Uruguay atraviesa la peor sequía desde comienzos del Siglo xx. El 12 de mayo el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) dio a conocer un informe en el que afirmaba que el déficit pluviométrico que pasa el país desde 2020 es una situación “sin precedentes” desde que Uruguay tiene registros (comienzos del Siglo XX). La falta de agua, que primero se sintió en el sector agropecuario, impacta ahora también en el suministro de agua potable en algunas zonas del país. Preguntas, respuestas, datos y mapas para entender qué está pasando y dónde estamos parados. En el departamento de Canelones, a orillas del río Santa Lucía, y a 56 kilómetros de Montevideo, se encuentra la planta potabilizadora de Aguas Corrientes que trata el agua y abastece a Montevideo y la zona metropolitana. En total son 1.700.000 habitantes los que reciben agua potable de esa planta las 24 horas del día, todos los días del año. Esta planta toma agua del Río Santa Lucía Grande, que se nutre de tres fuentes: el propio río Santa Lucía, la represa de Paso Severino y el embalse de Canelón Grande. En Aguas Corrientes se capta el agua de estas tres fuentes y se hace un proceso para potabilizar agua dulce. Este proceso es el mismo que emplea OSE en todas las plantas del país que toman agua de ríos, arroyos o lagos. ¿Cómo esa agua de río se convierte en potable? Primero pasa por un desarenador, que saca las arenas suspendidas en las aguas. Con el agua clara y sin arena, se filtra y luego se desinfecta con cloro. Una vez desinfectada ingresa al depósito de agua filtrada y allí se hacen los controles de potabilidad. Ya controlada se bombea por varias líneas de bombeo hacia los depósitos en Cerrito de la Victoria, Cerro y Cuchilla Pereira. Desde allí se distribuye hacia los hogares de Montevideo y zona metropolitana. Así es como llega el agua a nuestras canillas. ¿Toda el agua que llega a Montevideo tiene que pasar por ahí? Sí, toda el agua que llega a la capital proviene de Aguas Corrientes. Esto es más del 60% del agua que se distribuye en todo el país. En promedio Montevideo y la zona metropolitana consumen unos 600 mil metros cúbicos de agua por día en invierno y casi 700 mil metros cúbicos de agua por día en verano. El ingeniero civil Danilo Ríos, exgerente general de OSE (2006-2015) y docente de la Universidad de la República lo explica así: hay que imaginarse la cancha del Estadio Centenario convertida en un gran recipiente de 100 metros de altura lleno de agua. Ese es el volumen de consumo de agua diario para esta zona. Así, cada día es necesario llenar esa “cancha” de agua potable en la planta de Aguas Corrientes, pero antes hay que conseguir el agua. Cuando no hay sequía y hay lluvia, no parece ser un problema. Pero cuando no llueve mucho o no llueve hace meses, la situación se complica. Debido a la falta de lluvias y la sequía el agua que normalmente llenaba esa “cancha del Centenario” no es suficiente. El embalse de Canelón Grande sobre ruta 5 está prácticamente seco y la reserva de Paso Severino registra su mínimo histórico. Tiene una capacidad de 67.000.000 m3 y hoy está en 6.200.000 de m3. Sin lluvias la cifra continúa bajando. Es por eso que las autoridades tomaron la decisión de realizar un “trasvase” de aguas río abajo. ¿Qué significa eso? Para completar la cancha, se comenzó a tomar agua del río Santa Lucía, de la parte del río que llega en su cauce desde abajo y que tiene su desembocadura en el Río de la Plata. Es un agua naturalmente “mezclada” con agua del Río de la Plata y por lo tanto más salada. El agua que viene “río arriba” no alcanza, por lo que se bombea, literalmente, agua para mantener el nivel en Aguas Corrientes. El Río de la Plata, en realidad, es un estuario. Un estuario es un cuerpo de agua en el que se mezcla agua dulce con agua salada. En este caso el Río de la Plata conecta el Río Uruguay y el Paraná con el Océano Atlántico. Esta “mezcla” hace que el agua del Río de la Plata tenga cloruro y sodio. El río Santa Lucía en su parte más baja recibe esta agua y al mezclarse en Aguas Corrientes genera el agua que hoy sale de nuestras canillas. El trasvase de aguas río abajo es algo que puede hacerse incluso en verano, cuando aumenta la demanda y no llueve, pero el volumen de agua que se toma es mucho menor al actual. Hoy la proporción de agua salada que se toma para completar esa cancha es mayor, entonces ingresa a Aguas Corrientes, agua del Río de la Plata, con cloruro y sodio. El País accedió a imágenes satelitales de Planet Labs PBC que muestran el embalse de Paso Severino. Allí puede observarse el caudal en los últimos años y la variación en los últimos meses. En febrero de 2023, con un déficit hídrico que acorralaba al sector agropecuario y temperaturas y evapotranspiraciones muy altas, los suelos se veían altamente afectados, como puede notarse en el color de la imagen. Según explicó a El País Mario Bidegain, meteorólogo y asesor de Inumet en temas de clima, si bien las lluvias posteriores llevaron a recuperar la humedad del suelo, y por tanto el color, no dieron para llenar toda la superficie con el agua necesaria y mucho menos para producir escurrimiento hacia ríos y arroyos. Así, en mayo de 2023 se puede constatar la baja en el caudal de Paso Severino. El cloruro y el sodio son parámetros que están presentes en el agua del Río La Plata. Al ingresar más volumen de agua “mezclada” del Santa Lucía y Río de la Plata, aumentan estos parámetros en el agua que llega a la planta de Aguas Corrientes. Y al ser esta una planta de tratamiento de agua dulce, esos parámetros pasan “olímpicos” a través de la planta. El cloruro y el sodio son iones, que un sistema de tratamiento convencional no los remueve. Así como entran con el agua, salen. ¿Hay alguna planta para tratamiento de agua salada? Sí, en Uruguay hay tres plantas de ósmosis inversa para tratar agua salada: una en La Paloma, que se usa en verano, y dos pequeñas en el interior. Hoy no podrían tratar el volumen de agua necesario para la zona afectada. ¿Quién controla la calidad del agua? La norma UNIT 833:2008 es la que establece los parámetros aceptados para considerar el agua potable. La definición de agua potable es que debe ser agua apta para consumo humano que no genere riesgo para el consumidor durante toda la vida y tampoco genere rechazo de parte del consumidor. ¿Cómo se mide eso concretamente? Mediante parámetros. En 1888 solo dos parámetros determinaban que el agua era potable: la temperatura y la materia orgánica. Hoy hay más de 50 parámetros que se utilizan para medir esa potabilidad. La norma UNIT establece que los parámetros de cloruro y sodio (que son los que hoy encontramos en esta agua salada) no podían superar los 200 mg/L (sodio) y 280 mg/L (cloruro) en el agua para tomar. Ante la emergencia, el MSP habilitó aumentar los valores permitidos a 440 mg/L de sodio y 720 mg/L de cloruro en el agua. Si los valores se superan ya no sería apta para el consumo. De todos los parámetros que menciona la norma, algunos están regulados por los riesgos que presentan para la salud, como el plomo, el hierro, el cloro o el arsénico. Otros, como el sodio, se establecen teniendo en cuenta las propiedades sensoriales, esto es, que pueden afectar el gusto o el olfato. El informe publicado por el Inumet en mayo de este año no solo advierte que “no tiene precedentes, dentro del período de registros instrumentales del país”, sino que además destaca que lo que lo hace aún más excepcional es que se haya dado a lo largo de tres años. “Estudios previos han indicado que los períodos prolongados de sequía meteorológica, por lo general están agrupados en 2 años consecutivos”, indica. El informe también expresa en cuanto a las precipitaciones que el último trimestre muestra anomalías mensuales para los tres meses tomando el período de referencia 1921-2010. Es decir, que en todas las zonas del país, de febrero a abril, llovió menos de la media La zona que se ha visto más afectada por la escasez de lluvias a lo largo de estos últimos meses es la zona suroeste del país. Mario Bidegain, meteorólogo y asesor de Inumet en temas de clima, dijo a El País que para revertir la situación, si bien dependerá del tipo de suelo, la pendiente y otros factores, debería llover por encima de 80 milímetros para poder completar el agua de los suelos. “Primero tendríamos que completar el agua, que también depende de la profundidad de cada lugar, para eso sería necesario que lloviera entre 80 y 100 milímetros, para que después empiece a correr agua hacia los cursos superficiales. Eso podría darse en un evento o en dos por ejemplo. Si no tenemos lluvias por encima de esos milímetros sería difícil”, expresó. Bidegain cree que la sequía actual se le puede «achacar» en gran parte al fenómeno de El Niño, que afecta particularmente a esta región. “Está comprobado que hemos estado en una fase fría, mucha gente lo aduce al cambio climático, pero no, estamos ante un evento de variabilidad climática”, señaló.