AFP, EFE
El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, prestó juramento ayer martes en el parlamento para su tercer mandato al frente del más poblado de los países árabes, en un contexto de tensiones regionales y dificultades económicas.
Sisi lleva una década en el poder y podría permanecer en el cargo hasta 2030.
El exmariscal de 69 años ganó las presidenciales de diciembre con el 89,6% de los votos, frente a otros tres candidatos y con los opositores fuera de juego o encarcelados.
Sisi, que fue jefe del ejército y ministro de Defensa, orquestó en 2013, un año antes de su llegada a la presidencia, la destitución del islamista Mohamed Mursi tras grandes manifestaciones. Su mandato, que comenzará hoy miércoles por un período de seis años, debería ser el último, según la Constitución.
Según las imágenes de la ceremonia de investidura difundidas por la televisión estatal, Sisi juró frente a los diputados reunidos en la sede del Parlamento.
Egipto, un país de 106 millones de habitantes, un tercio de los cuales vive por debajo del umbral de pobreza, atraviesa serias dificultades económicas, con una inflación del 40% en 2023, escasez de divisas y el colapso de la libra egipcia que ha perdido dos tercios de su valor.
“Juro que la seguridad de Egipto y de su pueblo, e implementar el desarrollo y el progreso, es mi única opción por encima de cualquier otra consideración”, dijo Al Sisi tras la ceremonia de juramento, que tuvo lugar en la Nueva Capital Administrativa, a unos 40 kilómetros al este de El Cairo.
El mandatario reconoció que los últimos años “el camino no ha sido un camino de rosas” debido al “terrorismo en el interior”, en referencia a los Hermanos Musulmanes y a la campaña militar de Egipto en el norte del Sinaí contra la filial del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS).
Asimismo, recordó que el país ha sufrido los choques externos, como la pandemia del coronavirus o las guerras en Ucrania y en Gaza, factores que han intensificado la severa crisis económica que padece Egipto también en parte debido al endeudamiento crónico. Y es que en los diez años que Sisi lleva en el poder la deuda exterior se ha más que triplicado hasta llegar a superar los 160.000 millones de dólares.