Multitudinaria fecha de Iemanjá se vio afectada por caer en medio de la semana laboral.
Ayer la presencia de cultores de Iemanjá fue menor a la del año anterior. Si bien la playa Ramírez se vio repleta en determinadas horas, algunos vendedores de velas aseguraron que vendieron menos de la mitad que en 2015. Los paes y las maes lo explican por el lado del trabajo y las obligaciones de los devotos de la diosa del mar.
"El año pasado el 2 de febrero cayó lunes, más cerca del fin de semana y la gente puede tomarse ese día laboral de otra manera que cuando cae en el medio de la semana, como pasó este año", explicó un pae de la ciudad de Florida.
La mae Susana Andrade, presidenta de la Institución federada Afroumbandista (IFA) se mostró partidaria de que los practicantes de esa religión tengan el día libre el 2 de febrero.
"A los umbandistas se nos complica mucho no tener feriado el 2 de febrero. Este día no es un día feriado como cuando se recuerda el nacimiento de Jesucristo que es feriado para todo el mundo. Pero, es evidente que hay una cultura dominante", se lamentó.
Se estima que en Uruguay existen unos 2.000 templos umbandistas en todo el territorio. Si bien no hay un cálculo oficial, la Federación Afroumbandista estima que los días 2 de febrero se movilizan tras las actividades de Iemanjá unas 500.000 personas, entre las que se encuentran los fieles, turistas, curiosos, investigadores y periodistas.
Fieles.
A pesar de las dificultades, muchos practicantes llegaron temprano ayer a la playa Ramírez y no se fueron hasta la tarde o la noche. Entre ellos estaban los pae Alejandro de Xangó y Luis de Iemanjá, un ex futbolista que dedica toda su vida a la religión umbandista (ver nota aparte) se instalaron bajo una carpa blanca a pocos metros de la caseta de los guardavidas de la playa Ramírez.
Ambos tienen un "terreiro" (templo) en Sayago Norte desde donde trajeron una "barca" blanca y celeste en honor a la diosa. Dicen que el 2016 "es el año de ella". ¿Motivos? "El año comenzó un día viernes", explica Luis de Iemanjá.
El pae Alejandro se mete al agua y vuelve con la novedad: "está muy salada, se nota que este es su año".
"Este será un año muy tranquilo, se van a abrir muchas puertas, se va a calmar un poco la violencia y la delincuencia, la religión umbanda intenta abrir los caminos a todas las personas que lo necesitan, vamos a pedirle a ella que ayude a calmar un poco las aguas turbias que estamos atravesando", afirmó Alejandro de Xangó.
Luis aportó otra visión: "estamos rodeados de plagas por todos lados, sin embargo Uruguay está libre, eso es por ella, por la diosa del mar". Además, aseguró que si bien "los políticos han dicho que este año será difícil, yo les aseguro que no, ella no lo permitirá".
Ambos paes se quedaron hasta la hora 21.00 en Ramírez.
Por su parte, con respecto a las características del año de Iemanjá, la mae Susana apuntó que la diosa protegerá de manera especial a las mujeres víctimas de violencia doméstica.
"Iemanjá habla de maternidad en el sentido de nacimiento y crecimiento de algo nuevo y que pueden aparecer cosas que hasta ahora no se conocían o permanecían ocultas", dijo.
Mientras tanto, en un extremo de la playa Ramírez estuvo desde temprano mae Vania, una mujer de 97 años que era sostenida por sus hijos de religión. Con una fortaleza física envidiable, santiguó a todo el que se lo pidió usando un crucifijo de oro. Cuando sus fieles le daban descanso, tomaba asiento.
Los santiguados, que requieren de una fuerza física importante para su edad, se repitieron hasta entrada la tarde, según pudo constatar El País.
Del otro lado.
A las 11.30 de ayer un pescador lanzó con su reel una plomada muy cerca de una barca y "pescó". Lentamente trajo la "captura" a tierra, contra el murallón de la rambla. Traía jazmines, una sidra, un reloj, joyas y otros objetos, entre ellos una petaca con un líquido oscuro en su interior. Abrió la pequeña botella, probó y de inmediato la devolvió al mar. "Otra vez colorante, ya no le ponen whisky a la diosa", se lamentó el hombre mientras ponía a la sombra la sidra envasada en plástico.
Mientras tanto, cruzando la rambla se podía ver un verdadera mercado religioso. Barcas, velas, imágenes, perfumes y joyas de fantasía.
Un grupo de músicos y cantantes pentecostales realizaron un concierto gospel. Para ello, contaron con autorización expresa de la Intendencia. En medio de la tarde, un hombre de barba larga tomó un megáfono y comenzó a predicar la palabra de Dios sobre el césped del Parque Rodó. La gente lo miraba y seguía comprando velas.
La fiesta de la diosa del marPABLO MELGAR