Andrey Bastunets: "En Bielorrusia, la pena de muerte se aplica dos o tres veces al año"

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Andrey Bastunets.

ENTREVISTA

El presidente de la Asociación Bielorrusa de Periodistas (BAJ) llegó a Uruguay para la Conferencia del Día Anual de la Libertad de Prensa de la Unesco.

El abogado bielorruso Andrey Bastunets, exiliado en Lituania, es el presidente de la Asociación Bielorrusa de Periodistas (BAJ, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental creada en 1995 que fue declarada ilegal en 2021 por el régimen de Lukashenko, que persigue la prensa libre. La BAJ monitorea las violaciones de la libertad de expresión y de los medios en su país, y ha sido reconocida internacionalmente por ello.

Bastunets llegó a Uruguay para la Conferencia del Día Anual de la Libertad de Prensa de la Unesco (de 2 al 5 de mayo). Allí la BAJ recibió el premio Guillermo Cano a la Libertad de Prensa de la Unesco. Un par de días después, Bastunets conversó con El País.

-Andrey, usted es abogado, trabajó como periodista y muchos lo consideran activista, ¿cómo compatibiliza esos diferentes roles?

-En realidad, no soy periodista ni activista. Básicamente soy la cabeza de la Asociación Biolorrusa de Periodistas, BAJ, la cual no está involucrada en activismo político. No me llamaría activista, sino defensor de los derechos humanos. Nuestro objetivo es proteger la seguridad de los periodistas y la libertad de expresión en Bielorrusia.

-¿Qué defensa puede realizar de los periodistas en Biolorrusia a la distancia, desde Lituania, donde reside?

-Por supuesto que hubiera sido mejor trabajar en Bielorrusia. Sería más fácil en circunstancias ideales, pero es imposible trabajar allí. Muchos de mis colegas han dejado Bielorrusia y están exiliados en Estonia, Lituania, Letonia, Polonia y Georgia. Pero continuamos trabajando a distancia por internet, ayudando a los periodistas con asistencia legal, con información, porque también tienen abogados allá pero el imperio de la ley no funciona en Bielorrusia. Los abogados que están trabajando con la asociación para ayudarlos, no pueden discutir los casos de manera abierta. Si lo hacen, sus licencias legales pueden ser retiradas por el gobierno. Por eso nuestro objetivo principal es asistir, compartir información acerca de lo que está pasando con los periodistas dentro y fuera del país, con las organizaciones públicas y hacer algo, lo más que podamos, que los ayude a lograr la libertad. En Lituania, la BAJ también organiza buses que van a Ucrania con asistencia humanitaria.

-La Asociación Bielorrusa de Periodistas (BAJ) ha aumentado el número de sus asociados. Comenzó en 1995 con 38 personas y ahora supera las 1.300 personas. ¿Cómo lo lograron en medio de la represión del régimen de Lukashenko?

-Es difícil de cuantificar con exactitud cuántas personas hay en la asociación en este momento, porque la organización fue cerrada en Bielorrusia por el gobierno el año pasado. Sin embargo, hemos aumentado bastante el número, lo que demuestra que ha sido precisamente la represión la que ha contribuido a unificar a los periodistas. En muchos casos, han acudido a nosotros al ser víctimas de la represión o amenazas del gobierno.

De acuerdo a la legislación de Bielorrusia, necesitamos una licencia de registro para trabajar, pero ellos (el régimen) nos lo quitaron. Igual nosotros operamos bajo todos los estándares internacionales, pensamos que no se requiere una licencia para defender los derechos humanos.

-¿Cómo se financia la asociación, cómo consiguen recursos para mantenerse?

-Prefiero no contestar esa pregunta porque es tema muy delicado. Un amigo mío se encuentra detenido en Bielorrusia, acusado de traición, y se arriesga a unos 15 años en prisión, porque hizo una transferencia a los abogados que ejercen la defensa de unos periodistas allí. Hay una cantidad de amenazas en el entorno y prefiero no entrar en un tema que nos puede perjudicar. Lo que puedo aclarar es que no recibimos fondos de una sola fuente, ni de ninguna organización política. En la asociación tenemos como principio mantenernos alejados de partidos políticos, incluso los democráticos. Tampoco tenemos financiamiento de gobiernos de ningún país.

-En febrero hubo un referéndum en Bielorrusia para reformar la Constitución -una reforma que favorece al régimen de Lukashenko- y la mayoría de la población votó a favor. ¿Qué reflexión le merece?

-A nuestro entender, esos números son totalmente ficticios. No hay forma de conocer la verdad. En todo caso, ese referéndum no tiene ningún sentido ni para la gente, ni para el gobierno. No tiene ningún sentido reformar una Constitución que no es respetada.

-De este lado del mundo llega mucha información contradictoria. A su entender, ¿qué piensa mayoritariamente la población bielorrusa sobre la guerra en Ucrania?

-Podría decir que hace algunos años la mitad de la población bielorrusa era prorrusa y tal vez el 30 % era proeuropea. Esto está vinculado al hecho de que la televisión pública en Bielorrusia transmite mucha propaganda rusa. Pero en 2020, después de las elecciones (se refiere a las votaciones en las que el presidente Lukashenko comenzó su sexto mandato y en la que unos 1.000 opositores fueron detenidos), nos dimos cuenta que gran parte de la población está a favor de la democracia. Por supuesto, en la actualidad es muy difícil hablar de porcentajes, porque las encuestas sociológicas independientes están prohibidas en Bielorrusia. Por lo que leo y conozco, diría que hoy el 40 % de los bielorrusos no apoya las acciones de Rusia en Ucrania y que el 30 % apoya las acciones rusas, pero ese 30 % prorruso no apoyan la guerra; apoyan a Rusia, pero no a la guerra. Quiero aclarar que hay cantidad de acuerdos entre gobiernos, y el gobierno de Bielorrusia es cómplice en esta guerra al permitirle al ejército ruso usar su territorio para entrar a Ucrania y lanzar ataques con cohetes desde su territorio. Pero la población de Bielorrusia no tiene nada que ver con esto y ha protestado contra la guerra.

-¿Qué tanto han podido protestar realmente?

-Quienes salieron a las calles, fueron detenidos. Sin embargo, otro tipo de resistencia fue el bloqueo de líneas férreas o carreteras, para evitar el avance de tanques o vehículos militares rusos. La gente hizo esto no sólo bajo amenaza de ser detenida, sino poniendo en riesgo sus vidas. Esas personas fueron calificadas como “terroristas ferroviarios”. Algunas recibieron disparos en las rodillas. Luego, el gobierno cambió las reglas y actualmente, si una persona es capturada por “terrorismo ferroviario”, puede ser sentenciada a muerte.

Bielorrusia es el único país de Europa que mantiene la pena de muerte y últimamente ampliaron los casos en que se puede aplicar esa sentencia. No solo aplica por acciones contrarias al gobierno, también por intención.

-¿Con qué frecuencia es aplicada la pena de muerte en Bielorrusia?

-Unas dos o tres veces por año. Sin embargo, con el cambio de que ahora se puede sentenciar a una persona solo por sus intenciones -decreto firmado por el presidente y aceptado por el parlamento hace unos días-, todavía no sabemos cómo o con qué frecuencia se va a aplicar; seguramente será más seguido.

-¿Qué ven desde la asociación sobre cómo están trabajando los periodistas ucranianos, rusos y biolorrusos en la cobertura de la guerra en Ucrania?

- Los periodistas trabajan en el marco de la censura de la guerra. Fuimos informados de que, inclusive, los periodistas ucranianos y rusos en el área de guerra no pueden compartir comunicaciones entre sí. En Rusia, ni siquiera pueden usar la palabra “guerra” en sus informes. Si lo hacen, se arriesgan a penas de prisión de hasta 15 años. Pero todos los periodistas que trabajan en Ucrania arriesgan sus vidas para informar lo que está pasando; lamentablemente varios han muerto.

-¿Usted ha estado en Ucrania recientemente?

-Desde el comienzo de la guerra no he regresado a Ucrania, sobre todo al ver que, por ejemplo, mi asistente tuvo que escapar de la represión en Bielorrusia, se marchó a Ucrania con su esposa y tres hijos en febrero, y ahora tuvo que escapar nuevamente de Ucrania, conjuntamente con más de cien periodistas bielorrusos. Es la segunda vez en poco tiempo que pierden sus viviendas, sus pertenencias, absolutamente todo.

-¿Cuál es su visión sobre el resto del mundo; hay algún país de América Latina que le llame la atención por la violación de la libertad de prensa?

-Toda nuestra atención está enfocada en Ucrania. Por supuesto conocemos la situación de otras regiones en términos generales; México un país muy peligroso para ejercer el periodismo. Pero de verdad no sabemos mucho lo que pasa en otros continentes. Desafortunadamente, estamos enfocados en nuestra región.

"Hay 25 periodistas en la cárcel en mi país"

-¿Cómo ve el futuro del periodismo en general, y en su país?

- El tema de la Conferencia de la Unesco que se realizó en Uruguay estuvo centrada en la situación de los periodistas y el cerco digital. Este es un tema muy importante, porque pensábamos que internet iba a ser una entrada a la libertad y en gran medida lo es, pero también internet está controlado o vigilado por gobiernos y negocios. Los periodistas están sometidos a mucha presión por eso, y todas las personas también están siendo vigiladas.

Todos los individuos están hoy bajo ese control, vigilancia y, particularmente en Bielorrusia, la mayoría de las fuentes independientes online están bloqueadas. En relación al futuro del periodismo en Bielorrusia, éste se encuentra inextricablemente ligado al futuro político del país. Tengo fe que en el futuro, no sé cuánto tiempo va a pasar, pero se logrará un cambio, va a llegar. Pienso que la Asociación de Periodistas de Bielorrusia (BAJ) va a regresar a operar con base en mi país y los periodistas podrán -podremos- volver a trabajar apropiadamente.

-¿Su afirmación es una expresión de deseo, o piensa que realmente puede suceder a corto o mediano plazo?

-Yo creo en esto que digo. Cuando me preguntan si podré regresar a Bielorrusia pronto o algún día no muy lejano, siempre contesto que sí lo creo. No acepto estar viviendo en el exilio y no considero a Lituania, donde vivo ahora, mi residencia permanente, todavía pienso que es algo temporal y que podré regresar a mi país.

Reconozco igual que la situación es muy complicada y que las cosas se podrían complicar aún más si se prolonga la guerra en Ucrania, pero los periodistas debemos seguir unidos y luchando por nuestros derechos y nuestras convicciones.

Actualmente hay 25 periodistas detenidos en distintas cárceles de Bielorrusia y el editor de un diario regional enfrenta un proceso criminal, acusado de publicar información sobre el movimiento de tropas rusas en territorio bielorruso, lo que está prohibido. También soy plenamente consciente de que si yo regresara a Bielorrusia actualmente, el riesgo de ser arrestado sería muy grande. Pero todo eso va a cambiar, tiene que cambiar.

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