La Nación/GDA/Nicolás Cassese
La investigación por la desaparición y posible homicidio de la joven argentina Cecilia Strzyzowskientró en las últimas horas en instancias decisivas. En la Justicia de la provincia argentina de Chaco ya hay una hipótesis consolidada de lo que ocurrió el 2 de junio en la casa de los líderes piqueteros Emerenciano Sena y Marcela Acuña.
Según fuentes con acceso a la causa y de acuerdo a los testimonios y las pruebas recolectadas hasta el momento, la teoría más probable es que el autor material del asesinato habría sido César Sena, el hijo de 19 años del matrimonio. César habría tomado por la espalda a Cecilia, su pareja, para luego ahorcarla presionando con el brazo sobre su cuello. Los intentos de defensa de Cecilia serían la explicación de las marcas muy compatibles con arañazos que César tenía en el cuello durante un acto de campaña en el Barrio Obrero de Colonia Elisa que se realizó al día siguiente, el sábado 3 de junio.
Un testigo de identidad reservada ya había aportado en la causa un chat con Cecilia donde ésta revelaba una agresión de César cuando ella quiso bajarse del auto durante una discusión. La agresión incluyó un ahorcamiento aplicando una maniobra de artes marciales. César practicaba este y otros deportes de combate.
Ausencia de sangre
La muerte por ahorcamiento también explicaría la ausencia de sangre en la casa de los Sena. Según esta hipótesis, los padres de César colaboraron en deshacerse del cuerpo mediante el traslado a la finca donde crían chanchos. Allí se habrían desmembrado y triturado los restos de Cecilia, para luego arrojarlos al río. En la causa hay varios colaboradores de los Sena imputados.
Uno de ellos, Gustavo Obregón, fue quien se quebró ante los fiscales y aportó el dato preciso de dónde se descartaron los restos. El operativo con los datos de Obregón se llevó a cabo el martes en el río Tragadero, cerca del criadero de chanchos de los Sena. Buzos tácticos de la policía de Chaco hallaron al mediodía del martes huesos triturados y otros elementos de relevancia, como un dije en forma de cruz que podría ser el que Cecilia llevaba siempre al cuello, incluyendo el día de su desaparición.
Obregón es una persona de máxima confianza del clan piquetero, a tal punto que hacía de chófer de César Sena cuando este iba al colegio secundario (se recibió en diciembre pasado). Está casado con Fabiana González, una empleada de Acuña que también fue detenida como partícipe del homicidio. Fuentes judiciales indican que habría confesado haber ayudado al joven a descartar el cuerpo de Cecilia. “Obregón dijo que descartó una bolsa con huesos triturados del tamaño de una uña”, explicó la fuente, con acceso a la causa.
Rastrillajes
Cerca del lugar de los rastrillajes del martes, agentes de criminalística y de la Fiscalía de Resistencia habían hallado el domingo una valija con rueditas y ropa que había sido quemada. También encontraron anillos y cadenitas. La evidencia es analizada para ver si pertenece a Cecilia. Una prueba fundamental en este sentido será el reconocimiento de la familia de los elementos, que está previsto para este viernes por la mañana.
En cuanto al móvil del crimen, en la fiscalía señalan que podría incluir una variable económica, pero que no lo necesitan para probar el crimen. En términos jurídicos, tampoco es fundamental que aparezca el cuerpo, aunque sí entienden que brindaría algo de alivio a la familia.
Los tres fiscales que llevan la investigación, Jorge Cáceres Olivera, Jorge Gómez y Nelia Velásquez, tuvieron un día agitado. Arrancó antes de las 8 de la mañana y terminó a las 20.30 con una declaración de prensa conjunta.
La última persona en prestar declaración fue Ángela Strzyzowski, la hermana de Cecilia. Más temprano estuvo Marcela Acuña, que entró a las 10 de este martes en el Juzgado de Garantías N° 3 con casco y fuerte custodia. Estuvo tres horas en el lugar. Sin aceptar preguntas, relató que el 2 de junio vio “un bulto” en un depósito de su casa. “Supuse que era un cuerpo”, habría dicho, según el relato de fuentes judiciales.
La declaración de Acuña ocurrió un día después de que Emerenciano Sena se presentó por primera vez en la causa a hablar sobre el caso. “Yo no fui, no estuve en el lugar”, declaró, según fuentes judiciales. Una de las hipótesis de la Justicia es que el matrimonio intente desligarse del asesinato haciendo responsable a su hijo. Ni Acuña ni Emerenciano Sena podrían ser perseguidos por encubrimiento. El Código Penal exceptúa específicamente del castigo a cónyuges y parientes cercanos del autor del hecho que hubieran ayudado a ocultar el delito de su familiar.
Acuña, de 51 años, era candidata a intendenta de Resistencia en una lista colectora del Frente Chaqueño, que promueve la reelección del gobernador kirchnerista Jorge Milton Capitanich. “¡Asesina, confesá!”, le gritaron a Acuña desde la calle, mientras bajaba del móvil policial, rodeada por efectivos, en el garaje del juzgado.
Salió a las 13. Poco después empezaron a conocerse los primeros detalles de sus dichos. El fiscal Jorge Cáceres Olivera habló con la prensa al salir del juzgado. No confirmó qué dijo Acuña, pero sí que había declarado sin aceptar preguntas, igual que su marido. Anticipó que “seguramente” todos los acusados serán procesados con prisión preventiva.
Cecilia entró a la casa de los Sena en la mañana del viernes 2, tal como captó una cámara de seguridad, y nunca más se la vio. Siete días después, un allanamiento en el lugar derivó en la detención del clan Sena.
Sena, aliado del gobernador peronista Jorge Capitanich, permanece detenido en la Comisaría 3° de Resistencia. Este martes a la tarde fue trasladado a los tribunales y mantuvo un encuentro con su abogado, Juan Carlos Saife. Después declaró por primera vez como imputado ante los fiscales Jorge Gómez y Nelia Velásquez.
“Declaró espontáneamente durante 10 o 15 minutos y no aceptó contestar preguntas”, dijo Saife al salir. El fiscal Jorge Gómez añadió: “Se lo vio entero”.
César Sena, que recién el lunes fue separado de su padre (estaban detenidos en el mismo lugar), también se declara inocente. Ahora, a través de su abogado, Ricardo Ozuna, pidió que le enviaran un sacerdote al que le dijo que la culpa de todo fue de su madre.
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