 80 personas fueron heridas. Entre los cientos de uruguayos que marcharon, se colaba en las conversaciones algún acento vasco, tanto de personas de esa colectividad en Uruguay como de estudiantes de intercambio que se acercaron a participar.
Esas dos cuadras de manifestantes estaban lideradas por un auto Hyundai en el que viajaba Norma Morroni, madre de Fernando, y una pancarta que ocupaba toda la extensión de la calle y que decía: "Harra eta herri, solidaridad y rebeldía, piedra y pueblo". Entre la gente, había decenas de carteles, entre los que estaban los que llevaban impresas las caras de Morroni, junto a la leyenda "presente" y la de Roberto Facal, con el mismo texto. Algunos cuentan el de Facal como un segundo homicidio en el contexto de los incidentes frente al Hospital. La Justicia condenó a los autores de su asesinato y presumen que no tuvo que ver con los episodios vinculados a los etarras.
Se escucharon en los parlantes historias de personas que quedaron gravemente heridas —la de una persona que perdió un ojo, otro cuya herida en el intestino le dejó secuelas de por vida— y un mensaje político: "La gente estaba conmovida por la soledad de tres hombres que preferían morir antes de ir a las cárceles de su propio país".
A su vez, estuvieron presentes varios sindicatos. La Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam) puso un camión y se vieron flamear las banderas de la Federacion De Estudiantes Universitarios Del Uruguay (FEUU) y las del sindicato del taxi.
Más allá de algunos momentos puntuales en los que hubo cánticos contra "el capital" y la policía, y en favor de la memoria y la justicia, fue una marcha cuyo sonido ambiente eran las conversaciones entre los manifestantes. Muchos de ellos, asombrados por la predisposición y entereza —según decían— de la madre de Morroni, que lideraba la marcha.
Hubo tres momentos que concitaron la atención del público, antes de la llegada al Hospital Filtro. La primera, fue a la altura de Bulevar Artigas y Monte Caseros, donde hay una placa en la que la Policía de Montevideo recuerda al comisario Luis Pardeiro y otro policía de Guardia Civil "caídos" en ese lugar "en acto de servicio" en 1932. Mientras uno de los líderes de la marcha leía un texto que afirmaba que "en la década de 1930, al comisario Pardeiro, se había hecho conocido por sus métodos de tortura a presos y detenidos, en especial a aquellos que luchaban por otro mundo sin explotador y explotado", personas tiraron bombas de pintura a esa placa.
Durante la marcha hubo limitada intervención policial, algunos efectivos iban cortando el tránsito delante de los manifestantes y un camión iba escoltándolos detrás. Pero, durante el recorrido, hubo dos instituciones que presentaban vallas para evitar que alguien se acerque: el Sanatorio Juan Pablo II y Instituto Militar de Estudios Superiores. Fue en este último lugar que se volvió a generar expectativa entre los manifestantes.
En el predio militar había policías custodiando la entrada y hubo militares que, tras las rejas del lugar, se asomaron a ver. Así, comenzaron a entonarles cánticos donde los llamaban "asesinos de los pobres" y "alcahuetes de los ricos".
Cuando cayendo el sol, los cánticos y las miradas cruzadas con los militares quedaron atrás. A poco de llegar al monumento a Luis Batlle Berres, a Norma Morroni la esperaba un grupo de jóvenes que venían tamborileando hacía cuadras. La mujer bajó del auto con ayuda del bastón, se acercó y no se cansó de agradecerles: "Gracias, gracias, gracias. La noche en que mi hijo murió estos tambores sonaron toda la noche". Los militantes la ovacionaron.
La llegada al Filtro
Bulevar Artigas y Cufré, este 24 de agosto a la tardecita, no tenía casi nada de aquello que tenía hacía 30 años. El Hospital Filtro ahora es un moderno edificio que lleva el nombre de Centro de Salud Claveaux. Y mientras hacía 30 años se vivía la noche más violenta desde la vuelta de la democracia, ayer se alzaron pancartas, se realizaron reivindicaciones políticas y centenas de personas bailaron al ritmo del artista vasco Fermín Muguruza y la banda uruguaya 4 pesos de propina.
Las reivindicaciones fueron de distintos tipos, desde la insistencia del representante del sindicato de la pesca para echar al sindicato policial del PIT-CNT por considerar que "no son trabajadores", hasta el pedido unánime de "terminar el genocidio en Palestina".
Una de las encargadas de leer la proclama fue Irma Leites, quien apuntó: "Nosotras y nosotros no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. Estamos del lado del amor. (...) Seguimos caminando con esta memoria viva, por todas y todos los compañeros detenidos desaparecidos, presas y presos. Los asesinatos del Filtro son delitos de lesa humanidad"
"Nos dijeron ’estos vascos son terroristas’ y este pueblo no les creyó y multitudes manifestaron la solidaridad", sostuvo.
La última en tomar la palabra fue Morroni, quien entre algún chiste e intento de permanecer de pie, pidió por la gente que, dijo, "está muerta de hambre y parece que el presidente que no lo ve". "Y eso que el papá (Luis Alberto Lacalle Herrera) cambió las camionetas y el auto para los gringos por los tres vascos que se llevaron, eso se tiene que seguir sabiendo. No nos olvidemos de Waldemar Rosa Ruíz, el asesino de Fernando Morroni", afirmó.