A medida que llegan los participantes, se acercan al pizarrón y escriben: Ana: "Poesía"¸ Carlos: "Crónicas"; Angel: "Convéncete y sé feliz"; Nito: "Poemas callejeros"; Antonio: "Aquí está de más"; Alberto: "Ventana Abierta". Así comienza la fonoplatea de la radio Vilardevoz que sábado a sábado se realiza en un salón del centro diurno. De este modo se concreta un proyecto que funciona en el hospital Vilardebó desde fines de 1997, en el que participan pacientes psiquiátricos y un equipo de estudiantes, docentes y egresados de las facultades de Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República.
Según los especialistas, uno de los objetivos del proyecto es habilitar la circulación de "un discurso históricamente silenciado, rechazado, encerrado y particularmente hablado por otros, entendiendo que se juega con ello el derecho inalienable a la comunicación".
Hace aproximadamente un mes a Vilardevoz le robaron los equipos. El hecho dio lugar al lanzamiento de la campaña "Locos por la radio", que les permitió recuperarlos, en parte. Vilardevoz es una radio sin antena. Construirla ha significado un esfuerzo de imaginación, creatividad, esfuerzo, perseverancia y mucho trabajo. Con ingenio, sus integrantes logran comunicarse a través de microprogramas en distintas radios, tanto comerciales como comunitarias, discos compactos y la fonoplatea que es abierta al público. Además, realizan lo que llaman "desembarcos", que consisten en llevar la programación de Vilardevoz a otras partes. Por ejemplo, está previsto que para cerrar la campaña "Locos por la radio", el próximo sábado 13 se realizará un desembarco en la Facultad de Psicología (Tristán Narvaja y Uruguay), donde de 10 de la mañana a 3 de la tarde se producirá una fonoplatea abierta.
UNA GRAN AYUDA. Como sea, el tema es seguir adelante. "Este es nuestro lugar de trabajo", dice Alberto, un "loco" como él mismo se califica, que explica que los miércoles se reúnen para discutir la interna de la radio, los viernes preparan los programas y los sábados de 10 a una de la tarde se realiza la fonoplatea y salen al aire. "Luego de una crisis el paciente queda un poco desconectado de la sociedad y de sí mismo, con la estima muy baja. Yo no soy psicólogo. Hablo como paciente, pero sé que una vez que uno está internado le cuesta mirar hacia afuera otra vez. Se pierde la confianza en todo, y este espacio de comunicación es una gran ayuda", dice.
Para Wilfredo, un paciente ambulatorio que integra el grupo, la radio es un lugar donde expresarse, donde acompañarse y apoyarse. "Yo encontré este rinconcito que me ayuda a buscar la autoconfianza que necesito para seguir adelante", acota.
Laura Reina, estudiante de psicología, entiende que lo más importante es que los pacientes tienen un espacio donde son escuchados. "Además, la radio les genera un imaginario de que realmente pueden expandir lo que están sintiendo y diciendo. Ese es el vehículo para después plantear en el taller de los miércoles lo que sucede en el grupo. Así se va trabajando. No hay nada programado. A través del trabajo grupal aparece lo terapéutico", explica la pasante.
El director de Vilardevoz, Andrés Jiménez, reconoce que a pesar del robo, nada los detiene. "Ni el día en que llegamos acá y nos encontramos con que nos habían robado todo se dejó de hacer radio. Hubo radio con un grabador. No hemos detenido la marcha productiva creativa, simplemente hemos tratado de asimilar y absorber el mal momento y armar una estrategia para seguir adelante".
MUCHO HUMOR. Ese mismo empeño se percibía en la fonoplatea el último sábado, cuando uno a uno los pacientes llegaban con su propuesta para participar en el programa, y la escribían en el pizarrón. El ambiente era de fiesta. Todos habían trabajado para llegar en forma a la presentación. Entre poemas, informativo, un espacio dedicado a Horacio Quiroga, "el Kamikaze", un joven con su guitarra que cantó una canción de su autoría, y un peculiar sentido del humor, la mañana del sábado se disparó. Las posibilidades de expresión son múltiples. Todo tiene cabida: lo político, lo filosófico, lo artístico, lo religioso.
"Acá hay un material humano impresionante", sostiene Alberto, "y aunque no es lo ideal porque luchamos con fierritos para armar una radio, está bueno. La armamos nosotros. Se valora más y nos autovaloramos nosotros también".