Trabajadores ya piensan en el "plan b"

La subasta de Pluna. La primera reacción de los empleados fue un gran festejo, pero luego surgieron las dudas sobre su futuro laboral | Piden más información al gobierno y una aerolínea de bandera

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Cuando el rematador dijo "vendido" hubo llantos y abrazos. Los trabajadores celebraron después de tanta expectativa. Pero pocos minutos después, pensaron en su futuro laboral y vieron que no aparecía tan claro si los aviones se van del país.

Los trabajadores de la ex-Pluna fueron apareciendo de a poco por las calles circundantes de la Rural del Prado. Los pilotos y copilotos llevaban sus uniformes impecables y las azafatas aparecían maquilladas y vestidas con cuidado. Otros llevaron la bandera de Uruguay y varios delataban en el rostro un fuerte nerviosismo. Todos tenían claro que ahí adentro se jugaba gran parte de su futuro laboral.

"Esperemos que alguien compre", soltó Francisco Mazzilli, presidente del sindicato de pilotos, antes de entrar a la subasta de los siete aviones de la aerolínea liquidada. El deseo general era que aparezca rápido un oferente y que los aviones se pudieran vender.

Así, sobre las 15 horas eran más de 300 los trabajadores que se agrupaban en el galpón de ovinos de la Rural, donde los restos de fardos aún tapaban los pisos y el olor a bosta de oveja sobrevivía desde la expo terminada hace pocos días. El murmullo era constante y la gente aguardaba ansiosa a que en la pequeña pantalla instalada comenzara la transmisión.

Cuando al fin se observó a Mario Stefanoli -presidente de la Asociación de Rematadores del Uruguay y encargado de la subasta- el silencio fue total. Incluso varios niños que habían acompañado a sus padres para ver qué pasaba en el remate se quedaron callados y con los ojos en la imagen, que aparecía al centro del amplio galpón.

Luego, todo sería muy rápido. Apareció el oferente, no tuvo competencia y la venta se cerró al alza y en US$ 137 millones. El festejo se desató de inmediato y casi que sin pensarlo varios exempleados se fueron abrazando y felicitando. El aplauso sonó fuerte y varias mujeres presentes terminaron llorando. En tanto, un hombre comentaba hacia un costado de la sala: "¿Quién será el tipo ese que compró?"; y otro añadía "hay que ver si no está borracho", en referencia al misterioso oferente del cual la transmisión solo mostraba la nuca.

Cuando pasó la euforia del momento, de a poco los exempleados de Pluna fueron saliendo del galpón de ovinos y empezaron a analizar qué pasaba ahora que el remate se había cerrado al alza, algo que según admitió el propio Mazzilli, nadie esperaba. "Esto tiene dos caras, puede ser muy bueno o muy malo. Más allá de estar vendidos los aviones, el objetivo de todos es que haya trabajo y una línea nueva de bandera", comentó a la salida de la subasta Agustín, un joven copiloto. En tanto Natalia, una azafata, contó que esperó con mucha ansiedad el día del remate. Dijo que "es bueno que se vendieran enseguida los aviones", pero agregó que los exempleados esperan "que se queden los aviones y recuperar el trabajo". "Tenemos incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar", añadió Andrea, otra azafata.

"UNA GRAN DUDA".

En cuanto terminó la subasta, los dos sindicatos de empleados de Pluna se reunieron en sus respectivas asambleas para analizar lo que había dejado la venta de las aeronaves. Algunos hablaban de "éxito", pero se veía claro que los problemas estaban lejos de solucionarse. Se admitía que se dio un paso importante, pero también se esperaba poder contar con más información para aclarar el panorama.

"Seguimos con una gran duda", dijo Mazzilli a El País luego de acudir a la subasta, a la asamblea y a la conferencia de prensa del ministro de Transporte, Enrique Pintado. Según señaló el presidente del sindicato de pilotos, el ministro "no aclaró qué va a pasar con los siete aviones". "Desde que se redactó esta ley dijimos que dejaba un gran hueco, que el comprador al alza se podía llevar los aviones y no utilizar las rutas ni la mano de obra uruguaya, algo que nos dijeron que era imposible, que no iba a suceder, que era un caso muy hipotético que eso pasara", afirmó Mazzilli.

Por eso, el representante de los pilotos dijo que ahora ellos se preguntan "cuál es el famoso plan b" que tiene el gobierno para asegurar la conectividad, mantener las fuentes de trabajo y poder pagar las deudas.

En ese marco, el sindicato de pilotos se declaró en asamblea permanente y se mantiene en contacto con el gobierno a la espera de más información. "Nos mantenemos en asamblea permanente y esperamos respuestas sobre lo que prometió el ministro en la conferencia y sobre lo que nos prometió a los trabajadores, de que con los otros seis aviones se podía hacer una empresa. Acá estamos peleando por la mano de obra uruguaya, y somos 900 trabajadores que estamos en la calle", afirmó Mazzilli. El sindicato plantea que la mejor solución que se puede dar ahora para que se pueda asegurar la conectividad y la mano de obra, es que se cree una empresa de bandera.

En igual sentido se pronunció el otro gremio de exempleados de Pluna. Según señaló a El País César Iroldi, representante de ese sindicato, "hay que tener una línea de bandera" que permita la conectividad y que dé fuentes de trabajo. "Se abren ahora las puertas para un plan b, somos optimistas y habrá que ver cómo evolucionan los hechos", subrayó Iroldi.

El sindicalista se detuvo en resaltar la importancia de la conferencia de prensa del ministro Pintado. "La conferencia fue positiva porque en pocas palabras el ministro dijo que se va a contemplar la situación de los trabajadores, de los acreedores y se va a tratar de mejorar la conectividad aérea. Por eso para nosotros lo que se precisa es una línea aérea", enfatizó.

Iroldi y Mazzilli adelantaron que de momento no se pensó en ninguna medida de reclamo, y dijeron que sí se mantienen expectantes de recibir una comunicación formal del gobierno con más detalles de la venta.

Las cifras

137 Es la cantidad de millones de dólaresque pagó la firma española Cosmo para quedarse con los aviones en la subasta.

7 Fueron los aviones Bombardier pertenecientesa la liquidada aerolínea Pluna que se remataron ayer en la Rural del Prado.

Cosmo "no estaba en los pronósticos de ninguno"

Una conformidad contenida y dudas sobre la segunda parte del problema: el futuro de los trabajadores y la conectividad aérea. Esa es la conclusión que legisladores oficialistas y de la oposición extraen de la subasta de los siete aviones de la ex-Pluna. Debido a la falta de información clara sobre lo que sucederá en el futuro, hay cautela en las primeras reacciones.

En el Partido Nacional se vio con sorpresa la aparición de la empresa Cosmo. "No estaba en los pronósticos de nadie. Sorprendió a propios y extraños", admitió el senador Carlos Moreira, de Alianza Nacional.

Su colega de Unidad Nacional (UNA) Gustavo Penadés sostuvo que dentro del "mal negocio" que hizo el Estado, la subasta en US$ 137 millones "fue el mal menor" porque "se pudo vender los Bombardier y liberarnos de la garantía por los aviones".

"Este es un negocio que salió mal, causó graves perjuicios para el país aunque pudimos liberarnos de una deuda de US$ 137 millones", insistió.

La liberación de la garantía no está tan clara para el senador Moreira como para Penadés. El aliancista recordó que el artículo 3° de la ley de liquidación de la aerolínea sostiene que se podrá acordar con el comprador el mantenimiento de las garantías del Estado y la forma de pago de importe por los aviones. "Si el Estado sigue como garantía estamos como al principio", advirtió.

En el Frente Amplio el resultado de la subasta se observa con cautela. "Es la solución para uno de los tantos problemas que hay", admitió a El País el diputado del Nuevo Espacio Jorge Pozzi, uno de los dos legisladores del gobierno que estuvo presente en la subasta, junto al diputado Daniel Caggiani (MPP).

"Se subastó por más dinero del que se pidió. Eso es un éxito. Pero ahora viene el problema de los trabajadores, los pilotos y los administrativos. Ese es el segundo problema a resolver, aunque su resolución es incierta", subrayó el legislador.

Para el líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, el obtenido es un resultado "altamente insuficiente".

"El Estado rescata el dinero invertido en un negocio ruinoso, pero seguimos con el problema de conectividad y los exempleados. Es el cuento de nunca acabar. Empezó mal y sigue mal. Es un resultadito", afirmó Mieres a El País.

"No es algo para aplaudir, sino que se obtuvo un resultado paupérrimo", agregó.

Desde el Partido Colorado, el senador de Vamos Uruguay Pedro Bordaberry mantuvo cautela. "Es bueno que se haya abonado ese dinero porque el Estado no tendrá que seguir poniendo plata. Habíamos pensado que los aviones tendrían un valor menor en el mercado. Se podrán llevar los aviones y no habrá una compañía nacional y no se pagarán otras deudas, como establecía la ley", dijo Bordaberry.

El senador afirmó que con esta salida se perderán US$ 45 millones: los US$ 28 millones de Ancap y los US$ 17 millones del Banco República que la aerolínea adeuda porque en definitiva no se abrirá una aerolínea de bandera nacional y la deuda referida deberá asumirla el Estado.

LOS BOMBARDIER A MADRID EN CUATRO ESCALAS

Cosmo aún no explicó la forma en que trasladará a España su nueva flotilla de Bombardier. Sin embargo, expertos del sector aeronáutico señalaron a El País que la mejor forma de trasladarlos podría ser por aire ya que hacerlo por mar en barco sería "impracticable". Al respecto, las fuentes sostuvieron que, teniendo en cuenta que los Bombardier tienen cuatro horas de autonomía, el plan de vuelo debería iniciarse en Carrasco y hacer una escala en Recife, Brasil. Posteriormente debería dirigirse a la Isla Ascensión, una base militar británica en el medio del Océano Atlántico. Desde allí los aviones podrían llegar a alguno de los aeropuertos insulares españoles para luego tomar vuelo hacia la base de Cosmo en Madrid. Para poder completar el circuito las aeronaves deberían viajar vacías y con la máxima carga de combustible. Mover los aviones por vía marítima implicaría desarmarlos y volver a hacer los trámites de certificación, algo "caro y engorroso", explicaron

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