Uno limpia su pipa para fumar pasta base, otro cuenta que es epiléptico y bipolar y que no ha podido conseguir su medicación para dormir esta noche. Desparramadas en la vereda, unas 20 personas esperan turno de tardecita para entrar a un refugio nocturno en el barrio Cordón; una de ellas es Julieta Denevi, que desde la adolescencia actuaba en Plop!, el programa humorístico emblema de canal 12 de la década de los 90, y hoy siente que quienes como ella hacen fila son “invisibles” para el resto.
Están rotos. No todos, pero muchos sí. “Yo hace 15 años que estoy en el sistema”, dice un hombre de 46 que busca cupo para tener una cama en ese refugio de la calle Requena, entre Ana de Monterroso y Brandzen, a una cuadra y media de 18 de Julio, porque no ha conseguido la permanencia. “Yo hace 14”, retruca uno que cumple 50 el mes próximo. “Y yo 20”, comenta una señora de 54 años que solo ve con un ojo y por eso evita caminar la noche en la búsqueda de amparo. Otras que aparentan su edad callan; esperan en silencio.
Sus trayectorias son dispares, pero en la mayoría se repiten al menos una de tres heridas: haber pasado por la cárcel, por adicciones y padecer en salud mental. “El señor llega alcoholizado, un tono arriba”, comenta por lo bajo Julieta ante el arribo de otro usuario permanente. A sus 46 años, cuenta a El País que tras alejarse de la televisión y el teatro, donde además de actuar trabajó como productora y asistente de dirección, se embarcó en un proyecto agropecuario, en una cooperativa en Canelones que se fundió durante la sequía del año pasado. “Sembramos, pero no cosechamos”, recuerda. Cuando empezó a “comer salteado”, recurrió a un refugio.
La semana pasada salvó junto a una amiga que también duerme en el mismo centro un examen de Sociología de quinto año de liceo, la última materia pendiente que les quedaba de ese curso. En la vereda y en la calle conviven con los que ni siquiera ingresan a los centros nocturnos porque sus niveles de violencia o consumo son inaceptables o por otros motivos, y con el resto de los habitantes del barrio. “Los vecinos se quejan con razón. Les cagan y mean en la puerta”, sintetiza uno de los usuarios del refugio. A su lado, dos más concuerdan.
Un comerciante de la zona lamenta que para ellos también es “un sinvivir”. Le piden comida, a veces da, otras no y se la llevan igual. “Cuando llegamos, tenemos que limpiar lo que dejan en la puerta”, dice otro, “y el olor inunda”. Habla de heces y vómitos.
En la mañana del lunes, cuando abrieron sus puertas los refugios del Cordón, la violencia copó la calle: corridas, botellazos, enfrentamientos con varillas afiladas. Ailen Collazo, coordinadora de tres centros nocturnos, contó que de tardecita “estuvo compleja la situación porque había mujeres esperando cupos” y la violencia no cesaba. “Llamamos 11 o 12 veces al 911 y vinieron dos veces nada más, y cuando el conflicto ya había mermado, lo que generó gente expuesta que no tenía nada que ver”; entre ellos vecinos, usuarios y trabajadores. “También hubo amenazas a nosotros que somos la cara visible del refugio”, repasó.
La tensión se respira al caminar por el barrio en la tardecita del jueves. A media cuadra del refugio ubicado en la calle Juan Paullier, entre Chaná y Guaná, cuatro personas sentadas en el muro de una casa preparan una pipa, mientras un joven con un palo de jockey al hombro fija la mirada en el que pasa por la vereda, que parece su vereda. Segundos después, cruza la calle para raspar una vianda.
Harto de la situación, un grupo de vecinos del Cordón Sur remitió una carta al Municipio B, la Intendencia y los ministerios de Interior y Desarrollo Social el 15 de febrero para expresar que se sienten “desprotegidos y abandonados por parte de las autoridades”, ya que la seccional quinta “cuenta únicamente con dos móviles y 12 efectivos policiales por turno, lo que “se traduce en una creciente ola de delincuencia que afecta a todos los habitantes y comerciantes del barrio, que sufren robos, rapiñas, vandalismo, violencia y otros delitos”. Agregan que “la falta de iluminación, de cámaras de seguridad y de limpieza contribuyen a agravar el problema”, y reclaman respuestas. En octubre, vecinos de un refugio de Cordón Norte también presentaron quejas y alertaron por la cercanía con una escuela.
La respuesta del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), que supervisa los refugios, llegará el próximo mes, con la implementación de un nuevo modelo de atención para las personas en situación de calle.
Nuevo modelo
El 26 de abril vencen los contratos de ocho organizaciones que gestionan 24 refugios nocturnos y -a raíz de esa situación, de la problemática de convivencia y de la evidencia recogida- el Mides implementará un nuevo modelo de atención a personas en situación de calle. Esas 24 casas y seis más pasarán a ser centros de 24 horas que gestionarán seis organizaciones: cada una tendrá cinco hogares a cargo. En lugar de atender a entre 20 y 24 personas de noche, como ocurre hoy, vivirán allí 12 usuarios.
La actual administración ya puso en marcha seis centros 24 horas. “Se decía que si vos das centros 24 horas después la persona está cómoda y no sale a buscar un trabajo, y la realidad es que en base a pilotos la persona se siente mejor teniendo dirección y una cama que sabe que es suya, y si falta, no la ocupará otro. Eso genera un nivel de bienestar que la ayuda y la empuja a mejorar su situación, a adherir a un tratamiento”, dijo a El País la directora nacional de Protección Social del Mides, Fernanda Auersperg, para quien “la evidencia demostró que las personas que pasaron a centros 24 horas pueden salir a trabajar y tener un proyecto de vida”.
Se trata de “un modelo integral centrado en la persona, en su problemática específica y en la causa que la llevó a que esté en situación de calle, para dar la respuesta más amplia posible para que logre superar la situación y alcance la autonomía suficiente para ir a una vivienda con apoyo o salir del sistema”, explicó Auersperg. A su vez, sostuvo que “está probado que el modelo de centros nocturnos no ha logrado que las personas terminan egresando del sistema y, si egresan, son egresos muy frágiles y rápidamente vuelven”.
Auersperg destaca que “existen distintas poblaciones que conviven en situación de calle”, por lo que se requiere “respuestas diferenciadas”, y ejemplifica: “Si tenés un veterano que hace cinco años va todos los días al refugio, que no ha logrado salir del sistema porque no tiene forma de generar ingresos y trabajó toda su vida en la informalidad por lo que no podrá acceder a una jubilación, no es digno que a las 9 de la mañana tenga que salir con su mochila, que es su casa a cuestas, y sentarse en una plaza o una esquina a esperar que sean las 18 para volver a entrar”.
Más plazas
A los 24 centros nuevos 24 horas que estarán disponibles desde fines de abril, se sumarán otras plazas durante el año: habrá 100 más en casas de salud (o establecimientos de larga estadía) para quienes requieren cuidados (hoy hay 150), y 300 vales más de inclusión sociohabitacional, que son subsidios de pensión (hoy hay 150).
Además, seguirán abiertos nueve refugios nocturnos y se inaugurarán 16 más para atender emergencias y a quienes hacen uso intermitente de los centros. “Estamos buscando geolocalizarlos en espacios que no generen conflictos a la comunidad”, explicó la jerarca, que informó que el Municipio B concentra hoy casi el 50% de población en situación de calle y que “en un radio muy chico”, en el entorno de la calle Requena, “hay muchos centros”, lo que acarrea “problemas de convivencia”. Donde hay adictos, también hay vendedores, por lo que las transas en las puertas de los refugios nocturnos son moneda corriente.
En definitiva, “con esta respuesta específica pasamos de 1.264 cupos a 1.436 plazas, y a su vez sumaremos 375 específicos para salud mental y adicciones” en centros de rehabilitación y casas de medio camino, que se agregarán a las 385 que hoy ya están disponibles. El censo realizado el año pasado, identificó a 2.700 personas en situación de calle.
El sistema se complementa con dispositivos de atención diurnos para 310 personas y respuestas ambulatorias para 1.180 personas más. Además, hay un programa de vivienda con apoyo, otros para migrantes y egresados del sistema penitenciario, y el Mides prevé inaugurar este año un centro integral de atención 24 horas en el Centro de Montevideo para atender situaciones críticas que refieran a salud mental y/o adicciones. Auersperg insiste en que con esto se pretende “diversificar las respuestas”.
Protesta y paros contra cambios en los centros
Este lunes el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, renuncia a su cargo para abocarse a la campaña electoral. En ese marco, la Unión de Trabajadores del Ministerio de Desarrollo Social (Utmides) realizará un paro de 11 a 13 horas con movilización en la puerta de la sede del ministerio en protesta por “la ineficiencia de la gestión”. La convocatoria fue realizada inicialmente por el Sindicato Único de Trabajadores de Instituciones Gremiales y Afines (Sutiga), que agrupa a trabajadores tercerizados del Programa Calle, quienes plantean que la reestructura de los refugios implicará un “incremento en el hacinamiento en los nocturnos y reducción de la calidad de atención”. La reestructura también preocupa a usuarios de refugios, que acudirán a la protesta.
Nuevos equipos técnicos centralizarán la atención
Hoy trabajan en las llamadas “colmenas” (organizaciones que gestionan tres centros nocturnos) un coordinador, un asistente social y un psicólogo, y a ellos se les suma un miembro de enfermería por cada refugio. Desde fines de abril, al caer contratos de las “colmenas” y en el marco de la reestructura, comenzarán a funcionar dos CAT o equipos técnicos centralizados para la atención y seguimiento de usuarios. Cada CAT estará formado por 14 técnicos que trabajarán en duplas de psicólogo y asistente social, los que recorrerán los centros para seguir las trayectorias de los usuarios. “Se da mucho hoy que una persona está en este centro, pierde la permanencia, se va a otro, anda deambulando por el sistema, y a cada lugar donde va lo atiende un técnico nuevo y hay como una sobretecnificación y atención, y la persona dice ‘basta, no me pregunten más de mi vida’. Lo que buscamos es que este equipo centralice y siga a la persona, para postularla para viviendas con apoyo o a dispositivos”, explicó Auersperg. Además, Mides contratará a 69 técnicos para atención de adicciones y salud mental.