El próximo martes se cumplen 100 días de la llegada de Javier Milei al poder. En estos tres meses, el presidente argentino envió al Congreso ambiciosas reformas económicas que se enfrentan a la resistencia de los legisladores y a la rebeldía de los gobernadores. Milei se transformó, además, en primer presidente en afrontar un paro nacional en apenas 45 días de gestión, pero pese a estos traspiés, el libertario pelea con un “escudo”, dice el politólogo argentino Andrés Malamud: el apoyo popular.
Desde Portugal, donde se desempeña como como investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, Malamud hace un repaso por los hitos que han marcado el ritmo del gobierno de Milei en estos tres meses y compara su liderazgo con el de la expresidenta Cristina Kirchner.
-En una entrevista en mayo de 2023, hablaba de que Javier Milei no tenía condiciones de gobernabilidad democrática. ¿Esto se está notando?
-Sí. Milei es un presidente hiperminoritario: no sólo carece del quorum para sesionar, sino también del tercio necesario para bloquear un juicio político (impeachment). Ni siquiera fusionando su partido con el de Mauricio Macri llegaría al tercio en alguna de las cámaras, por lo que enfrenta dos opciones: negociación o conflicto. El segundo puede derivar en su destitución o en un autogolpe, por lo que conviene negociar.
-¿Podrá a mediano plazo gobernar sin el Congreso?
-No. La constitución exige la participación del Congreso para modificar impuestos y leyes electorales, por lo que ninguna reforma profunda puede realizarse sin su consentimiento. Y dada la perversa estructura impositiva argentina, las reformas son indispensables.
-¿Lo está haciendo ahora, por ejemplo, convocando al Pacto de Mayo? ¿Cómo analiza este cambio en su estrategia política?
-No observo cambios de estrategia sino movimientos tácticos. Milei cree que necesita leyes para reformar el país pero no para estabilizar la economía, por lo que el Pacto de Mayo es un recurso para ganar tiempo hasta que baje la inflación y entren los dólares de las exportaciones agrícolas. Para las reformas profundas apuesta a aumentar su contingente legislativo en la elección intermedia de 2025.
-Sobre el Pacto de Mayo, hace unos días dijo a La Nación que Milei “dejó el auto de frente, abriendo la puerta y permitiendo subir al que quiera”, y que los gobernadores no pueden rechazar la oferta. Pero ese pacto es bajo los propios términos de Milei. ¿No pone a los gobernadores frente a una calle sin salida?
-Sí, los gobernadores están obligados a concurrir para no aparecer bloqueando la esperanza generada por un presidente aún popular. Pero no, los gobernadores no pierden nada si firman porque el Pacto enumera un conjunto de generalidades. La plata sólo se discute en la letra chica, que debe ser definida por el congreso.
-¿Qué espera de ese pacto? ¿Realmente allana el terreno para que haya finalmente acuerdo en “la letra chica”?
-No. El Pacto es un recurso para generar expectativas que permitan sortear los meses horribles de marzo y abril, no un mecanismo de gobernabilidad. Además, los gobernadores controlan sólo un cuarto de los legisladores así que no garantizan el acuerdo legislativo.
-¿Ve un riesgo de juicio político como ocurrió en Perú en caso de seguir “cortando puentes”?
-Sí. A falta de escudo legislativo, a Milei lo protege el escudo popular derivado del apoyo que genera su figura y del rechazo que produce la oposición. Pero si se agota su popularidad, va a necesitar un tercer escudo: el externo, y a eso apuesta con su apoyo a la candidatura presidencial de Donald Trump.
-¿De qué manera cree que podría influir Trump en la continuidad de Milei?
-Documentos brasileños recién revelados muestran que Bolsonaro intentó un autogolpe desde el poder y un golpe después de su derrota. Ambos fracasaron por la gestión del gobierno de (Joe) Biden ante los militares brasileños para asegurarse de que reconocieran el resultado electoral. Si en ese momento Trump hubiera sido presidente, Bolsonaro seguiría siéndolo.
-¿Hay antecedentes de un presidente tan explícitamente crítico con los políticos? ¿Cree que estas expresiones ponen en riesgo la democracia, como señalan sectores de la oposición?
-Creo que las expresiones no ponen en riesgo la democracia. Expresiones similares se manifestaron en países como Ecuador con Rafael Correa y El Salvador con Nayib Bukele, pero lo que provocó la supervivencia democrática en un caso y su erosión en el otro fueron las acciones de los presidentes, no sus declaraciones.
-¿Qué estilo de liderazgo tiene Milei como presidente? ¿En qué se diferencia del tipo de liderazgo que ejercían Mauricio Macri o Cristina Kirchner?
-Milei se parece más a Cristina que a Macri: tiene un discurso sustantivo (el de Macri era intencionalmente superficial) y un estilo confrontativo. Siempre redobla la apuesta y, aunque cambie de posición, raramente reconoce errores.
-¿Entonces se acerca más al liderazgo de un peronista?
-Lo que define al peronismo es su base social tanto como su estilo de liderazgo, pero todos los presidentes peronistas salvo Alberto Fernández combinaron el látigo, la chequera y la seducción con la oposición. Milei se limita al látigo.
-¿Milei tiene plan B? ¿O más bien, su estrategia en el fondo sigue siendo apostar al límite con lo que se propone?
-El Plan A es estabilizar la economía, el Plan B es reformarla. No son alternativos: se plantearon como simultáneos pero la derrota en el Congreso los transformó en secuenciales.
-¿Hay un umbral a corto plazo donde se espera que haya resultados en lo económico? ¿Cuánto puede durar el componente de campaña en ese sentido?
-Ya estamos en el periodo clave: de marzo a mayo. En estos meses comienzan las clases en medio de huelgas y aumentos de la canasta escolar, y además pegarán fuerte los tarifazos. Si logra transitarlo, a partir de fines de mayo contará con la liquidación de las exportaciones y tendrá dólares para anestesiar o dolarizar.
Investigador y polítólogo
Andrés Malamud es politólogo. Nació en Olavarría y vive en Portugal, donde se desempeña como investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa y vicepresidente de la Asociación Portuguesa de Ciencia Política. Se recibió con honores en la carrera de Ciencias Políticas que cursó en la Universidad de Buenos Aires. Después se doctoró en Ciencias Sociales y Políticas en el Instituto Universitario Europeo.
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