Enviada a Buenos Aires
En el balotaje del domingo se configuraron dos hitos que marcarán el futuro de la política argentina. Por un lado, el triunfo del liberal-libertario Javier Milei bajo el ala de un partido sin estructura; por otro, la derrota “estrepitosa” del peronismo. Puntualmente, “la herida de muerte” que sufre el kirchnerismo, señalan analistas. Pese al estado de shock de buena parte de los argentinos, en algo parece haber consenso: la derrota de Sergio Massa no es ninguna sorpresa. “Hubiera sido muy raro que fuera al revés”, dice a El País Eugenia Mitchelstein, profesora asociada del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés y licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Mitchelstein lo piensa en clave regional: “Si vemos las últimas elecciones pos-pandemia en América Latina, en todas las perdieron los oficialismos menos en Paraguay”. En ese sentido, dice, tanto la tendencia regional como el “voto económico” hablan de un triunfo “razonable y esperable”. Pero en Argentina está lo que en ningún otro país de la región -ni del mundo- existe: el peronismo.
Dice Martín D’Alessandro, politólogo y profesor de Ciencia Política en la UBA, que no hay ningún oficialismo en el mundo que pueda ganar con la “bajísima reputación” que tiene el gobierno actual. Pero ahora “no es solo un oficialismo que pierde”, sino que pierde “ese peronismo que es la columna vertebral de la política argentina desde hace 80 años”. Un peronismo unificado, con todos los actores peronistas bajo el mismo lema.
En todas las votaciones presidenciales desde 1946 hasta la de 2019, el PJ siempre superó el umbral del 37%. En las PASO cosechó solo el 27%, y en las generales hizo la peor elección presidencial desde 1983 con el 36,5% de votos al ministro de Economía. En este contexto cabe preguntarse: ¿logrará sobrevivir?
Para Mitchelstein sí. El peronismo se ha reinventado a lo largo de su historia. Sin embargo, el kirchnerismo, la fuerza mayoritaria dentro del partido, está “herido de muerte”, dice. Según Carlos Gervasoni, del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, la debacle ya podía anticiparse en 2015, cuando Cristina Kirchner validó a Daniel Scioli como candidato presidencial y no a un ladero suyo. “Después le entrega la candidatura presidencial a (Alberto Fernández), un político del peronismo que, si bien había sido su jefe gabinete, terminó muy, muy distanciado de ella”. La señal más reciente -y acaso evidente- de ese debilitamiento fue la candidatura de Sergio Massa: “esto es un golpe adicional, un paso adicional en ese sentido”, apunta Gervasoni.
Según D’Alessandro, el peronismo ha prevalecido gracias a una serie de particularidades muy bien estudiadas. En primer lugar, su inserción en el Estado, que lo hace capaz de poder controlar la administración; en segundo lugar, su flexibilidad ideológica; y por último, la capacidad de renovar su dirigencia.
“Todas esas fortalezas reconocidas por los estudios académicos fueron destruidas por el gobierno de Alberto Fernández”, opina. “El daño que esta administración le ha hecho a la tradición de las fortalezas históricas del peronismo es fenomenal”. Pese a la herida de muerte, los analistas abren un signo de interrogación sobre el gobernador bonarense Axel Kicillof, reelecto en octubre con amplia mayoría.
Sin mayorías
La profunda y aletargada crisis económica fue, se sabe, la tierra fértil para el ascenso y la consagración de Javier Milei. “Lo único que tal vez hizo dudar a la gente y a los especialistas, no en su voto sino cuando contestaban encuestas, es que Milei es un personaje excéntrico”, dice Mitchelstein. El voto en blanco, del 1,55%, fue “bajísimo”, observa, lo que da la pauta de que en el cuarto oscuro el voto ya estaba definido. El apoyo popular fue de 14.476.462 argentinos según el escrutinio provisorio.
Milei promete ponerle fin “a la decadencia argentina” con reformas de fondo como la motosierra y la dolarización. Ayer adelantó que privatizaría YPF, Télam, Radio Nacional y Televisión Pública. Sin embargo, el libertario tiene menos del 15% del total de bancas en Diputados y menos del 10% en el Senado.
Pero no sólo eso. “Necesita conformar su gobierno -no digo su gabinete, que probablemente sean ocho personas- sino el ‘centro presidencial’”, dice D’Alessandro. Esto es una cantidad de oficinas ligadas a la actividad presidencial. “Ahí hacen falta 200, 300 personas con lazos con el mundo político, con el mundo empresarial, con expertise técnica, con experiencia política. Milei no tiene eso. Ni hablar de los 8.000 o 9.000 funcionarios técnicos que necesita para que el Estado medianamente funcione”, apunta el politólogo. Mauricio Macri había asumido en diciembre y habían pasado 4, 5, 6 meses de su presidencia -ejemplifica D’Alessandro- y todavía no había logrado colocar a todas las personas que necesitaba para ejercer un control pleno del Estado. “Eso muchísimo menos va a ocurrir ahora con Milei. Necesita de la tan odiada casta”.
Gervasoni, por su parte, dice que el libertario podrá ejercer “su poder de decreto normal” respecto a asuntos vinculados a la política comercial, importaciones y exportaciones e incluso la política monetaria, donde se incluye la dolarización. Gervasoni menciona el antecedente de Raúl Alfonsín y el Plan Austral, por ejemplo. Por otro lado, en lo que respecta al Congreso, las reformas podrían ser aprobadas “mientras sean razonables”, opina, “con algún tipo de apoyo que ya tiene, pero necesitará también expandir los apoyos bastante más allá de lo actual”.
Aún con lo propio y con lo que sumaría el macrismo está bastante lejos de una mayoría en las dos cámaras, apunta Gervasoni. “Después podrá tratar de sumar radicales, peronistas, pero eso son votos, ideológicamente más lejanos y y más difíciles de conseguir”, concluye.
El rol de Mauricio Macri
Otro fenómeno de estas elecciones fue el quiebre de Juntos por el Cambio, “una fuerza estabilizadora del sistema político argentino”, define Carlos Gervasoni. La gran incógnita es cuánto incidirá el expresidente Mauricio Macri en el gobierno de Javier Milei y cuál fue el acuerdo detrás de la alianza inconsulta del expresidente y de Patricia Bullrich, excandidata del Pro. “Todo indica que eso va a una influencia fuerte de Macri y de otros gobiernos del Pro porque, entre otras cosas, Milei necesita gente”, dice el politólogo. “Pero no sabemos si Macri va a ser una figura importante o un consejero lejano. Ni ellos mismos lo saben”.
Martín D’Alessandro opina que Macri “se subió a una ola que hábilmente Milei había creado”. Consultado sobre una eventual conducción de Macri detrás del libertario -como Cristina Kirchner detrás de Alberto Fernández- el politólogo cree que Milei, quizá, “aprenda esa lección y se dé cuenta de que la sombra de Macri puede ser muy fuerte para él”. Asimismo, insiste en que el libertario es un “self-made man”, es decir, no fue un “invento” de Macri.
Eugenia Mitchelstein es perspicaz. “No sé hasta qué punto (la alianza con Milei) es algo que Macri no vio en un principio y después apostó a eso a partir de octubre, o es algo que venía viendo de antes y que tal vez le resulta más conveniente o lo reivindica de alguna manera”, opina.
Discurso
Argentina atraviesa su peor coyuntura económica en más de 20 años y Milei planea enfrentar la crisis de inmediato. “No hay lugar para gradualismo, no hay lugar para tibiezas ni para medias tintas”, afirmó. “Tenemos problemas monumentales: la inflación, el estancamiento, la falta de empleo genuino, la inseguridad, la pobreza y la indigencia. Problemas que solo tienen solución si volvemos a abrazar las ideas de la libertad”, dijo en su discurso.
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