Pasha, el uruguayo que era taxista en el Cerrito y ahora combate en Ucrania porque odia a los rusos

Llegó hace un año y medio y fue destinado a Dónbass, escenario de los peores enfrentamientos para repeler la agresión rusa. "Hice lo que tenía que hacer", asegura sobre su decisión de ir a una guerra "ajena".

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El uruguayo Pasha junto a su unidad de artillería en el frente de operaciones.
El uruguayo Pasha junto a su unidad de artillería en el frente de operaciones.
Foto: El País

En País en Ucrania
Se llama Pablo y tiene 47 años. Vivió en el Cerrito de la Victoria y durante 15 de esos años manejó un taxi por las calles de Montevideo. Ahora es conocido como Pasha, el diminutivo de su nombre en Ucrania, país que adoptó como propio, del que no piensa irse y al que hoy defiende con las armas en la mano.

El camino que lo llevó al país europeo empezó a fines de 2021. Estaba entrando el taxi a su casa, cuando tres hombres lo intentaron asaltar. En el forcejeo, recibió un disparo que lo hirió en la cadera. A los tres meses, aún convaleciente, vio por televisión como Rusia empezaba a acumular tropas en la frontera y terminaba por invadir la nación en la que ahora reside.

Su interés por ese lugar, dice, en realidad viene de antes. “Siempre le tuve fastidio a Rusia” confiesa a El País en Kiev -ciudad en la que reside y en la que se encontraba durante uno de los días de permiso de su unidad- al señalar que Moscú siempre dio la misma excusa de “defender a la población rusa” para anexarse otras regiones. El caso, por ejemplo, de Abjasia en 1993 o el de Osetia, en 2008. Un fastidio que, a veces, escala a odio. Odio a todo lo ruso “y a la era soviética”.

Pablo sigue las vicisitudes de Ucrania desde 2014. A pesar de la distancia, dice, no lo sentía un tema lejano. En febrero de ese año, Rusia invadió y ocupó Crimea. En abril, haría lo propio con las regiones de Donetsk y Lugansk, el Dónbass, desatando el conflicto del que muchos dicen la guerra actual representa apenas una continuación. Y, aún convaleciente, tomó la decisión de colaborar con la defensa de Ucrania. Le tomó un año lograrlo.

Pablo: conocido como el Pasha en Ucrania, entrevistado por El País
Pablo: conocido como el Pasha en Ucrania, entrevistado por El País durante su visita a Kiev
Foto: El País

Sin ningún antecedente en materia militar, en abril de 2023 sacó el pasaporte, compró el pasaje y se fue, cruzando medio planeta, “a ver qué podía hacer”. Llegó a la frontera. Su único contacto era un argentino que ya combatía. De la fronteriza ciudad polaca de Medika partió en bus a Lviv, y de ahí en tren a Ternópil. Allí estaba ubicado un centro de reclutamiento del Ejército ucraniano. Luego de un proceso que llevó un mes y medio, fue enviado junto a otros ocho extranjeros al ya legendario Batallón 204 de Artillería de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania. Luego de casi dos meses de entrenamiento, fue destinado al Dónbass, en una misión por cuatro meses. “Trabajamos muy bien, en esos dos meses no tuvimos ninguna baja”, afirma. Luego de un período de pausa, estuvo en esa región otros nueve meses, hasta que la mayoría fue destinada a otras zonas.

Una zona deprimente

El grupo de Pasha operaba a 20 kilómetros del frente, cerca de la ciudad de Kramatorsk. Desde allí su sección disparaba hacia las posiciones rusas, a la vez que se protegían de los disparos que llegaban desde el otro lado. Al tratarse de un artillero, nunca se topó a un enemigo cara a cara. “No los ves”, insiste. De todas formas, dice tener constancia de que su unidad “trabajó bien”. Así sintetiza el daño infligido a los rusos.

También admite haber sentido varias veces que su vida estaba en serio peligro. Por lo general, presta servicios durante cinco días seguidos, antes de ser relevado y volver a zonas seguras.

Pasha confiesa que permanecer en el Dónbass, donde se siguen librando los combates más intensos de la guerra, es insoportable. “Es deprimente”, afirma. “Todo está hecho pedazos y se vive un continuo estrés”, agrega. Hasta la invasión era -salvo la capital- la región más densamente poblada de Ucrania.

El combatiente uruguayo junto a un compañero que también forma parte de las milicias ucranianas
El combatiente uruguayo junto a un compañero que también forma parte de las milicias ucranianas
Foto: El País

¿Mercenario?

“Siempre hubo gente peleando por otros países”, asegura, al señalar el caso de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española. Y, si bien aclara que ese no fue el motivo de su decisión de combatir por Ucrania, a la que estaba dispuesto a defender “gratis”, ese país le paga por sus servicios. Pasha muestra su contrato y dice recibir un pago mensual de 120 mil grivnas, unos US$ 3.000. Está amparado por las mismas leyes que los militares locales, aporta a la seguridad social y paga impuestos. Es por eso que rechaza la acusación de “mercenarios” que recibe él y los demás extranjeros que defienden a Ucrania. “Yo firmé un contrato nuevo la semana pasada. Un mercenario, si quiere irse, mañana se va”, dice.

Recuperar Mariúpol

Pasha considera que, para buena parte del mundo, la guerra entrará pronto en una fase de definiciones y que, en buena parte del mundo, parece olvidada. Dice que la reciente incursión y permanencia en la zona cercana a la ciudad rusa de Kursk supuso un “golpe fuerte” para levantar la moral. También celebra que, este viernes, un ataque ucraniano con drones destruyera un arsenal de armas cerca de Moscú, provocando una explosión que derivó en un movimiento de tierra. Varios medios internaciones, citando a fuentes de la inteligencia estonia, señalaron que en ese hecho Moscú perdió una reserva de municiones equivalente a tres meses.

Pasha resalta que, por ahora, el mensaje del gobierno de Volodímir Zelenski no va por el camino de negociar una cesión de territorio a cambio de paz.

Y por ello considera que, si hay que ceder algo, debería ser Luhansk. “No sé ni para que la queremos. Está totalmente arrasada”, afirma.

Además, plantea el problema que supondría retomar- la y mantenerla con una po- blación, mayoritariamente prorrusa, en contra. “Luhansk ya está perdida”, agrega. Lo que sí le gustaría, dice, es que Ucrania recupere la emblemática Mariúpol, la ciudad portuaria ubicada a orillas del Mar de Azov. Sobre todo, lo asegura por todos los que entregaron su vida defendiéndola.

Integrantes de la Fuerza de Defensa Territorial de Ucrania preparados para salir al frente de batalla.
Integrantes de la Fuerza de Defensa Territorial de Ucrania preparados para salir al frente de batalla.
Foto: El País

Mariúpol también tiene un significado especial para él. Su pareja, una mujer ucraniana, perdió a su hijo en la guerra. El joven, de 26 años, fue uno de los 53 soldados que, capturados cerca de esa ciudad, murieron en julio de 2022 cuando la cárcel en la que estaban recluidos fue bombardeada e impactada por misiles. Ucrania acusó en ese momento a Rusia de haber bombardeado deliberadamente la prisión.

Pasha admite que, por estas horas, el frente está complicado. “Están diciendo que el que se quiera ir se puede ir, porque está muy duro”, cuenta. Varios de sus compañeros extranjeros lo hicieron. De allí que subraye la importancia de que Estados Unidos apruebe el uso, por parte de Ucrania, de misiles occidentales de largo alcance sobre objetivos militares rusos.

No es tu guerra

Lleva en Ucrania casi un año y medio. “No me voy más”, asegura. Dice tener hoy la posibilidad cierta de conseguir un empleo civil. Cuenta con la residencia, y espera conseguir pronto la ciudadanía.

En Montevideo quedó su familia. Su madre y su hermano, con el que no se habla. Su padre, que falleció en enero, no estaba de acuerdo con su decisión de irse a combatir a Ucrania. “No es tu guerra”, le decía.

También quedó en Uruguay su hijo de 16 años, al que no ve desde que se fue y con el que procura reunirse en su nuevo país. Pasha dice que mantiene una comunicación permanente con él. Afirma que su hijo, que cuando emprendió el viaje no le hablaba, ahora “está desesperado por venir”.

Consultado al respecto, señala que no es posible mantener una neutralidad en esta guerra y que, si Ucrania cae, Rusia seguirá de largo. Como pasó en Chechenia o en Georgia. También su decisión de defender a Ucrania la tomó el primer día que supo de la invasión. “Hice lo que tenía que hacer”, concluye.

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