La radiactividad natural es aquella que está presente constantemente en el medio ambiente. Esta puede aumentar por la erupción de un volcán o su origen puede ser cósmico. Hasta el aire que respiramos tiene una pequeña cantidad de radioisótopos. Las arenas negras, por ejemplo, también emiten radiactividad debido a su composición: son yacimientos de minerales densos de color oscuro con predominancia de ilmenita, que está asociada en general por minerales de hierro, óxido de titanio y otros como magnetita, cuarzo, calcita, entre otros.
Desde hace décadas se conoce que el área de Barra de Valizas-Aguas Dulces es rica en estos recursos minerales (también existen en otros puntos de la costa), que algunos tienen incorporados átomos radioactivos, en concreto: uranio-238, torio-232 y potasio-40. También se sabe que Rocha presenta los niveles más altos de incidencia y mortalidad por cáncer del país. “¿Hay una relación ambiental”?, fue la pregunta que disparó la investigación de Ana Noguera, Heinkel Bentos Pereira y Laura Fornaro, del Departamento de Desarrollo Tecnológico, Grupo de Desarrollo de Materiales y Estudios Ambientales del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Udelar.
El equipo se enfocó en la concentración de los radionucleidos naturales en el suelo de Valizas con el fin de evaluar el peligro radiológico para habitantes y turistas. Así se encontró que los niveles de torio-232 están por encima del promedio mundial y esto, en una exposición prolongada en la vida de, por ejemplo, una persona que pasa el 20% del día en un ambiente exterior (también se calculó una base del 50% del tiempo para ajustarlo a la realidad local de los pescadores), le otorga “una probabilidad” mayor para desarrollar cáncer.
En concreto, la radiación emitida por el torio-232 es más del doble del promedio mundial: 79,4 Becquerel por kilo. El promedio para el planeta es 30. El radio-226 se situó un poco por encima del promedio mundial (38,5 Becquerel por kilo sobre 35); mientras que el potasio-40 fue el único indicador que permaneció por debajo de los promedios mundiales.
Respecto al índice de riesgo radiológico, Noguera explicó a El País que aquellas personas que pasan el 20% de su tiempo al aire libre en Valizas se exponen a una dosis de 92,7 microsieverts al año; si pasan el 50% del tiempo, la cifra sube a 232 microsieverts al año. La media mundial, calculada al 20%, es de 70 microsieverts al año.
Otro cálculo de la investigación, publicada en Environmental Geochemistry and Health, es el riesgo de exceso de cáncer a lo largo de la vida; es decir, la probabilidad de desarrollar cáncer en algún momento de la vida después de la exposición a un contaminante específico. Tomando en cuenta la exposición del 50% del tiempo, el riesgo de exceso de cáncer en Valizas es de 9x10-4, tres veces más que el valor recomendado de 2,9x10-4 del Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica.
No obstante, la investigadora aclaró: “Aunque ese valor sea hasta tres veces más alto, el riesgo es considerado bajo por los organismos internacionales. Pero no se puede descartar ni confirmar que tenga influencia en los datos de cáncer”. Esto es porque el nivel seguro de radiación al año es de 2,4 milisieverts y una persona que vive exponiéndose a las arenas negras de Valizas lo hace a 0,231 milisieverts en el cálculo de la mitad de su tiempo al aire libre. Para un turista es aún menor: 0,0254 milisieverts para todo un verano o 0,0064 mililisieverts para una quincena.
Pero no hay que olvidar que, como dijo Noguera, “la incidencia del cáncer es acumulativa” por lo que esta radiación se suma a otras fuentes (desde alimentos hasta el aire) y a otros factores (como el tabaco o la genética). Y como no es posible discriminar las tasas de cáncer por localidad (se conoce solo el departamento en general), no se puede hacer, por ahora, ninguna relación directa por lo que la experta cree que son necesarios más estudios médicos y sociales para verificar esa correlación.