El agua que aproximadamente cae en un mes llovió toda junta en las últimas horas y de forma bastante pareja en todo el territorio nacional. Pero Uruguay atraviesa desde hace más de tres años un fenómeno de precipitaciones por debajo de lo normal, problema que se acentuó a fines de 2022 con una primavera seca. Esto primero provocó alarma en el sector agropecuario porque afectaba el ganado y los cultivos y después encendió todas las alertas en Montevideo y el área metropolitana porque se debió acudir a agua con niveles de salinidad superiores a los habituales para garantizar el suministro en las cañerías.
De hecho, las reservas de la represa de Paso Severino llegaron casi a tocar fondo y las fotos de la tierra, que jamás se había visto, impactaron. Pero la situación comenzó a mejorar en julio con algunas lluvias cuyos acumulados se parecían bastante a los habituales, lo que permitió aumentar la humedad de los suelos e incrementar el caudal de la represa y del río Santa Lucía, y así mejorar la calidad del agua que sale de las canillas. Esto se sumó a las lluvias que ya habían caído en los meses anteriores en otras zonas del país, por ejemplo en el noreste y este.
Y finalmente las precipitaciones de las últimas horas permitieron a algunos expertos hacerse la siguiente pregunta: ¿se terminó la sequía?
El meteorólogo Mario Bidegain, por ejemplo, no dudó en expresar a través de su cuenta de Twitter que “se acabó la sequía”, acompañando su afirmación con la “imagen histórica” que refleja los acumulados de lluvias de las últimas 24 horas.
Imagen histórica de #Lluviass acumulada en 24 h (hasta 03 h 18/08/23) según estimación satelital, muestra acumulados de 3 dígitos al sur de #Uruguay (150-200 mm), cuenca Santa Lucía (100-150 mm). Gran parte Uruguay por encima de los 80 mm. Se acabó la sequía !! pic.twitter.com/OvPRdTGe5v
— Mario Bidegain (@mario_bidegain) August 18, 2023
En diálogo con El País, Bidegain dijo que “este evento que hemos culminado con acumulados de lluvia que en muchos lugares estuvieron por encima de 100 milímetros, lo que ha provocado es que los contenidos de humedad en los suelos estén a niveles máximos hoy en día”, lo que implica que “no pueden contener más” agua y la escurren hacia ríos, arroyos y cañadas.
Expresó que hasta antes de este evento “todavía teníamos déficit de agua en los suelos”, lo que podría denominarse sequía, pero con los acumulados de agua que cayeron, ese déficit “ya ha desaparecido” y “todo lo que llovió por encima” de los valores de humedad que puede aguantar el suelo, “ya está escurriendo”.
Además, explicó que como todavía estamos en invierno los niveles de evaporación del agua son bajos, lo que es una “buena condición” por si en los próximos días no se registran nuevas lluvias. “Los suelos se van a mantener en buen estado, por lo menos hasta comienzos de setiembre”, afirmó Bidegain.
En paralelo, dijo que por el fenómeno denominado El Niño para toda la primavera hay una tendencia que indica que lloverá más de lo habitual, entonces “todo hace suponer que no deberíamos retornar a una situación de sequía como la que atravesamos en estos últimos tres años”.
Por su parte, el meteorólogo José Serra tiene una visión distinta del tema y aseguró que todavía estamos ante un déficit hídrico, porque lo que no llovió en los últimos tres años aún no se ha recuperado.
“Entiendo que en algunas regiones el déficit hídrico ha mermado prácticamente en su totalidad, sobre todo en la región noreste del país”, dijo, aunque luego agregó que en verano, cuando la tendencia en algunas zonas empezó a cambiar, había “un déficit acumulado de precipitaciones de 800 milímetros, sobre todo en la región sur y suroeste del país”. Esto quiere decir que, si en épocas normales un promedio mensual de lluvias a nivel nacional es cercano a los 100 milímetros, es como si faltara caer el agua de “ocho meses”.
Y señaló que “la merma en los embalses del Santa Lucía y Paso Severino” muestran que aún “la sequía no quedó atrás”. “Si bien ha mermado por varios episodios de precipitación de enero a la fecha, aún no hemos repuesto la totalidad del agua que nos restó este período de La Niña”, expresó Serra.
Para el meteorólogo, recién ahora “comienza el inicio de la finalización de la sequía”, ya que se empezaría “lentamente a regularizar la situación de falta de agua”. En su opinión, para que podamos hablar efectivamente del fin de la sequía “hoy en día faltan entre 250 y 350 milímetros, dependiendo de la zona”.
Las cañerías y las vacas
Fuentes de OSE consultadas por El País indicaron que el caudal del río Santa Lucía y de la represa de Paso Severino “está creciendo a muy buen ritmo” en las últimas horas y que los niveles de sodio y cloro verán una baja en los próximos días, aunque el descenso más marcado se verá recién en las cifras de este sábado.
Hasta este jueves la represa de Paso Severino tenía 10.946.071 metros cúbicos, y según las fuentes consultadas podría llegar a 15 millones en estas horas. De todas formas, siguen siendo niveles históricamente bajos, porque su capacidad máxima es cercana a los 70 millones.
Asimismo, “todavía no se planteó terminar con la emergencia hídrica”, resolución que habilita a tomar diversas medidas para afrontar los efectos, indicaron desde OSE.
Ahora bien, ¿qué pasa con los productores rurales? Este rubro mostró varias dificultades en verano, cuando comenzaron a verse las primeras imágenes impactantes, por ejemplo de tajamares que se secaban. Carlos Rydström, director general de Desarrollo Rural, contó a El País que estas lluvias “son tremendamente bienvenidas” sobre todo en el sur del país, la zona que “seguía relegada”, no solo porque “llena la capacidad de retención del suelo” sino porque “empieza a llenar muchas de las aguadas que venían muy mermadas”.
Sin embargo, afirmó que “el sector ganadero no quita el enorme perjuicio de la seca de la primavera pasada”, para lo que todavía falta “un tirón más”.
Explicó las dificultades que representó para el sector que por ejemplo el ganado vacuno perdiera peso y no pudiera reproducirse. A falta de alimento, producto de la sequía, no pudo engordar en la época más propicia para ello, que es la primavera y, en menor medida, el verano. Eso no solo representa un problema en sí mismo sino también para la reproducción, ya que cuanto más chico el animal, menos posibilidades tiene de preñarse.
“La situación no llega a la normalidad simplemente con lluvia”, dijo y agregó que aún hay “ un potencial de crecimiento muy grande”. “Los kilos que debería estar pensando una vaca a esta altura del año con respecto a lo que realmente pesa, están muy por debajo”, sentenció y agregó que también está por debajo “la cantidad de vacas que deberían estar pariendo”. “Es un proceso biológico que tarda mucho tiempo en estabilizarse”, aclaró.