Por Fabiana Culshaw
A un año de la guerra en Ucrania (aunque muchos analistas cuentan como inicio del conflicto la anexión de Crimea a Rusia en 2014), es esperable que aumente la presión de Estados Unidos y Europa sobre América Latina para que tome una posición más contundente contra Rusia.
Tres cosas saltan a la vista: América Latina no ha tomado una posición unitaria en relación al conflicto (algunos países han condenado más que otros a Rusia, y hay excepciones que la apoyan o mantienen silencio); Estados Unidos y Europa esperan que América Latina se sume a las sanciones internacionales; y esta región (Uruguay incluido) ha cobrado mayor interés como proveedor de materias primas en un mundo inquieto por riesgo de desabastecimiento alimenticio. De hecho, Uruguay se vio beneficiado comercialmente durante la guerra, con un 2022 que registró el mayor nivel histórico de exportación de bienes (arroz, carne y otros alimentos), al aumentar sus ventas al exterior 43% respecto al año anterior, llegando a los US$ 11.549 millones.
No obstante, esa posición de cierto privilegio se va normalizando a medida en que los países europeos encuentran alternativas y ya no sienten a la crisis alimentaria tan amenazante como al principio de la guerra.
Navegar
Es claro que esta guerra ha movilizado los cimientos del orden internacional y desencadenará una nueva relación de poderes que está por verse cómo terminará. En esa dinámica, América Latina se encuentra, al decir del analista Ignacio Bartesaghi, en una “posición incómoda”, porque la mayoría de los países de la región no están dispuestos a tomar partido tan fácilmente por una parte u otra del conflicto, a pesar de que la presión en ese sentido irá en aumento.
“Esta región considera, en su mayor parte, que hay que condenar a Rusia, pero no lo hace con la intensidad que querría Estados Unidos y Europa”, señaló el director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay.
Coincidió Nicolás Pose, docente de Economía Política Internacional de la Universidad de la República, al afirmar a El País que “América Latina buscará navegar un escenario internacional sin recostarse demasiado en ninguno de los polos. Mantendrá buenas relaciones con EE.UU., pero también con China y Rusia, sin decantarse en forma muy marcada por uno u otro”.
Lo cierto es que en esta región, donde es innegable su relación con Estados Unidos, también ya está muy insertada en el puzzle de China o en sus vínculos con la propia Rusia, potencia esta última que tiene una mayor penetración de lo que a veces se cree.
Aunque en la Asamblea de la ONU se ha condenado la guerra y a Rusia, los grandes de América Latina, como Brasil, México y Argentina, han apostado más al pragmatismo. Brasil, específicamente, se cuida por ejemplo de no perder la proveeduría de productos rusos, como los fertilizantes. Y muchos otros países de la región se escudan en que la guerra en Ucrania es lejana, para no sentirse obligados a tomar una posición jugada, lo que es también válido.
Sobre por qué América Latina no ha llegado a consensos en relación a la guerra en Ucrania, Bartesaghi fue drástico: “Lamentablemente, en esta región ni siquiera hay consensos en lo que es dictadura o democracia, o en lo que es violación o no de derechos humanos; esas discrepancias también se ven reflejadas en cómo se condena o no una invasión”.
En realidad, la tendencia mundial, no solo en América Latina, es que las relaciones internacionales van a estar cada vez más marcadas por el pragmatismo.
Acuerdo Mercosur-Unión Europea
Es probable que las conversaciones del acuerdo Mercosur-Unión Europea se retomen con más fuerza. Según Nicolás Pose, aunque Argentina ha puesto piedras en el camino en estas semanas, terminará adoptando las mismas decisiones que Brasil. El panorama se verá más claro en el segundo semestre del año con la presidencia protémpore de España en el Consejo Europeo, y la de Brasil en el Mercosur. Esa coincidencia podría acelerar la intensidad de los diálogos para el acuerdo.
Si la guerra continúa, será más difícil para la región y para Uruguay planificar ante eventuales nuevos shocks a nivel de precios de la energía, materias primas y costo del financiamiento.
A futuro
Analistas proyectan que la guerra en Ucrania alcance un pico de tensiones en las próximas semanas, pero pronto llegará a una meseta. De no ser así, se corre el riesgo de saltar a un conflicto mayor. En esta etapa, China juega un rol fundamental. “Occidente puede contener a Putin, pero China puede frenarlo”, dijo Bartesaghi.
Todo indica que América Latina seguirá con su misma estrategia que hasta ahora, de no jugarse a una posición única y, bajo el liderazgo de Lula en Brasil, es probable que empiece a centrar más sus conversaciones en la paz, tal como lo están haciendo Turquía, Francia, China, según proyectó Pose.
Por lo pronto, Lula viajará para encontrarse con Xi Jinping en marzo y ya lo hizo con Joe Biden, en un intento de apaciguar las tensiones. “En eso Brasil se acerca más a la visión de China, no tanto a Estados Unidos ni a ciertos países europeos que hablan de destruir al enemigo. No saldremos de esta guerra hablando de la derrota de Rusia”, agregó Bartesaghi.
A su juicio, la salida de la guerra significará que ambas partes tengan que perder algo; es decir, el mundo occidental seguirá apoyando a Ucrania, pero es probable que sin enviarles tantas armas para evitar la ampliación del conflicto. En cualquier caso, en lo que tiene que ver con esta región, no hay duda de que la voz de Lula se empezará a escuchar más y que prevalecerá su mensaje de que, como América Latina es un actor no directamente involucrado en la guerra, puede ser un broker para la paz, esto es, actuar, con su alcance y limitaciones, en pro de la salida de un acuerdo negociado para la guerra.