Aniversario
El Salvo celebra su aniversario y su inquilino más antiguo, Abelardo García Viera, cuenta sus secretos.
Dice ser el habitante que mejor conoce los recovecos del Palacio Salvo. El historiador Abelardo García Viera sabía quiénes eran todos los vecinos mientras presidió la administración del edificio en tres ocasiones. Y llegó a visitar los 370 apartamentos.
Una señora del piso 9 hacía ricas tortas de chocolates y lo invitaba a tomar el té. Abelardo pasó 50 de sus 80 años en el Salvo, y es el vecino más antiguo. Compró el primero de varios apartamentos en el emblemático edificio medio siglo atrás.
Pagó 400 dólares por la torre este del piso 19. Es dueño de tres de las cuatro torres en los pisos 17, 18 y 19. Están orientadas a los puntos cardinales, y la única que no le pertenece es la del oeste.
Una amiga le contó que se vendía un apartamento a un precio accesible en abril de 1968 y lo acompañó al Salvo. El administrador Torres lo llevó hasta aquella cúpula del piso 19. No tenía baño, y estaba en "condiciones inhabitables", pero se enamoró del lugar.
Esa terraza con vista privilegiada a la bahía, el mar y la Plaza Independencia lo cautiva como la primera vez. Es su ambiente preferido de la casa, y le permite seducir a sus invitados diciéndoles que les pondrá el mundo a sus pies.
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Romanticismo.
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El edificio hecho por el arquitecto Mario Palanti celebra en este 2018 su 90° aniversario y se dice que desde hace mucho habita en él un fantasma. Abelardo y su esposa, la siciliana Renata Gerone, cumplieron 80 años, y él medio siglo como residente del Salvo.
Los administradores del edificio le armaron un festejo sorpresa el 30 de abril por su aniversario. Hicieron un rincón con globos, y compraron una torta para este señor sin hijos que cuida de su esposa con alzhéimer.
Hace unos años se instaló con Renata en un apartamento en la calle Río Branco, pero no se mudó definitivamente. "Tengo dos domicilios. Vengo todos los días a trabajar al Salvo y a veces me quedo a dormir. Jamás dejaría el edificio".
Lo dice mientras se acomoda una corbata azul y amarilla que le regaló Christian Dior. "Lo conocí por mi mujer en París. Ella era diplomática y le gustaba vestirse con él".
El trabajo de Renata también lo acercó a la prestigiosa escritora Dacia Maraini. "Entré a su casa en Roma, le besé la mano, observé su balcón con vista a la cúpula de San Pedro y lo invadí. Qué bella vista, le dije en italiano. No tanto como la tuya, me contestó. ¿No recuerdas que bailaste conmigo en tu terraza? Quedé asombrado. Lo recordé recién cuando me lo dijo".
De cal y de arena.
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Mantiene nítido el recuerdo de cómo descubrió el Palacio Salvo. Tenía 6 años, vestía una capa azul y nevaba en la Plaza Independencia. Miró para arriba, vio la torre desde donde hoy habla e imaginó cúpulas encantadas con princesas a rescatar. Igual que en los cuentos de hadas que leía antes de dormir. Abelardo dijo, "ahí viviré". Y así fue.
No cree en los espectros y no le gusta alimentar el rumor del fantasma Don Pedro que merodea el séptimo piso. "Existen fenómenos paranormales pero eso lo inventó un vecino para salvarse de los ladrones. Ismael Rodríguez era íntimo amigo mío, él propagó la versión y nunca le creí".
Cuando Abelardo asumió su tercera presidencia, el Salvo estaba hipotecado y tenía una deuda de 76 millones de pesos con la IMM. Durante tres meses envió bombones a Ana Olivera, intendenta de Montevideo en ese entonces, con mensajes: "Te mando un regalo tan dulce como tú". Logró convencerla y ella bajó la deuda a 15 millones. La saldaron en dos años y Juan Carlos Islas fue su gran aliado para salvar al Salvo de la ruina.
Corina Bouzas Campbell lo ayudó a administrar el edificio con un sentido social entre 1990 y 1994. Esta jubilada se dedicó a los vecinos más desamparados: evitó que pasaran Navidades solos y los asistió cuando estuvieron enfermos.
Abelardo soportó malos tratos y desplantes como presidente del Salvo, pero no renunció. "Fui víctima de una conspiración". En 2015 viajó cuatro días a Italia a buscar a su esposa enferma, y "una persona viciosa de poder" aprovechó la situación y llamó a una asamblea contra el estatuto. "No protesté porque el problema familiar era mayor y entregué el Palacio".
Apoyó al actual directorio con Mónica Kaphammel a la cabeza, y asegura que el Salvo nunca estuvo tan brillante: "los pisos están tan limpios que se puede comer en ellos".
Festejos: concierto y un nuevo museo
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El lunes 8 de octubre iniciaron una serie de actividades con motivo de los 90 años del Palacio Salvo. Se proyectó El Dirigible (Pablo Dotta, 1994) y al verla Abelardo García Viera recordó al ascensorista más antiguo que hubo y a otros tantos que pasaron por el edificio declarado Patrimonio Histórico Nacional en 1996.
"Eran personas particulares todos, tenían sus manías".
Algunas escenas de esa película se filmaron en el apartamento que Abelardo tiene en el piso 17. Se lamenta de que el director no las haya incluido, pero se conforma porque "aparece mi nombre en los créditos, en la parte de los agradecimientos"
Los festejos por el aniversario continúan. Hoy se inaugura el Museo Palacio Salvo con documentación histórica y objetos originales del edificio, y la exposición Universo de bestias del escultor Carlos Fierro.
La Banda de la Armada dará un concierto a cielo abierto mañana a las 16:00 en la Plaza Independencia. Luego se rendirá tributo a Abelardo García Viera por ser el vecino con más años en el edificio.