Variaciones sobre la tranquilidad

| Cuchilla Alta se puso de moda desde el año pasado

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XIMENA AGUIAR

"La tranquilidad" es el valor más repetido por los veraneantes en Canelones. Pero cada balneario tiene algo que agregar: más servicios, naturaleza más agreste, actividad cultural o deportes de río caracterizan una costa accesible y aún llena de rincones.

Aunque Maldonado y Rocha ocupen las primeras planas de los folletos turísticos, las discusiones entre uruguayos sobre cuál de los balnearios de la Costa de Oro es mejor pueden ser interminables. Desde el arroyo Carrasco hasta el Solís Grande, 33 balnearios diferentes defienden sus particularidades, aunque en todos están presentes las casas con jardín y parrillero cerca de la playa, las dunas, pinos y acacias, los paseos en bici y esa tan mentada calma.

El turismo que recibe esta zona es mayormente interno, con una importante presencia de argentinos y paraguayos. Pero "en los últimos tres años ha sido cada vez más notoria la presencia de turistas alemanes, franceses, españoles, canadienses y norteamericanos", contó Susana Prats, directora de Turismo de la Intendencia de Canelones. "Se han radicado muchos europeos, principalmente alemanes, que instalan sus propios negocios, inmobiliarias u hoteles, y han tejido sus redes", explicó Prats. Un ejemplo es el complejo turístico "Pueblo Suizo", en Jaureguiberry.

La zona que más ha crecido es la comprendida entre el arroyo Solís Chico y Solís Grande, "con complejos turísticos que brindan una oferta integral, con servicios como piscinas, recreadores, gimnasios, lugares para practicar deporte y restaurantes", dijo Prats. Dentro de esta zona, la directora destacó el fuerte crecimiento de Cuchilla Alta, "desde el verano pasado, el balneario top de nuestra costa".

Cuchilla Alta. En enero, algunos turistas extranjeros salieron de Punta de Este a recorrer la costa y llegaron hasta Cuchilla Alta, kilómetro 71 de la interbalnearia. En el club náutico, con vista a la bahía, alabaron las pastas frescas y las por- ciones de mejillones, contó la dueña. Seguramente se fueron con la sensación de haber hecho todo un descubrimiento: un lugar menos preparado para el turista pero, quizás por eso, con un aire más auténtico.

La entrada principal es de balasto, y sólo hay un par de calles asfaltadas en el lugar. Una gran ancla es el monumento central de la plaza que nuclea a feriantes y artesanos. Pero la actividad principal es bañarse sucesivamente en el mar transparente y en un chorro de agua dulce que suele surgir con tanta fuerza que masajea la espalda. Ahora, con la seca, el caudal está disminuido. Tres familias vuelven juntas de la playa, con sus niños, sillas y sombrillas. Nancy Herrera cuenta que valora "la tranquilidad" del lugar. "Los chicos tienen su barra, salen en bici, juegan al fútbol, pueden andar solos o bajar a la playa con una familia conocida". Su hijo Franco (9) cuenta que un día vio un lagarto en el jardín.

Cuatro palos clavados en la arena y una tela de sombra son el esbozo de un futuro kiosco en la playa. En el centro, los comercios combinan varios rubros: cyber-maquinitas-bar, ferretería-bazar… Para comprar pescado, no hay como esperar en la arena a que lleguen los barcos de pescadores.

El mayor inconveniente es que muchas casas no están conectadas a OSE y el agua de los pozos no es potable. Al mediodía, varias personas llenan botellas en las canillas de OSE. No evidencian molestia, es parte de la rutina propia del lugar. Jorge Curbelo llena sus bidones mientras alaba los privilegios del balneario: "Vengo desde hace 6 años. Me alejo un poco y tengo media playa para mí".

Los que sí se molestaron fueron las familias a las que este año se les secó el pozo de sus casas y terminaron yendo para otro lugar, cuenta Giselle Castillo (30), adjudicataria del Club Náutico. El club es el principal lugar de esparcimiento. Allí van las parejas jóvenes a ver los partidos de Uruguay, hay cenas show entre semana y baile viernes y sábado, con menores en el primer piso y mayores en el de abajo. Pese a la poca competencia, no solía estar lleno. La gente va al supermercado y a su casa, contó. Hasta el viejo club es mucho ajetreo.

Todo depende de qué quiera uno para su vacaciones. "¿Acá qué hay para hacer? Playa. No hay cine, ni shopping. Pero acá he visto ballenas, lobos de mar, pingüinos", cuenta Giselle.

Nelly Cortés (68) nació en Cuchilla Alta, y a los 20 se instaló allí con su marido, cuando no había ni luz ni teléfono y la leche pasaba una vez por semana. Cuenta que el balneario creció cuando el jugador Juan Alberto Schiaffino fraccionó Pinares de Cuchilla Alta. Después ha ido creciendo progresivamente. "Cada verano alguien que alquiló decide comprarse una casa, o alguien que viene por el verano decide quedarse a vivir. Y los que vinieron de niños vuelven de grandes, para traer a sus hijos", afirmó.

Floresta. Luis Oscar Asuaga (68) iba de niño de vacaciones a La Floresta, a la casa de su abuelo. "Enviaban las cosas por tren y pedíamos licencia en el colegio para volver después de Semana Santa", contó. Con esos recuerdos, siguió yendo allí de grande y terminó por radicarse, y finalmente también lo hicieron sus hijas. Esos arraigos familiares son comunes en el balneario, que tuvo un gran auge entre los años 1935 y 1955, del cual quedan construcciones y hoteles característicos. La distribución de las calles, con plazoletas en las esquinas, viene de antes: el fundador de la Floresta S.A., Dr. Perea (amigo de Lussich y de Piria), quiso implantar un estilo francés y colmó el balneario de "rond-point", contó Asuaga, referente de la Comisión Fomento.

Desde el principio, fue un balneario muy religioso. En La Floresta se han instalado lugares de retiro y aún hoy se da misa a diario en la iglesia local, en verano.

En los últimos años, la comisión fomento ha querido darle un perfil cultural al balneario, realizando bienales de escultura en la que los artistas fabrican las piezas que quedarán luego en la rambla y plazas del lugar.

El perfil cultural también se nota en el boliche. "Aquí la gente es muy cool, de buen nivel. Nosotros pasamos sólo rock, sobre todo rock nacional, no hay nadie que escuche cumbia, como podés encontrar en Atlántida", describió Jean Cano, encargado de "Luzbelito", el pub debajo del ex hotel Casino de la rambla. "Este lugar es hermoso, tranquilo y pintoresco", resumió.

Parque del Plata. Fabián Gemeli (21) y Silvana Fernández (25) pescan en la costanera del arroyo Solís chico, en Parque del Plata. "Trabajamos con gente y queremos estar tranquilos. Acá aprovechamos para hacer lo que no hacemos Montevideo: ir en bici a hacer mandados, salir a caminar, andar a caballo, jugar a la paleta en la playa, pescar... Un día de estos vamos a ir a Atlántida a bailar, todavía no hemos ido", contó Silvana. "No me importa que no haya más servicios, en Montevideo eso lo tengo. Lo que no tengo es esta paz", afirmó.

A Jorge González (63), que juega al ping pong en el club con su hijo Marcelo, le incomoda esa falta. "Hay pocos lugares para comer, y no aceptan tarjeta", señaló. "Pero encontramos este club donde podemos jugar al ping pong gratis, y la comida del bar Carlitos", señala su hijo y contrincante Marcelo (26).

Para muchos, Parque del Plata es una opción más barata cuando se quiere ir a Atlántida, contó Paola Sosa, de la inmobiliaria Voilá. Otros directamente prefieren estar en un lugar más tranquilo y acercarse al bullicio ocasionalmente. Incluso hay quienes encuentran el encanto de esa falta de servicios. "Nos hace gracia que se conservan los almacenes viejos, en vez de grandes supermercados", contó Silvana. Además, se contrarresta con la posibilidad de hacer actividades de mar y de río.

Atlántida. La cartelería, con eslóganes publicitarios modernos y logos de Mc Donalds y Disco, ya muestra el cambio de perfil. "Hay tranquilidad y movimiento, hay oferta para todas las edades, comodidades e infraestructura", señalaron Adriana Delbueno y Jorge Sidagis (42), que hace 8 años veranean en Atlántida, sentados en la rambla sobre la playa "mansa".

Las matrículas muestran la importancia del turismo interno en el balneario: autos de Montevideo, Lavalleja, Piriápolis, Maldonado, Punta del Este y Solís, y de Paraguay y Argentina, circulan por el centro.

Julio Telechea, que vende ropa en el centro, eligió vivir en Atlántida "por el aire, el clima, porque acá soy feliz", contó. Pero se quejó de la competencia de grandes supermercados y de feriantes informales. Alfredo Gutiérrez, de la inmobiliaria Gutiérrez, también se quejó de la "informalidad". "La demanda es grande y la gente alquila por su cuenta", dijo. Ultimamente hay demanda de propiedad horizontal con vigilancia privada y de gente que busca alquilar durante todo el año, contó.

Natalia Fechner (20) y Lucía Amorelli (25) ya son locatarias. "No es Punta del Este, pero creo que es la segunda opción", defiende Lucía. Aunque, para ella, es la primera: hubo un verano en que prefirió Atlántida a ir a Disneylandia con sus primos.

Es que al vacacionar siempre en el mismo lugar se espera el verano con la ansiedad del reencuentro. "Acá salis a comprar fósforos, te encontrás con alguien y no sabés en que termina. Puede salir un truco en la plaza, una cerveza en la playa... Podés hacer lo que se te ocurra, depende de vos", contó.

ESTIMACIONES HABLAN DE MÁS DE 200.000 TURISTAS

No hay cifras seguras sobre la cantidad de turistas que visita Canelones, por ser un turismo esencialmente interno, dijo Susana Prats, directora de la división Turismo de la Intendencia de Canelones. Las encuestas que se realizan esta temporada en las playas darán los primeros datos, afirmó. "Sí se sabe que la población estable de Atlántida, 8.000 personas, se triplica en enero. Y la relación es proporcional en todos los balnearios", dijo Prats, calculando en base a datos de consumo de OSE, UTE y de la recolección de residuos. Conociendo la población estable de la Costa de Oro, se podría considerar que son más de 200.000 los turistas que eligen las playas de Canelones, estimó.

La cifra

90% Es el porcentaje de las viviendas ofrecidas por inmobiliarias que se alquilaron este enero en la mayor parte de la Costa de Oro.

La cifra

95% Es el porcentaje de reservas para febrero en el complejo "El descubrimiento", mucho más alta que en inmobiliarias y hoteles.

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