ORGANIZACIÓN TERRORISTA
The New York Times informó que Abdullah Ahmed Abdullah había sido abatido por agentes israelíes. Más incierto es el destino de Aymán Al Zawahiri, sucesor de Osama bin Laden.
Tras la muerte en Irán del número 2 de Al Qaeda y los rumores crecientes de que el número 1 también está muerto, surgen varias preguntas sobre el futuro de la organización yihadista, ya de por sí muy debilitada.
El diario The New York Times informó el viernes que Abdullah Ahmed Abdullah, había sido abatido en Teherán por agentes israelíes durante una misión secreta ordenada por Estados Unidos. Irán lo desmintió.
Más incierto es el destino del número 1 de la organización, Aymán Al Zawahiri, sucesor de Osama bin Laden, al que se le perdió la pista hace diez años y que podría esconderse en la frontera entre Afganistán y Pakistán.
El director del estadounidense Center for Global Policy (CGP), Hassan Hassan, afirmó este fin de semana que Zawahiri, al frente de Al Qaeda desde la muerte de Bin Laden en 2011, había fallecido en su casa hace un mes por una enfermedad.
“Soy consciente de los problemas para verificar este tipo de información pero está en boca de todos en los círculos próximos de Al Qaeda, como Hurras al Din”, escribió en Twitter Hassan Hassan, revelando que el grupo yihadista sirio era una de sus fuentes.
Rita Katz, jefa de la agencia estadounidense Site, especializada en la vigilancia de grupos yihadistas hizo referencia a “noticias no confirmadas”, recordando que “Al Qaeda no se caracteriza por informar rápidamente de la muerte de sus líderes”.
Que su hipotética muerte haya sido por una enfermedad cardíaca y no por una intervención militar externa complica la confirmación de la noticia. Más aún en una persona que, con 40 años de yihadismo a sus espaldas, ha sido dado por muerto varias veces.
“Los servicios de inteligencia creen que está muy enfermo”, explicó a la AFP Barak Mendelsohn, autor de un libro sobre Al Qaida y profesor de la Universidad Haverford de Pensilvania. “Pero si no ha muerto ahora, no tardará en morir”.
En un contexto geopolítico complicado, la organización que llevó a cabo el mayor atentado de la historia, el 11 de septiembre de 2001, podría encontrarse potencialmente descabezada de sus dos principales dirigentes.
Además, la dirección central de Al Qaeda está lejos de ser lo que fue. Sigue presente gracias a los numerosos grupos afines que le han jurado lealtad desde el Sahel a Pakistán, pasando por Egipto, Yemen y Somalia. Sin embargo, Al Qaeda no dirige ni las acciones ni las alianzas de estos grupos, enmarañadas en problemas locales y regionales que no puede controlar.
Barak Mendelsohn avanza la hipótesis de que Al Qaeda en el futuro funcionará como un simple “consejo consultivo”. Los grupos yihadistas “solo escucharán a la dirección central de Al Qaeda cuando quieran, y no por obligación”.
Al Qaeda se encuentra, además, en una batalla ideológica y militar en varios frentes con el Estado Islámico (ISIS), que le robó el papel preponderante del yihadismo mundial y tiene mayor presencia en las redes sociales. Aún cuando la situación de ISIS también se puede calificar de “frágil” por su derrota en 2019 y la desaparición del “califato”.