APLAUSOS
Karina Carreño es la única médica de La Cruz, Florida. Desde la policlínica y con su comunidad, llevó tranquilidad a los habitantes.
A Karina le avisó su hermana que los primeros casos de COVID-19 se habían detectado en Uruguay. Lo recuerda y no puede evitar emocionarse. Sabía que la situación era complicada, que no iban a poder encontrarse, ni abrazarse por un buen tiempo. Hace seis años que es médica rural en La Cruz, en Florida. Allí en una pequeña policlínica atiende a los 700 habitantes de la comunidad.
“El trabajo en la medicina rural es conocer a la gente, trabajar con ellos estar, escuchar. La ruralidad lo que tiene es que la gran mayoría no solo somos médicos, somos mamá, somos mujeres somos esposas somos compañeras y somos la vecina. Es una sensación como todo junto”, reconoce.
Carreño recuerda que pocos días antes de aquel 13 de marzo, la Cooperativa Médica de Florida y ASSE organizaron charlas sobre el coronavirus en La Cruz. Eso permitió a la población estar más informados para cuando las noticias de más y más casos llegaron.
“La incertidumbre, el miedo y la desazón empieza a llegar a la población y también al equipo de salud”, cuenta. Así todas las organizaciones comenzaron a trabajar juntos para contener a la comunidad y evitar que llegara el virus a La Cruz. En una localidad tan aislada, con una población mayor, lo mejor era evitar visitas y así lo escribieron en carteles a la entrada del pueblo. También hicieron grupos de Whatsapp con la comunidad religiosa, la policía, la escuela y el club para mantenerse informados. Un vecino donó una camioneta para usarla como ambulancia si era realmente necesario y otros se encargaron de ayudar con los alimentos y los cobros de jubilaciones.
Las consultas médicas fueron por teléfono o en telemedicina, aunque Carreño y su equipo también realizaron algunas visitas a casas de pacientes. Ellos no se podían trasladar, así que fueron a atenderlos en los hogares. El problema en una localidad con un solo médico era la saturación: un caso de coronavirus y uno o dos pacientes con otras enfermedad o un accidente y la atención se vería colapsada.
“Había tristeza. No es solo lo que trae la enfermedad, nosotros nos enfrentamos a lo que es el aislamiento social entonces ¿qué haces con el paciente que queda solo en casa o con esos niños que quedaron solos en casa sin tener el vínculo diario?. La idea era transmitir que la soledad no iba a suceder”, confiesa.
En estos nueve meses de pandemia no se registraron casos de COVID-19 en La Cruz. Ahora, con la primera ola golpeando Uruguay, esta médica rural uruguaya insiste a sus pacientes que hay que respetar todas las medidas y protocolos para no dejar que el coronavirus llegue.
“Sentí el apoyo de mi gente. La protección personal, el distanciamiento. Parece que no te va a agarrar a vos y nadie está libre. Yo creo que esta pandemia se basó mucho en la conciencia la solidaridad y la empatía”, concluye.