CRISIS
La gran diferencia del Kabul de los talibanes fue que hoy la ciudad estaba casi vacía de mujeres.
Kabul comenzó este lunes una nueva era tras la caída del país en manos de los talibanes, con sus ciudadanos intentando continuar con sus vidas bajo el nuevo régimen, mientras los insurgentes patrullaban una ciudad sin mujeres a la vista.
A diferencia de ayer, que Kabul fue testigo de disparos constantes, algunos saqueos y focos de violencia, hoy la ciudad está en silencio, mientras combatientes talibanes patrullan la ciudad en vehículos militares o permanecen en puestos de control.
Aunque la mayoría de las tiendas y comercios continúan cerrados, los propietarios de pequeñas tiendas empezaron a abrir este lunes con la esperanza de que, quizá, lo peor ya pasó.
Los talibanes tomaron ayer por la tarde elcontrol de Kabuldespués de que sus combatientes entraran en la capital sin encontrar resistencia, con casi todas las provincias bajo su control, y la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani.
En un mensaje en vídeo difundido hoy, el mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, declaró el fin de la guerra de Afganistán, y con ellos el comienzo del "momento de la prueba", para demostrar que pueden servir bien al país.
Los talibanes "estamos aquí por la seguridad de la gente para evitar saqueos", dijo a Efe Ajmal, un combatiente que patrulla las calles, y que como muchos otros es reconocible por su tradicional barba, cabello largo y pakol, el sombrero tradicional afgano.
La gran diferencia del Kabul de los talibanes fue que hoy la ciudad estaba casi vacía de mujeres, particularmente empleadas de oficinas y estudiantes universitarias que se quedaron en casa por temor al regreso del régimen talibán, recordado por la brutalidad de sus castigos y la opresión de las mujeres.
"Espero que los talibanes permitan que las mujeres trabajen, asistan a la universidad y no les impongan el burka", dijo a Efe Hamida, una mujer de 40 años, que salió de casa solo para ir al hospital, cubierta con un velo negro que dejaba ver solo sus ojos.
Los talibanes han asegurado en varias ocasiones a los ciudadanos de Kabul que sus combatientes no dañarán a nadie, que no tomarán venganza, y que todos han sido "perdonados".
Además han asegurado que mantendrán los derechos alcanzados por las mujeres en las últimas dos décadas, y cuya pérdida representaría uno de los peores retrocesos para este país. Pero muchas mujeres, entre ellas artistas, políticas y activistas afganas, no confían.
Pero, ¿quiénes son los talibanes?
![Combatientes talibanes en un vehículo. Foto: AFP](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2021/08/13/6116fdc1a48a0.jpeg)
El grupo armado de los talibanes, los “estudiantes”, según su traducción de la lengua pastún, toma forma a inicios de los años noventa del siglo pasado. En 1989, los muyahidines ?combatientes por la yihad (guerra santa) armada, afganos y extranjeros, habían derrotado a las tropas de la Unión Soviética en Afganistán tras una década de guerra. Desde la frontera afgano-pakistaní, los talibanes, nacidos en los seminarios religiosos fundamentalistas, prometieron orden y seguridad en su ofensiva para gobernar.
En 1996, la guerrilla tomó el control de Kabul y arrebató el Gobierno y la presidencia al líder muyahidín Burhanuddin Rabban, uno de los héroes de la victoria frente a los soviéticos. En su avance, los talibanes instauraron un régimen integrista sobre la interpretación rigurosa de la ley islámica. Entre otras medidas, impusieron castigos físicos, desde la pena capital en plaza pública a los latigazos o la amputación de miembros por delitos menores; despojaron de cualquier derecho a las mujeres, a las que obligaron a cubrirse íntegramente con el burka, y a las niñas, a las que prohibieron ir al colegio a partir de los 10 años, y erradicaron cualquier expresión cultural (cine, música, televisión) o incluso arqueológica.
Tras la toma del poder en Kabul, solo tres países reconocieron a los talibanes: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán. Los servicios de inteligencia de Pakistán, pese a las negativas de Islamabad, han sido acusados por Estados Unidos de apoyar la insurrección talibán. El Centro para el Combate del Terrorismo de West Point estima que los talibanes cuentan con en torno a 60.000 combatientes, a los que se les sumarían decenas de miles de milicianos afines.
Sus principales dirigentes
El funcionamiento interno y el liderazgo del movimiento talibán, que este domingo se apoderó del palacio presidencial, en Kabul, están envueltos en un halo de misterio, como cuando gobernó el país asiático entre 1996 y 2001.
Breve presentación de los principales líderes de este grupo islamista radical:
-Haibatullah Akhundzada, el líder supremo: el mulá Haibatullah Akhundzada fue nombrado jefe de los talibanes en mayo de 2016 durante una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansur, liquidado por un ataque de un dron estadounidense en Pakistán.
Antes de su designación, se conocía poco de Akhundzada, hasta entonces más centrado en cuestiones judiciales y religiosas que en el arte militar.
Aunque este erudito gozó de gran influencia en el seno de la insurgencia, de la que lideró el sistema judicial, algunos analistas creían que su papel al frente del movimiento sería más simbólico que operativo.
Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada obtuvo rápidamente una promesa de lealtad de Ayman al-Zawahiri, el líder de Al Qaida.
El egipcio lo llamó "emir de los creyentes", denominación que le permitió afianzar su credibilidad en el mundo yihadista.
Akhundzada tenía la delicada misión de unificar a los talibanes, fracturados por una violenta lucha por el poder tras la muerte de Mansur y la revelación de que habían ocultado durante años la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar.
El insurgente logró mantener unido al grupo y continuó siendo bastante discreto, limitándose a transmitir mensajes anuales raros en los días festivos islámicos.
-El mulá Baradar, cofundador: Abdul Ghani Baradar, nacido en la provincia de Uruzgan (sur) y educado en Kandahar, es el cofundador de los talibanes junto con el mulá Omar, fallecido en 2013, pero cuya muerte fue ocultada durante dos años.
Como muchos afganos, su vida se moldeó con la invasión soviética en 1979, que lo convirtió en muyahidín, un combatiente islámico fundamentalista, y se cree que luchó junto con el mulá Omar.
En 2001, tras la intervención estadounidense y la caída del régimen talibán, se decía que formaba parte de un pequeño grupo de insurgentes dispuestos a un acuerdo en el que reconocían la administración de Kabul. Pero esta iniciativa resultó infructuosa.
Abdul Ghani Baradar era el jefe militar de los talibanes cuando fue arrestado en 2010 en Karachi, en Pakistán. Fue liberado en 2018 especialmente por la presión de Washington.
Escuchado y respetado por las distintas facciones talibanes, fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Catar.
Desde el país del golfo, llevó las negociaciones con los estadounidenses, que condujeron a la retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán.
-Sirajuddin Haqqani, el jefe de la red Haqqani: hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviética, Jalaluddin Haqqani, Sirajuddin es a la vez el número dos de los talibanes y el jefe de la red Haqqani.
Esta red, fundada por su padre, está clasificada como terrorista por Washington, que siempre la consideró como la facción combatiente más peligrosa ante las tropas estadounidenses y de la OTAN en los últimos dos decenios en Afganistán.
También está acusado de haber asesinado a algunos altos responsables afganos y de haber retenido como rehenes a occidentales para obtener un rescate o mantenerlos como prisioneros como el militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de Guantánamo.
Conocidos por su independencia, sus habilidades de lucha y sus fructíferos asuntos, se cree que los Haqqani están a cargo de las operaciones de los talibanes en las áreas montañosas del este de Afganistán y que tendrían una gran influencia en las decisiones del movimiento.
-El mulá Yaqub, el heredero: hijo del mulá Omar, Yaqub es el jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes, que decide las orientaciones estratégicas en la guerra contra el Ejecutivo afgano.
Su ascendencia y sus vínculos con su padre, a quien adora como jefe de los talibanes, lo convirtieron en una figura unificadora dentro de un amplio y diverso movimiento.
Las especulaciones sobre su papel exacto en la insurgencia son persistentes. Algunos analistas creen que su nombramiento al frente de esta comisión en 2020 fue sólo simbólico.