En los últimos seis meses, hubo al menos tres episodios en los que jóvenes de diferentes barrios de Montevideo eligieron puntos centrales de la ciudad para pelearse y realizar desmanes. A fines de noviembre, fue el Teatro Solís. En enero, varias cuadras de 18 de Julio hasta desembocar en la Plaza Independencia. El fin de semana, la puerta del Nuevocentro Shopping. ¿Qué lleva a estos jóvenes a cometer estos delitos en puntos donde la presencia policial y de cámaras de seguridad parecen ser mucho mayores? ¿Hay un “corrimiento” del delito o es búsqueda de protagonismo?

Respecto de si el delito se “está moviendo”, Clara Musto, doctora en Criminología e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, explicó que se llegaron a hacer algunos estudios con datos de 2019 sobre la distribución espacial del delito, pero que Uruguay al momento no cuenta con una herramienta importante para su análisis como son los estudios de victimización. En estas encuestas se le consulta a las personas si fueron víctimas de algún delito, más allá de que no lo hayan denunciado. Así, se palía el subregistro que existe producto de las víctimas que no denuncian. Las encuestas de victimización fueron una de las medidas incluidas en el documento generado en la mesa interpartidaria por seguridad.

En ese estudio realizado en 2019 (donde sí se utilizaron datos de una encuesta de victimización) vieron que el uso de la violencia y las rapiñas tendían a concentrarse en las áreas de la periferia de Montevideo y se correlacionaban con zonas en las que había déficit habitacional y un menor nivel socioeconómico.

“Está sobrerrepresentada la violencia en los barrios populares”, resumió Víctor Borrás, docente del área de Sociología Urbana de la Facultad de Ciencias Sociales. En base a proyectos de violencia en el espacio público con jóvenes y adolescentes que ha llevado adelante el Área de Estudios Urbanos del departamento de Sociología, señaló que lo que pudieron apreciar era que en los barrios populares había “una apropiación bastante grande de su entorno inmediato”.

“Me refiero a ir a la placita, ir a la escuela solos, tener referencias en el barrio, pero que sus circuitos estaban muy restringidos. Para ellos ya ir al intercambiador Belloni era salir de su barrio y al Centro prácticamente ni venían”, desarrolló el experto.

Foto: Archivo El País

El Cerro de Montevideo, desde donde un grupo de jóvenes se grabó caminando y arengando mientras se dirigían a pelear, está a 25 minutos en auto del Nuevocentro Shopping, su lugar de destino. El centro comercial tiene la seccional 13 a la vuelta. Del Teatro Solís y la Plaza Independencia, la seccional policial más cercana -la 1a- está a un kilómetro, pero a cuatro cuadras, están los juzgados penales.

¿Por qué alguien viajaría media hora para pelearse en un punto donde hay mayores posibilidades de que lo atrapen? En el caso de los enfrentamientos en el Centro y Ciudad Vieja, ambos casos fueron en la madrugada de un fin de semana a la salida de boliches bailables de la zona. En el del Teatro Solís, inicialmente uno de los testigos había sugerido que el problema había comenzado en el boliche por una chica.

Aunque no hubo heridos de gravedad en estas oportunidades, hace casi un año sobre las calles Mercedes y Ciudadela, mataron al líder de una de las bandas del barrio Marconi cuando salía del boliche con su novia.

En el caso del Nuevocentro, los enfrentamientos (en escalas mucho menores) son comunes. A su vez, este lugar ya había sido escenario de un enfrentamiento anterior entre dos de los participantes.

Pero, en realidad, preguntarse por qué eligieron estos puntos, trae como respuesta un abanico de posibilidades. El sociólogo mexicano Arturo Alvarado ha estudiado el fenómeno de la violencia juvenil y las dimensiones urbanas de problemas de la seguridad.

Consultado por El País, explicó que, a nivel internacional, cuando han ocurrido situaciones similares, fueron varios los aspectos que entraron en juego. Una de ellos era la necesidad de buscar un territorio “neutral”. Cuando el conflicto se da entre dos grupos arraigados a determinada zona geográfica, buscan salir de allí para que sea “justo” para ambos.

A su vez, el uso de la fuerza está presente. Entonces aunque los ciudadanos puedan pensar “mientras no pase en mi barrio, mi territorio, mi patio, no hay problema”, Alvarado subrayó que en los casos de violencia juvenil puede surgir un impulso de empezar “a ocupar espacios urbanos que no son los de su barrio”. “Comienzan a tener impulsos de pelearse en otros territorios, que también significan poseer y estar en ese territorio”, señaló, refiriéndose a la demostración de poder.

En este caso, hubo personas en el shopping que debieron resguardarse dentro del centro comercial durante un rato, por los desmanes que estaban ocurriendo en la puerta.

En todo esto las redes sociales tienen un rol clave y eso, acompañado a la pelea en un lugar emblemático, le suman “espectacularidad” al asunto. Con ese término también coincidió Musto.

En este caso, haberlo publicitado por redes sociales, generó que la Dirección de Inteligencia haya montado un operativo y haya detenido a más de una decena de adolescentes.

En los incidentes ocurridos en el Centro, también hubo detenidos e incluso imputados por la Justicia. Esto, a juicio de Alvarado, puede incluso ser un motivador para los jóvenes, que cuentan con el impulso de desafiar a la autoridad.

Foto: Leonardo Mainé/El País

Foto: Ministerio del Interior