ALEMANIA
La canciller alemana es además doctorada en Química Cuántica y recibe los elogios por su gestión de la pandemia aunque ahora surgen críticas en la interna.
En Alemania parece que el coronavirus pierde día a día la batalla y las personas en la calle disfrutando al aire libre como en un día normal parece ejemplificarlo. Si bien el número de infecciones por COVID-19 sigue creciendo -152.438-, pero la curva se aplanó y el sistema sanitario aguanta e incluso acoge a pacientes de otros países europeos.
"El gobierno lo hizo muy bien. Desde el principio dijeron la verdad. (Angela) Merkel explicó que esto afectaría al 60% o 70% de la población y entendimos que esto iba en serio y que había que mantener la distancia de seguridad", explica Tamer Osman, un diseñador de una boutique berlinesa en la que ahora cosen a destajo máscaras de tela estampada a El País de Madrid y recoge La Nación. Este pequeño empresario no está solo.
Son varios los que aplauden las gestiones del gobierno de Alemania, especialmente por el liderazgo llevado adelante por la canciller Angela Merkel que desató la denominada MerkelManía.
Merkel por su parte repite que el país camina sobre "una fina capa de hielo" capaz de romperse en cualquier momento y la preocupa que la salida del confinamiento sea demasiado pronta y se de una segunda ola de COVID-19.
La canciller alemana es además doctorada en Química Cuántica y recibe los elogios tanto de los que están dentro como de los que están fuera del país.
Su lucha en los últimos meses ha sido explicar de manera clara, transparente y profesional cuál es la situación del virus en el país a toda la población. De hecho en marzo envió un mensaje por televisión por primera vez en 14 años, para explicar que la enfermedad era el mayor reto para el país desde la Segunda Guerra Mundial. "Merkel está especialmente preparada para estas crisis por su temperamento racional y su capacidad para forjar consensos", sostiene Constanze Stelzenmüller, del centro de pensamiento Brookings a El País.
Quienes conocen a Merkel enfaizan su racionalidad y su capacidad de escuchar en momento importantes, para luego argumentar y tomar las decisiones que considere necesarias. Además la canciller acepta los consejos de los equipos multidisciplinarios compuestos por virólogos, piscólogos, juristas y expertos en educación.
Otro aspecto que ayuda a la imagen de Merkel es la comparación con otros líderes mundiales como es el caso de Donald Trump, Vladimir Putin y Boris Johnson, quienes insistieron en quitarle importancia al virus y tomar medidas tarde.
Comienzan las críticas
Pero, Merkel, hasta ahora ensalzada por su respuesta a la epidemia del nuevo coronavirus, empieza a ser criticada por la opinión pública de su país, que desea una flexibilización de las drásticas medidas adoptadas por la crisis sanitaria.
La canciller aboga por un 'desconfinamiento' progresivo, y denuncia la creciente impaciencia de la población, que sufre restricciones desde hace mes y medio y teme las consecuencias económicas de esas medidas.
Hasta hoy el rumbo seguido por Alemania le permite a este país tener una letalidad inferior a la de sus principales vecinos, lo que garantizó a Merkel el apoyo de gran parte de la opinión pública. Así, se disparó la popularidad de la canciller, considerada hasta hace poco una dirigente política a punto de caducar. Su movimiento conservador CDU/CSU ha ganado diez puntos en dos meses en los sondeos, hasta un 38% de intenciones de voto.
Pero el clima político está cambiando y las críticas surgen ahora en el seno mismo de su partido demócratacristiano. El presidente de la Cámara de diputados, Wolfgang Schäuble, una figura política muy respetada, advirtió contra prolongadas restricciones de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
"Cuando escucho que cualquier otra consideración debe ceder el paso ante la protección de la vida, creo que este absolutismo no es justificado", afirmó este fin de semana al diario Tagesspiegel. Otro dirigente del partido CDU, Armin Laschet, candidato a la sucesión de Angela Merkel y presidente de la poderosa región de Renania del Norte-Westfalia, debate desde hace días con la canciller y pide un acelerado desconfinamiento.
"Claro que se trata de un asunto de vida o muerte" dijo el domingo a la cadena de televisión ARD, pero "también hay que tomar en cuenta" los daños que el confinamiento causa por ejemplo en los niños "que desde hace seis semanas están encerrados en sus casas (...)".
Laschet criticó los pronósticos demasiado pesimistas, según él, de los virólogos, muy escuchados por la canciller --que tiene una formación científica-- y subrayó que en su región el "40% de las camas de cuidados intensivos están vacías".
Este lunes el diario Bild, el más leído de Alemania, formuló esas mismas críticas y en un editorial exhortpo a la canciller a "poner fin a su terquedad". También la oposición, hasta ahora discreta, se muestra más crítica. El presidente del partido liberal FDP Christian Lindner acaba de decretar "el fin de la gran unidad" nacional sobre el coronavirus.
El FDP se preocupa por el impacto económico en las pequeñas y medianas empresas, y critica las restricciones a las libertades individuales impuestas por las autoridades. Varios movimientos ultras piensan lo mismo.
El sábado en Berlín un millar de personas cercanas a la extrema izquierda, pero también de derecha identitaria, se congregaron para instar a la "resistencia democrática" ante un Estado autoritario so pretexto de confinamiento.
Hubo un centenar de detenciones, y una nueva manifestación ha sido convocada para el 1 de mayo. La extrema derecha, principal fuerza de oposición en la cámara de diputados, también ha expresado sus críticas.
"El confinamiento generalizado podía haber sido evitado, y ahora no conseguimos salir de él con éxito" aseguró un responsable de Alternativa para Alemania (AfD), Sebastian Münzenmaier. "Todas las tiendas deberían volver a abrir, hay que devolverle a la población su libertad", agregó.
AfD ya no puede aprovechar como en el pasado el tema de los migrantes, asunto relegado a segundo plano en la crisis actual. Pero su hora puede llegar. "El partido podría aprovecharse de las consecuencias a largo plazo" de la pandemia, con un esperado cóctel de recesión, alza del desempleo, y quiebras de pequeños comercios, advierte en su sitio internet el semanario Die Zeit.