BRASIL
Datafolha e Ipec proyectaban 50% y 51% respectivamente para Lula, que finalmente obtuvo el 48%.
Jair Bolsonaro obtuvo en la primera vuelta un fuerte apoyo que ninguna de las principales encuestas detectó. ¿Qué falló? Esa es la gran pregunta que los medios y analistas políticos se hacían ayer lunes en Brasil.
Inácio Lula da Silva obtuvo 48% de los votos, frente al 50% y 51% que proyectaban respectivamente Datafolha e Ipec, dos encuestadoras de reconocida trayectoria en Brasil, que acertaron así sus pronósticos dentro del margen de error para el exmandatario izquierdista.
Pero lo que no supieron anticipar fue el éxito que tendría el bolsonarismo: con el 99,9% de los colegios escrutados, el presidente conquistó el 43% de los votos, frente a un máximo de 37% que le atribuyeron las encuestas en los meses previos.
Otros dos aliados del presidente desbarataron las previsiones: el gobernador de Rio de Janeiro, Claudio Castro, que fue reelegido en primera vuelta con más del 58% (tras puntuar 44% y 47% en las encuestas) y el candidato al gobierno de San Pablo Tarcísio de Freitas que va a balotaje tras obtener 42% de los votos, diez puntos por encima del 31% previsto en las encuestas.
“Los sondeos no hacen pronósticos, son como una foto (del momento), no una película. Pero las últimas encuestas del viernes y del sábado muestran que hubo grandes errores, no solo en la presidencial, sino también en la elección de senadores y gobernadores”, dijo a la AFP Leandro Gabiati, director de la consultora Dominium en Brasilia.
Aunque las conclusiones pueden tomar tiempo, los analistas barajan un conjunto de motivos, que van desde posibles problemas de diseño de las encuestas a la hora de captar la intención de ciertos sectores al movimiento de votos indecisos a último momento.
“¿Hubo migración de voto útil (de otros candidatos como Simone Tebet y Ciro Gomes, tercera y cuarto en la primera vuelta)?, ¿una volatilidad de los votos a último momento? Como los sondeos estuvieron tan lejos de la realidad, ahora no sabemos si de hecho Bolsonaro creció o si ya tenía ese apoyo” y escapó a las encuestas, apunta Gabiati.
Para la politóloga Mayra Goulart, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, existe un “apagón de información en Brasil” debido al atraso de dos años del censo demográfico, que fue postergado de 2020 para 2022 por la pandemia de covid-19.
Esto afecta la precisión de la muestra, especialmente en segmentos como el evangélico, que representa un 30% de los brasileños y es “un sector popular capaz de dar votos a la extrema derecha”, apunta Goulart.
“Es probable que el censo de 2022 ayude a corregir algunas de esas inconsistencias para elecciones futuras”, coincide Guilherme Casarões, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
“Las encuestas subestimaron la fuerza de Bolsonaro. Eso puede tener relación con el tipo de muestra. Las encuestas se equivocaron, pero lo hicieron encima de la misma lógica”, agregó Casaroes en declaraciones a EFE.
Para Casaroes el resultado tiene, en parte, una lectura en clave regional: los sondeos no consiguieron prever el liderazgo de la derecha en los grandes colegios electorales, principalmente San Pablo, el estado más rico y poblado de Brasil.
Otro de los factores que explican la diferencia entre las encuestas y las urnas, según especialistas, sería el llamado “voto útil”. Es decir, una transferencia de votos de última hora del laborista Ciro Gomes hacia el presidente Bolsonaro.
En una entrevista a UOL, el primer ejecutivo de la firma Quaest, Felipe Nunes, precisó que las encuestas no son un “pronóstico” y sí un “diagnóstico” de la sociedad. Nunes recordó que las últimas encuestas ya sugerían una migración de votos de Gomes hacia la reelección de Bolsonaro.
No obstante, el director ejecutivo de la firma Atlas, Andrei Roman, admitió que las “encuestas se equivocaron”.
“La diferencia de 9 puntos en el Atlas (entre Lula y Bolsonaro) acabó siendo de 5 puntos en el resultado. Necesitamos encarar ese resultado con honestidad”, afirmó Roman en sus redes sociales.