LA OTRA CARA DE LA PANDEMIA
Informe menciona que el 38% de quienes las manejan están desocupados; reconocen que la militancia es parte del trabajo.
En 2020 emergieron aproximadamente 700 ollas y merenderos populares como consecuencia de la crisis económica ocasionada por el COVID-19. De estos, 41% están en Montevideo y 59% en el resto del país.
El pico en cuanto a la cantidad de comida entregada fue en la tercera semana de abril y continuó hasta la primera de mayo del año pasado. El promedio fue de 385.000 platos semanales, que se tradujeron en unas 55.000 personas recurriendo a ollas populares a diario.
Estos datos se desprenden de un estudio titulado “Entramados comunitarios y solidarios para sostener la vida frente a la pandemia”, el cual fue elaborado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, para el cual colaboraron también varias organizaciones sociales, como ser la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU). El trabajo fue publicado ayer y allí se detalla la tarea que llevaron adelante las ollas populares en todo el país a lo largo de 2020.
Según el secretario general de AEBU, Fernando Gambera, el dato “más llamativo” del informe está en que el 58,4% de las ollas son de origen vecinal o familiar. Gambera destacó que eso “da dimensión de la importancia que tiene la solidaridad en el entramado social” actual. Cuando se mira solo Montevideo el porcentaje es aún mayor, con un 61,8% de las ollas correspondientes a vecinos o familias. También están las que dependen de clubes deportivos, movimientos sindicales o colectivos sociales de militantes de distinto tipo.
Desocupación laboral.
El informe menciona que 38% de las personas encargadas de organizar las ollas populares estaban desocupadasen marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia por el nuevo coronavirus.
Se destaca que el porcentaje más alto de desocupación está en las que son realizadas por colectivos sociales de militantes, con más de la mitad (55%) de desempleados. En segundo lugar se encuentran las ollas llevadas a cabo por partidos políticos, donde la desocupación es del 53%.
Con respecto a las franjas etarias presentes en la organización de las ollas, el 55% de los encargados tienen entre 18 y 39 años, y 35% entre 40 y 59.
Esto, sumado a que 57% de las ollas son llevadas a cabo por mujeres, significa que “las jóvenes y desocupadas son el principal motor de las ollas populares”, según la lectura realizada por Gambera, quien explicó que se está ante “la estructura social predominante, en que la mujer es quien cocina”, con un “componente de solidaridad juvenil importante”.
Reivindicaciones.
La semana pasada un grupo de personas encargadas de la olla del barrio Palermo manifestó su posición en contra a la ley de urgente consideración (LUC). A partir de esto, se desató un debate con respecto a la politización de algunas ollas populares.
Según los datos cualitativos recabados en el informe de la Facultad de Ciencias Sociales, se pueden identificar dos “grandes objetivos” de parte de las ollas. Primero, garantizar “los insumos necesarios para el funcionamiento” de las mismas, y segundo lograr “trascender el asunto del alimento, ya sea en el presente o en el corto plazo a partir de reivindicaciones diversas” que incluyen el trabajo o la vivienda”.
Con respecto a la LUC, el estudio menciona que la Red de Ollas al Sur (a la que pertenece la Olla de Palermo) sí resolvió expresarse en contra, pero otros colectivos como la Red de Bella Italia decidió que la discusión era un “parteaguas” y por eso “se dejó autonomía a cada organización barrial para apoyar o no la derogación”.
Según el integrante de la Coordinadora Popular y Solidaria Ollas Por Vida Digna, Esteban Corrales, se trabaja con “total autonomía e independencia de cualquier partido”. Sin embargo, sostuvo que “eso no significa ser indiferente a la realidad que se vive”. Corrales explicó que el trabajo de las ollas “tiene que ir acompañado de una reflexión” y dijo que estas “no pueden ser una política pública” porque “se tienen que terminar en algún momento”.
Falta de donaciones los dejan sin recursos
El 40% de las ollas populares de la capital funcionan “parcialmente” debido a la falta de donaciones de alimentos o recursos humanos para llevarlas adelante. En este sentido, hoy en Montevideo hay aproximadamente 70 ollas que están “inactivas” por este motivo.
Así consta en un estudio realizado por la organización Solidaridad Uy, una iniciativa de estudiantes, docentes y egresados de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, creada con el objetivo de “fortalecer las redes solidarias territoriales que surgen en tiempos de crisis”.
Al igual que el estudio de la Facultad de Ciencias Sociales, esta organización menciona que entre marzo y junio del año pasado hubo un aumento significativo en la cantidad de ollas populares en todo el país. Además, la investigación agrega que al comienzo de 2021 hubo un número importante de ollas que decidieron comenzar a funcionar como merenderos.
Específicamente, en junio de 2020 había 207 ollas, 13 merenderos y 44 centros que funcionaban como olla y merendero. Mientras tanto, en marzo de 2021 se registraron 126 ollas funcionando, 17 merenderos y 100 ollas y merenderos.
Según los datos, en Montevideo actualmente se sirven aproximadamente 120.000 porciones de comida en las ollas populares.
El estudio muestra que la mayor cantidad de “iniciativas solidarias” en la capital del país se encuentra en los municipios A y G, seguidos por los D, E y F. Esta tendencia no ha variado desde que se declaró la emergencia sanitaria en marzo del año pasado.