Redacción El País
El miedo sigue apoderándose de Rosario en el segundo día del operativo antinarco comandado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, tras un sangriento fin de semana en el que fueron asesinados cuatro civiles en manos de sicarios.
“La sensación que se expande en Rosario cuando uno la recorre -como lo hizo en la noche del lunes un equipo de La Nación- retrotrae a los tiempos de pandemia. El virus es el poder narco que opera desde las cárceles y que desde hace una semana se expandió con la sangre de cuatro inocentes, e impuso la nueva forma en la que se debe vivir en Rosario, con terror. La calle es el escenario de una guerra en la que cualquiera puede ser el elegido de los sicarios, como ocurrió el sábado con Bruno Bussanich, que fue ejecutado dentro de su oficina en una estación de servicio”, reza una crónica de los periodistas Germán de los Santos y Federico Águila publicada ayer en el diario La Nación.
En este clima de extrema violencia que atraviesa la capital santafesina, en la que el Gobierno nacional dispuso la creación de un comité de crisis para combatir los ataques de bandas de narcotraficantes, se conoció que el presidente Javier Milei podría visitar en las próximas dos semanas la ciudad. Así lo informaron ayer martes fuentes oficiales, pero el viaje todavía no está confirmado en su agenda.
Rosario recibió durante la noche del lunes a unos 450 agentes federales para sumarse a las labores de la policía local contra bandas dedicadas a la venta de drogas, que en los últimos días desataron una ola de asesinatos en represalia contra el “estilo Bukele” que aplicó el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en las cárceles de esa ciudad.
Ayer, Pullaro fue blanco de otra amenaza, que se suma a una serie de carteles que ya le dejaron al mandatario radical, cuya familia también sufrió amedrentamiento y por eso debió salir de la provincia.
“Hasta que Pullaro no pare vamos a matar. El que avisa no traiciona”, decía el escrito en birome negra, en un papel firmado por “zona norte, sur y oeste”, rúbrica similar a la encontrada en la estación de servicio donde mataron al playero Bruno Bussanich, cuando las bandas se dijeron “unidas” contra el gobierno santafesino.
Dos detenidos
En tanto, durante el día avanzaron las tareas para intentar dar con los autores materiales e intelectuales de las muertes de dos taxistas, un colectivero y el playero Bussanich, como así también de las balaceras a dos comisarías: la 15 y el Order.
La última novedad fue en relación al crimen del joven que atendía por la noche en la estación de servicio, ya que se dispusieron diversos allanamientos en el marco de la causa. En esos procedimientos se detuvo a dos hombres y la Justicia trata de trazar la posible relación con el homicidio.
Este viernes, por otra parte, 19 personas ya apresadas van a audiencia imputativa por encubrimiento y portación ilegítima de arma de fuego. Una de ellas también por relación con uno de los homicidios.
Organizaciones
La banda de Los Monos es la más grande de las que opera en Rosario y tiene tres vertientes. La facción principal es la que lidera desde la cárcel Ariel “Guille” Cantero, uno de los hermanos de Claudio Cantero, alias El Pájaro -líder de la banda hasta que fue asesinado en 2013-. Aunque acumula condenas por más de 100 años de prisión, “Guille” Cantero sigue siendo quien gerencia las operaciones de la organización en el territorio.
No obstante, en los últimos meses, el aumento de los controles dentro del penal federal de Marcos Paz, donde está preso, complica sus planes y lo obliga a tejer alianzas eventuales con otros grupos menores.
En la vereda opuesta a la de Los Monos desarrolló su actividad Esteban Lindor Alvarado, que conoce desde adolescente los entresijos del crimen. Él mismo se dedicó al robo de autos en el norte bonaerense y su madre contrabandeaba cigarrillos que traía a Santa Fe en avionetas; así afianzó la logística que, llegado el momento, desplegaría para traficar marihuana y cocaína desde Paraguay.
Alvarado es el archienemigo de los Cantero. Rivaliza con ellos en el barrio Godoy, en las localidades del norte de Rosario y en La Tablada, en el sur.
Condenado a prisión perpetua, mantiene un liderazgo absolutamente verticalista, sin delegar, aunque reconoce un círculo cercano de colaboradores en el que se destacan su jefe de sicarios, Mauricio Laferrara.
Otro actor principal en la trama narco rosarina es el piloto de avión Julio Rodríguez Granthon. Nacido en Callao, Perú, lo suyo era el tráfico aéreo de cocaína, lo que lo situó como un importante proveedor. (Con información de La Nación/GDA)
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