EFE, AFP
El derrocado presidente Bashar al Asad reapareció ayer lunes. Desde Moscú, negó -en sus primeras declaraciones desde que huyó de Siria- haber planificado su partida y calificó de “terroristas” a los nuevos dirigentes del país.
Al Asad partió a Rusia hace poco más de una semana, cuando una ofensiva relámpago encabezada por el movimiento islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) tomó Damasco, coronando una ofensiva de once días.
“Mi salida de Siria no fue planificada, ni tuvo lugar durante las últimas horas de la batalla, contrariamente a ciertas afirmaciones”, declaró Al Asad en un comunicado en inglés difundido por Telegram.
“Al contrario, yo me quedé en Damasco, cumpliendo con mi deber hasta la madrugada” del domingo 8 de diciembre, afirmó.
Al Asad explicó que ante el avance de los insurgentes hacia la capital, se desplazó a Latakia, en la costa del Mediterráneo, “en coordinación” con Rusia, uno de sus aliados en el conflicto, para “supervisar las operaciones de combate”.
“Moscú pidió (...) una evacuación inmediata hacia Rusia el domingo 8 de diciembre en la noche”, precisó Al Asad tras afirmar que ahora su país estaba “en manos de los terroristas”.
El grupo HTS, ex brazo sirio de Al Qaeda, sostiene que rompió con el yihadismo pero sigue siendo clasificado como “terrorista” por varias capitales occidentales, entre ellas Washington y Londres.
Transición “creíble”
Después de la prudencia inicial, las cancillerías occidentales intensificaron los esfuerzos durante el fin de semana para establecer contacto con los nuevos dirigentes sirios, entre ellos Abu Mohamed al Jolani, jefe del grupo HTS.
“No podemos dejar un vacío”, dijo la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas, antes de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores del bloque.
También aseguró que la UE abordará con las nuevas autoridades la presencia militar y la influencia de Rusia en su territorio.
En este sentido, varios ministros europeos dijeron que “debería ser una condición para los nuevos líderes eliminar la influencia de Rusia”, añadió Kallas.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, se reunió el domingo en Damasco con Jolani, a quien reafirmó la necesidad de una transición “creíble e inclusiva”, indicaron sus servicios.
Reino Unido y Estados Unidos también establecieron “contactos diplomáticos” con HTS, que afirma haber roto sus vínculos con el yihadismo.
Turquía, actor importante del conflicto y apoyo de las nuevas autoridades sirias, reabrió el sábado su embajada en Damasco expresando su disposición a suministrar ayuda militar.
Asimismo, el primer ministro libanés, Najib Mikati, ordenó ayer la reapertura de la embajada del Líbano en la capital Siria después de su cierre temporal debido a la rápida ofensiva.
Después de 50 años de dominio del clan Al Asad y una represión implacable contra la oposición, las nuevas autoridades intentan tranquilizar a la comunidad internacional.
El nuevo primer ministro encargado de la transición hasta el 1 de marzo, Mohamad al Bashir, prometió “garantizar los derechos de todos”.
Casi 14 años de guerra civil provocada por la represión de las protestas en favor de la democracia dejaron medio millón de muertos y seis millones de habitantes que han huido al extranjero.
Desplazamientos
Los kurdos de Alepo, en el norte de Siria, han vuelto a sufrir un nuevo desplazamiento por la guerra: 121.000 huyeron de las localidades donde habían encontrado refugio en 2018 a zonas situadas más al este del país, debido a la reciente reanudación de los combates entre facciones proturcas y fuerzas kurdas en el oeste.
Unas 25.000 familias (121.000 personas, según la autoridad kurda de facto en el norte de Siria) se vieron obligadas a huir después de que los insurgentes del Ejército Nacional Sirio (SPA, proturco) llegaran a un acuerdo con sus rivales de las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD, kurdosirias) para evacuar a esas personas a principios de este mes.
Este es su segundo desplazamiento, después de que en marzo de 2018 huyeran de la ciudad kurda de Afrin (ubicada a 112 kilómetros al noroeste de Alepo). Y aunque HTS no se ha enfrentado directamente con los kurdosirios del FSD, los proturcos del SPA, con base en Alepo, atacaron las posiciones kurdas para expulsarles hacia el este del río Éufrates.
Los refugiados han sido distribuidos en varios centros educativos de la ciudad de Qamishli -en el noreste de Siria y fronteriza con Turquía- que ha acogido a más de 3.000 de estas familias desplazadas.
El pasado miércoles, la organización Human Rights Watch (HRW) alertó de condiciones de vida “terribles” en el noreste de Siria, como falta de agua, refugio, alimentos y atención médica e hizo un llamamiento para que se garantice el paso de ayuda humanitaria.