MALTRATO INFANTIL EN URUGUAY
El año pasado, el Estado registró un caso de maltrato o abuso sexual contra menores de edad cada una hora y 50 minutos (13 por día o, lo que es lo mismo, 4.774 en todo 2019).
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No habían pasado siquiera dos horas desde la conferencia de prensa, ayer, cuando el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) recibió una señal de alarma. Una profesora, de un liceo del interior, llamaba porque un alumno suyo le acababa de reconocer que su padre abusaba de él.
No fue una casualidad, mucho menos un acto armado porque hoy se conmemora el Día Internacional de Lucha Contra el Maltrato Infantil. Es la confirmación de la estadística: el año pasado, el Estado registró un caso de maltrato o abuso sexual contra menores de edad cada una hora y 50 minutos (13 por día o, lo que es lo mismo, 4.774 en todo 2019).
Quiere decir que en tan solo lo que demora un partido de fútbol con alargue, en Uruguay se atiende un nuevo caso de maltrato físico, emocional, negligencia o abuso sexual contra niños y adolescentes.
“Las cifras no están para que escandalicen, sino para tomar consciencia de ellas”, dijo el novel presidente del INAU, Pablo Abdala. Porque en el caso del maltrato infantil, la violencia expresada en una estadística es solo el reflejo de lo que el Estado puede captar. Y en Uruguay, esa magnitud crece año a año: porque hay mejor captación o porque hay más violencia, o porque pasan las dos cosas simultáneamente.
De hecho, en una gráfica de barras parece que se dibujara una escalera ascendente en que cada año el nuevo escalón es entre 16% y 31% más alto.
Hay veces que esa violencia aparece como un moretón, como una lesión genital o una quemadura. Pero según María Elena Mizrahi, coordinadora de Sipiav, “esa no es la regla”.
La mayoría de las veces, el maltrato contra menores de edad se reconoce por “pistas, por síntomas o actitudes”. Es poco probable, dice Mizrahi, que “un niño se plante delante de un adulto y le confiese: ‘mi papá me pega o me insulta’”.
El Informe de Sipiav 2019 muestra que seis de cada diez niños no visualizan que son víctimas de violencia; mucho menos cuando el maltrato es emocional y no físico. Tal vez por esa dificultad de captación, el Estado suele tomar conocimiento cuando se está en una fase crónica o cuando la violencia es recurrente (eso pasa en el 76% de los casos atendidos).
Los abusos sexuales, que son la cuarta parte de los casos atendidos, suelen ser los que la víctima más visualiza como violencia. Además de que supone el contacto físico, este tipo violencia suele aparecer con mayor frecuencia en niños grandes y adolescentes, quienes tienen mayores probabilidades de verbalizar lo que les sucede.
Emergencia.
La violencia no se toma “libre” por la cuarentena. Al contrario. Según Mizrahi, el confinamiento, el mayor tiempo de convivencia dentro de las casas, y las repercusiones económicas de la crisis “incrementan las tensiones”.
Pero la “cuarentena voluntaria” que Uruguay lleva adelante desde que se declaró la emergencia sanitaria, hace un mes y medio, hace que “sea más difícil captar los casos de violencia adentro de las paredes del hogar”, dice la especialista.
Ocurre que los médicos y los docentes son los primeros en evidenciar que algo no anda bien. Pero la virtualidad no siempre facilita el detectar las emociones o lo que sucede del otro lado de la pantalla.
La dificultad es aún mayor si se tiene en cuenta que uno de cada seis casos involucra a niños menores de seis años.
El informe del Sipiav señala que el año pasado, por ejemplo, hubo un aumento en el registro de situaciones de abuso sexual a niños menores de tres años. Y a esa edad, una de cada tres situaciones es de maltrato físico.
Por eso, concluye Mizrahi, “estas cifras tienen que invitar a los vecinos y familiares a denunciar”.
Producción: Pamela Díaz.
El género: una de las claves de los abusos
Los agresores suelen ser de mediana edad (la mitad tiene entre 30 y 44 años), en la mitad de los casos convive con la víctima y, por sobre todas las cosas, son hombres. En los casos de abuso sexual es cuando más se destaca la diferencia: nueve de cada diez victimarios son varones. Los investigadores del Sipiav han entendido, en los últimos años, que siempre que hay niños en medio de un escenario de violencia de género, también hay violencia hacia el menor de edad. De hecho, en la mitad de los casos, el agresor es el padre biológico o la pareja de la madre.
“La violencia de género es un correlato del maltrato infantil”, explica María Elena Mizrahi, coordinadora del Sipiav.
El género es también una determinante (aunque en menor proporción) en el caso de las víctimas: en más de la mitad de los casos (56%) atendidos en 2019, era una niña o una mujer adolescente.
Esta proporción se hace más evidente en los abusos sexuales, un tipo de agresión que tiene a la mujer como víctima de tres de cada cuatro casos atendidos.
El sexo va siendo más relevante a medida que se avanza en la edad de las víctimas, también acorde que a mayor edad crecen los abusos sexuales.