Redacción El País
El final del barco de cabotaje “Pietrina” quedó oculta en las páginas de la historia. Sin embargo, el naufragio conmocionó y puso en vilo al país en 1959 mientras duró el rescate realizado por la Prefectura Nacional Naval (PNN).

El 10 de mayo de 1959, el buque de bandera nacional “Pietrina” se dirigía a Montevideo tras cargar sus bodegas mercaderías en un puerto brasileño.

Un temporal, con rachas de vientos de hasta 120 kilómetros por hora, lo alcanzó en el Río de la Plata.

En la tarde de ese 10 de mayo, una estación de radioaficionados captó un pedido de auxilio del “Pietrina” que señalaba que había varado en el Banco Inglés a dos brazas (3.60 metros) de profundidad. Otras comunicaciones de radioaficionados confirmaron la mala situación del buque, que se encontraba escorado en una situación peligrosa.

Radio Carve se captaba desde el “Pietrina”. Con el correr de las horas, la transmisión de la emisora resultaría clave.

Según informó el diario El Plata, la situación del “Pietrina” iba empeorando por momento, ya que el barco sufría el embate del oleaje por una de sus bandas (costado del casco). Las autoridades de la Prefectura dispusieron la salida del puerto de la lancha de salvataje PS-2. La embarcación salió a toda máquina rumbo al Banco Inglés. También zarpó el remolcador “Powerfull” con toda su dotación, mientras que las naves argentinas “Corrientes” y “Río Aguapey”, que navegaban en las inmediaciones del Banco Inglés, habían recepcionado las llamadas de auxilio del “Pietrina”.

A las 19:00 horas de ese día, el barco “Corrientes” radió un mensaje a Prefectura señalando que se encontraba a tres millas (4,8 kilómetros) del Banco Inglés y no avistaba al “Pietrina”. Radio Carve prestó una ayuda invalorable: informó a la tripulación del barco encallado que lanzaran bengalas para ser avistados.

A las 21:15 horas, un oficial del “Pietrina” envió un mensaje al “Corrientes” donde señala la gravedad en que se encontraba. “No tenemos embarcación ni posibilidades de realizar la operación de abandono del buque. Preguntamos a ustedes si tienen embarcaciones para rescatarnos”. Desde el barco “Corrientes” la respuesta fue que no botes de salvamento. Y agregó: “Estamos esperando contacto efectivo con lanchas de Prefectura que ya están acercándose a su buque”.

A las dos de la mañana de ese día, la lancha PS-2 tomó contacto con el “Pietrina”. La oscuridad y el clima jugaban en contra del rescate. La lancha hizo innumerables acercamientos al carguero y, en uno de ellos, encalló. La situación era cada vez más peligrosa por el fuerte oleaje y viento.

La tripulación de la lancha, después de múltiples intentos, logró zafarse del fondo y se acercó al “Pietrina”. Los reflectores del “Corrientes” y del propio “Pietrina” iluminaban el camino que estaba libre de obstáculos. Finalmente, la lancha de Prefectura logró amadrinarse al carguero encallado.

Se tiraron varias “escalas de gato” desde la lancha de salvataje y así fueron pasando uno a uno los tripulantes del “Pietrina” a la lancha de Prefectura. El último en abandonar el “Pietrina” fue su capitán como indica una ley no escrita que rige la vida de los marinos. Eran las 5 de la mañana cuando finalizó la tarea de salvataje.

Hoy, en una de las paredes de un despacho de la Prefectura, hay una copia enmarcada de una carta firmada por el Ministro de Defensa de la época, donde destaca la actuación de los integrantes de la lancha “PS-2”. Permitieron, dice la misiva, que “este infeliz episodio en el Banco Inglés no pase al recuerdo como el símbolo de la tragedia”.