REFLOTAR EL PROYECTO
El plazo proyectado de la concesión es de 10 años y el adjudicatario deberá proponer tanto un canon fijo como otro variable, según esa primera versión del documento de la comuna.
Anclado en uno de los puntos más emblemáticos de Montevideo, con toda la rambla de Pocitos por delante, el parador Kibónes de esos lugares de la ciudad que tienen todo para ser una joya pero que sin embargo hace años no logra brillar. Fue entregado por su anterior adjudicatario el año pasado, en plena pandemia y en medio de una disputa con el gobierno departamental, y ahora la Intendencia de Montevideo (IMM) se apresta a lanzar una nueva licitación para la concesión del uso del edificio por 10 años.
La administración de Carolina Cosse está en la etapa final de ajuste del pliego de la licitación que enviará a la Junta Departamental de Montevideo. Una primera versión del texto, a la que accedió El País, establece que el destino comercial “es abierto” en “función de su compatibilidad con el espacio vinculante”, aunque también señala expresamente lo que la IMM no quiere allí.
“No se aceptará como destino del edificio el uso residencial o de hotelería, el de supermercadismo ni el de actividades relacionadas con juegos de azar”, sostuvo el texto.
El plazo proyectado de la concesión es de 10 años y el adjudicatario deberá proponer tanto un canon fijo como otro variable, según esa primera versión del documento.
Aunque desde el gobierno departamental aseguraron que todavía le realizan ajustes menores, las fuentes de la administración señalaron que el texto final mantendrá el espíritu de evitar en ese lugar de la ciudad una explotación comercial como las mencionadas.
En tanto, sí promocionarán que se presenten establecimientos de diferentes rubros, a los que pedirán un estudio de mercado previo. A solicitud de la IMM, el plan de negocios debe ser “innovador” y promover “el uso de tecnologías y procedimientos disruptivos”, así como el cuidado del entorno. Y, en caso de ser una propuesta gastronómica, valorarán la inclusión de menús especiales para celíacos y diabéticos.
La IMM habilitará la remodelación y el reciclaje del edificio, pero sin realizar grandes cambios estructurales. Además el proyecto deberá ser avalado antes por la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación. El adjudicatario deberá también realizar un acondicionamiento general de la zona, así como su mantenimiento y vigilancia.
Canon y condiciones.
De acuerdo al borrador del proyecto de licitación, el canon fijo será de un mínimo de 720.000 Unidades Indexadas (UI) anuales, unos US$ 82 mil por 12 meses, que dan un valor mensual de US$ 6.800. Aunque la licitación prevé mayor puntaje para los proyectos que ofrezcan un valor igual o superior a 1,4 millones de UI anuales. Ese monto representa casi US$ 160 mil, unos US$ 13.300 mensuales.
A ese dinero se le sumará un canon variable que podrá ser de entre el 3% y el 7% del ingreso neto mensual del proyecto. El porcentaje de esa comisión que hagan los oferentes también influirá en la licitación.
La IMM además pondrá distintos puntajes, por ejemplo, en función de la cantidad de empleos que genere la propuesta, y favorecerá a los que tiendan a ser igualitarios en la cantidad de hombres y mujeres contratados. “Todas las ofertas que propongan incluir en sus puestos mayor cantidad de mujeres que de hombres obtendrán hasta un punto”, dice el pliego.
También será tenida en cuenta la cantidad de horas que el local se encuentre en actividad, así como los días de una semana que abra.
El pliego incluye una cláusula de devolución anticipada. “Transcurrido un mínimo de cinco años del inicio del plazo de la concesión, el concesionario podrá solicitar, con un preaviso de seis meses, la devolución anticipada del bien”, dice el texto.
Con problemas.
El histórico parador Kibón significó más de un dolor de cabeza para las distintas administraciones. La IMM anunció en 2011 la recuperación por parte del gobierno departamental de la propiedad del viejo parador, que estaba en manos de privados desde 1967 y en los últimos años había quedado en desuso. De inmediato, la comuna informó que abriría una licitación para la recuperación del edificio y la explotación de su uso comercial.
El adjudicatario aprobado en marzo de 2012 fue Afacor S.A, que comprometió una inversión de US$ 3 millones para el uso como salón de fiestas y restaurante. Las obras, inauguradas en marzo de 2014, implicaron la recuperación completa del edificio, aunque se mantuvo su tradicional cúpula que con el tiempo se convirtió en un ícono de la rambla de Pocitos.
Así, la empresa tenía la concesión hasta 2024. Sin embargo, en medio de una disputa, la IMM rescindió de mutuo acuerdo el contrato con Afacor S.A en octubre de 2020.
La empresa mantenía una deuda por el pago del canon, que fue condonada como parte del acuerdo. Según la resolución que aprobó la rescisión, la intendencia condonó la suma de 1.834.000 UI por la deuda generada durante 2018 y enero y febrero de 2019. El canon anual a pagar era de 2,6 millones de UI. Según una resolución de la IMM de octubre de 2019, la compañía manifestó por ese entonces en una nota “la imposibilidad económica de continuar adelante con el proyecto”.
Pero la empresa reclamaba a la administración por el incumplimiento de diversos puntos comprometidos y el cambio de las condiciones del contrato. Uno de los reclamos fue reubicar la terminal de ómnibus pegada al lugar así como la queja por la realización de picadas. Por eso Afacor S.A. llegó incluso a plantear una conciliación judicial como paso previo a una demanda por daños y perjuicios contra la intendencia.
Desde entonces, también como parte del acuerdo, la empresa mantuvo el predio en custodia por 10 meses. Ahora que el plazo ya finalizó, el edificio permanece cerrado. Y para Kibón será otro volver a empezar.
Recuperar edificio pero sin grandes cambios
El edificio ubicado en el Parque Winston Churchill será entregado al ganador de la licitación en su estado actual y el adjudicatario podrá realizarle modificaciones que no deberán implicar grandes cambios estructurales. El predio está comprendido por el edificio y sus alrededores inmediatos. El límite lo fijan de un lado la terminal de ómnibus y del otro el inicio de la rambla.
El pliego, al que accedió El País, establece que “no se podrá aumentar el área cerrada o semi cubierta del edificio actual” y que “las modificaciones interiores se podrán realizar siempre y cuando no alteren sustantivamente las condiciones actuales”.
“Las reformas al actual sector del salón podrán realizarse siempre y cuando las mismas sean coherentes con la lógica constructiva del edificio, y resulten fácilmente reversibles. El tendido de infraestructuras deberá cuidar la menor afectación posible a las condiciones actuales”, dice también uno de los anexos del pliego licitatorio.
Además establece que “las fachadas no podrán modificarse” aunque se admitirán “ajustes de bajo impacto que respondan a adecuaciones relacionadas con el programa propuesto”.
Dentro de las obras obligadas, el adjudicatario también deberá recuperar la fachada del edificio mediante hidrolavado, la pintura de diferentes sectores, la eliminación de óxido del metal, y la puesta en funcionamiento de las luminarias exteriores.
La propuesta, asimismo, deberá contar con baños de acceso público y libre, y tener carteles a la vista que así lo indiquen. Los servicios higiénicos deberán permanecer abiertos de jueves a domingos y durante los feriados al menos durante 12 horas.