Pocos minutos después de anunciar en conferencia de prensa que los restos hallados el 6 de este mes en el Batallón 14, en Toledo, son de una mujer, Ignacio Errandonea, integrante de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, enfatizó: “Todos queremos ponerle un nombre”.
Tras saber el sexo, confirmado por el Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF), se abre un abanico de 40 nombres, 40 familias. Esto sucede a días de que se cumplan 50 años de la disolución de las cámaras por parte de Juan María Bordaberry, y del inicio del golpe de Estado (1973-1985).
Elena Quinteros, María Claudia García y Amelia Sanjurjo integran dicha lista. Oficialmente se contabiliza un total de 197 desapariciones entre los años 1968 y 1985, por lo que la determinación del sexo afina la mira, pero no calma la “ansiedad”, como dijo Errandonea.
Para aterrizar un nombre y apellido se deberá esperar a un análisis que se hará en Argentina, que podría insumir un mes tomando en cuenta experiencias similares previas.
Fuentes oficiales dijeron a El País que sobre este fin de semana, o a más tardar el próximo lunes, las muestras de ADN se enviarán a Córdoba. Serán analizadas por el Laboratorio de Genética Forense perteneciente al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Hasta ahora, primó la cautela y nadie arriesgó un nombre. “Madres y Familiares no va a dar la certeza de ningún nombre hasta que no esté la identidad verificada por el ADN”, sostuvo Graciela Montes de Oca.
Y añadió: “Sabemos que hubo traslados de compañeros desde Argentina hacia Uruguay, de Uruguay a Paraguay, lo mismo que a Chile. Por lo tanto, no podemos ponerle un nombre hasta que esté la identificación. Puede ser cualquiera de nuestras compañeras”.
“Nos atenemos estrictamente a lo que dice Familiares en ese sentido”, dijo a El País el director de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh), Wilder Tayler. Recordó, además, que en las investigaciones “nunca” descartaron los traslados desde Argentina.
Consultado por El País, el ministro de Defensa, Javier García, dijo que “hay que ser muy cauteloso y esperar los resultados del estudio genético”. Valoró que “no es bueno, ni responsable, hacer conjeturas sobre identidades”, por lo que llamó a “esperar con serenidad los estudios científicos”. Tal como señaló días atrás, el jerarca concluyó: “Esperemos que una vez sabida la identidad haya paz en una familia uruguaya”.
Ignacio Errandonea, de Famidesa, reclamó “seguir buscando” a los demás desaparecidos.
“No los tenemos. El Estado no nos proporciona la información. El gobierno no obliga a las Fuerzas Armadas a decir dónde están nuestros familiares”, enfatizó.
“Cuando vemos a la altura que estaba esa tumba, ¿tan difícil era encontrarla?”, lamentó.
Por otro lado, Wilder Tayler, director de la Inddhh, subrayó a El País que es “muy estremecedor” y “difícil de concebir” este caso. “Nos impresionó las características de clandestinidad, saber que es una mujer adulta muy pequeñita en tamaño”, graficó el funcionario.
Características del hallazgo en Toledo
La antropóloga forense Alicia Lusiardo, coordinadora de GIAF, fue quien anunció el hallazgo de “un esqueleto del sexo femenino” en el Batallón 14. Con respecto a la edad y la estatura, intentaron con varios métodos, pero no están en condiciones de hacer “ninguna determinación”.
“No nos queda duda de que esto es un enterramiento de un detenido-desaparecido”, agregó Lusiardo, tomando en cuenta que el enterramiento fue “clandestino”, en un predio militar, con “evidentes intenciones de ocultamiento”.
La antropóloga forense dijo que el cuerpo estaba “en posición decúbito ventral, con la cabeza hacia el sur y los pies hacia el norte”, en una fosa a medio metro de profundidad. “Una vez cavada la roca, se colocó cal, el cuerpo, se volvió a colocar cal por encima y por último se colocó una losa”, graficó. Los restos fueron hallados a unos 100 metros de los restos de Julio Castro y Ricardo Blanco, ubicados hace poco más de una década.
Encontraron un esqueleto “esencialmente completo”, aunque con un “deterioro generalizado” en los extremos de los huesos largos porque raíces de plantas “invadieron los espacios vacíos entre la cal y los huesos”, explicó Lusiardo.
Respecto a si el deterioro puede comprometer el contenido de ADN de los restos, la experta puntualizó que contar con huesos “no es suficiente para poder determinar si se va a poder extraer material genético o no”. Estos restos tienen cal, y según los genetistas esto permite “preservar muy bien el material genético”, por lo que estimó que van a tener “buenas chances” en este caso.
La experta dijo que, por el momento, el equipo no tiene indicios en cuanto al asesinato. “Se sigue trabajando con la junta médica en relación al análisis de lesiones, así que todavía no tenemos información al respecto”, manifestó.
El trabajo de la institución argentina de referencia conlleva completar antes una serie de requisitos, tales como “permisos, cartas y formularios”, puntualizó. Lusiardo recordó que cuando identificaron a Eduardo Bleier -ubicado en el Batallón 13 en agosto de 2019- el análisis de ADN llevó tres semanas desde que la muestra arribó al laboratorio y se llegó a un resultado.
Pese al reciente hallazgo, “se sigue con los trabajos” en la zona militar cautelada judicialmente por la Inddhh. “Ahora que ya se terminó de excavar esta fosa estamos iniciando tareas que dan continuidad”, manifestó.
Tayler dijo a El País que de 32 hectáreas que pueden indagar en este batallón, trabajaron en menos de la mitad de ellas.
Análisis de Laboratorio de Genética argentino
Enviarán en los próximos días muestras de ADN de los restos hallados el 6 de junio en el Batallón 14 a Argentina para determinar allí su identidad. Esta información será analizada en el Laboratorio de Genética Forense, bajo la órbita del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
El organismo colabora desde hace dos décadas con la búsqueda de desaparecidos en Uruguay, realizando análisis genéticos de los restos hallados.
Desde el año 2005, hubo seis desenterramientos (los de Ubagesner Chaves Sosa, Fernando Miranda, Julio Castro, Ricardo Blanco, Eduardo Bleier y la mujer cuya identidad se desconoce hasta el momento).
En relación con Uruguay, el laboratorio de referencia fundado en 1984 hace el “cotejo genético de las muestras dubitadas (provenientes de personas desaparecidas fallecidas) con muestras de referencia de familiares de personas desaparecidas” en su Laboratorio de Genética Forense, en Córdoba.
Una vez que reciben la muestra, se “lava y descontamina”, después se “seca”, y luego se “pulveriza” con el fin de que “tome contacto con los reactivos que liberan el ADN”.
Cuando se obtiene el “ADN genómico”, se realiza una “reacción de PCR”, que en los hechos, explicaron, “amplifica zonas específicas del ADN que son de interés”. Tras conseguir el “perfil genético”, este se incorpora a la base de datos del EAAF.
Las muestras nacionales se cruzan con la base del EAAF de familiares de personas desaparecidas de Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, tomando en cuenta los traslados clandestinos que se hicieron en tiempos de dictadura militar.
Esto incluye muestras de “familiares provenientes de Uruguay o de uruguayos que aportaron su muestra en Argentina”. EAAF resguarda muestras “de más de 11.000 familiares de estos cuatro países que representan a más de 6.100 personas desaparecidas”. De esta cifra, 350 muestras son de familiares de uruguayos, quienes representan a 197 desaparecidos.