Más de 400 padres cubanos que residen en Uruguay piden poder reencontrarse con sus hijos

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Aeropuerto Internacional de La Habana. Foto: Reuters
FILE PHOTO: People walk at an entrance of the Jose Marti International Airport in Havana, Cuba, September 25, 2019. REUTERS/Alexandre Meneghini/File Photo, fachada
Alexandre Meneghini

INMIGRANTES EN URUGUAY

Piden al gobierno que acelere los documentos de visa -que les permite regularizar su estatus migratorio- para luego dar inicio al trámite de residencia y posterior reunificación familiar.

"Mamá me está engañando. Cada mes me dice que me viene a buscar y no viene. No aguanto más”. Cuando Luis Dairon escuchó las palabras de su hija, que viajaban desde más de 7.000 kilómetros de distancia, se quedó sin respuesta. La semana pasada Dairon y su esposa cumplieron dos años de vida en Uruguay. Dos años separados de sus hijos que quedaron en Cuba.

Como este matrimonio, al menos otras 426 familias cubanas residentes en Uruguay reclaman el poder reencontrarse con sus allegados que quedaron en la isla. O más bien, exigen al gobierno uruguayo que acelere los documentos de visa -que les permite regularizar su estatus migratorio- para luego dar inicio al trámite de residencia y posterior reunificación familiar.

La pandemia del COVID-19 enlenteció todavía más el proceso de regularización de documentos. Pero el problema de fondo es anterior. De hecho, entre las familias afectadas hay quienes llevan cuatro años separados de un hijo, un esposo o un padre.

Los cubanos han sido uno de los tres flujos más numerosos que han llegado a Uruguay en el último lustro. Pero a diferencia de quienes comparten ese podio -argentinos y venezolanos-, los cubanos padecen un proceso de regularización más complejo. Ocurre que Uruguay les exige a los isleños una visa de ingreso. Ese documento, aunque se ha flexibilizado, es de difícil acceso para quienes todavía no han salido de Cuba. Por eso la inmensa mayoría se arriesga en una aventura que implica atravesar Guyana, Brasil, hasta alcanzar Uruguay por la frontera seca del norte del país. Una vez en tierra uruguaya, solicitan el refugio -una manera de regularizar su ingreso.

“En esa aventura hasta llegar no sabemos con qué nos vamos a encontrar, es sumamente peligroso”, reconoce Dairon. Por eso la mayoría deja a sus hijos en Cuba, casi siempre al cuidado de una abuela. Los isleños, al igual que los uruguayos, tienen una de las tasas de fecundidad más bajas de la región, de ahí que esas familias tienen, en promedio, uno o dos hijos.

Una vez que alguno de los padres o el matrimonio se radica en Uruguay, empieza la otra aventura: renunciar al estatus de refugiado -dado que no existe una persecución como tal- y dar inicio a la regularización de los trámites.

Una opción es acceder la visa que no han podido conseguir antes. Eso lo logran justificando que llevan más de un mes en un trabajo formal, con aporte jubilatorio al Banco de Previsión Social (BPS), o con una carta de invitación de un familiar uruguayo tras medio año.

Las 427 familias que ahora piden ser escuchadas -incluyendo la de Dairon- ya reúnen los requisitos para tramitar esa visa y luego dar paso a la residencia y reunificación familiar. Un 60% de ellos necesita reencontrarse con sus hijos. Un 20% con su pareja y otro 20% con sus padres.

En una carta que les entregaron a las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores la semana pasada, las familias organizadas expresaron: “No pedimos hacer viajes de turismo. Estamos abogando por el estatus migratorio para hacer el trámite de reunificación de niñas y niños alejados de sus padres y familias, quienes estamos sufriendo la distancia por la situación mundial que nos dejó la pandemia. Entendemos que debemos aprender del coronavirus sin alejarnos aún más de nuestros seres queridos”.

El informe Dinámicas familiares de las personas migrantes en la ciudad de Montevideo, que publicó en noviembre Unicef y el Programa de Población de la Universidad de la República, muestra que, en el decenio analizado, tres de cada diez niños o adolescentes cubanos llegó a Uruguay sin la compañía de un adulto. El estudio no indaga los motivos.

Ese mismo informe advierte que, para el año 2018, las familias cubanas estaban compuestas por 2,48 miembros. De ellos, casi una persona (0,78) todavía vivía fuera de Uruguay.

De la Isla hasta una pensión

De las personas migrantes que residen en pensiones, la mayoría son de nacionalidad cubana (23%). Así lo reveló el último Censo de Pensiones que realizó la Intendencia de Montevideo a comienzos de la pandemia en 2020.

Eso se refleja incluso en la distribución geográfica: entre las personas de origen cubano, el principal barrio de residencia de la primera vivienda fue el Centro, seguido de Cordón.

En el informe Acceso a la vivienda adecuada de las personas migrantes en la ciudad de Montevideo, publicado a fin del año pasado, se muestra que la mitad de los cubanos que fueron entrevistados para el estudio habían residido en una pensión a su llegada a Uruguay.

En ese sentido, además de la dificultad para regularizar su trámite, los cubanos padecen una dificultad para demostrar los ingresos suficientes para conseguir el respaldo para una garantía habitacional. De ahí que la pensión sea, por lo general, la primera opción.

Las condiciones de muchas de esas viviendas, hacen que el proceso de reunificación familiar no solo se dilate por los trámites migratorios, sino también por las condiciones de vida que tienen.

En las pensiones que alquilan los cubanos en Montevideo habitan, en promedio, 2,9 personas por habitación.

Por si fuera poco, el informe detalla que el 38% de los cubanos entrevistados gasta más del 40% de sus ingresos en el arrendamiento de la vivienda.

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