Buenos Aires
Mañana domingo los argentinos elegirán a un nuevo presidente por los próximos cuatro años entre dos opciones antagónicas.
Por un lado, el candidato oficialista Sergio Massa -actual ministro de Economía- no solo expresa la continuidad con matices de buena parte de las políticas actuales, sino que también es la cara visible de un esquema de poder en el que confluyen desde sindicalistas y empresarios hasta jueces y banqueros.
Por el otro, la irrupción del postulante libertario Javier Milei refleja la demanda social por un cambio drástico tanto en las políticas como en las formas de ejercer el poder, aun cuando la dirección de ese giro conlleve el riesgo de que sean barridos los consensos sobre los cuales se consolidó la democracia en los últimos 40 años en Argentina pese a las crisis recurrentes.
Lo viejo y lo nuevo
“Hay una contraposición de modelos. Se enfrentan el peronismo, que gobernó la mayor parte del tiempo desde el retorno de la democracia, y una fuerza que al menos en términos discursivos representa la idea de terminar con el establishment de la política argentina. Desde ese punto de vista, es lo nuevo contra lo viejo. Ahora bien, en términos ideológicos, la fuerza de Milei si bien es libertaria en lo económico, es muy conservadora en lo social y cultural”, dijo a El País el analista político Facundo Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina, en Buenos Aires.
Con encuestas que marcan mínimas diferencias a favor de uno u otro candidato, el resultado del balotaje es una incógnita. En ese marco de paridad, hay algunos factores clave que terminarán por inclinar la balanza.
El principal es si Milei será capaz -o no- de captar a los votantes que en las elecciones generales optaron por la coalición opositora Juntos por el Cambio. Si logra aglutinar a gran parte del 23,81% de los que fueron a votar Patricia Bullrich y consigue a la vez mantener su caudal del 29,99% cosechado en la primera vuelta, el candidato libertario estará a un paso de acceder a la Casa Rosada.
En la búsqueda de ese objetivo, Milei recibió un respaldo clave dos días después de las elecciones generales del 22 de octubre. Cuando todavía no habían cicatrizado las heridas de una campaña muy agresiva en la que Milei llegó a acusar a Bullrich de “montonera” y de haber tirado bombas en jardines de infantes, la ex aspirante presidencial de Juntos por el Cambio decidió priorizar la unidad del voto opositor frente al oficialismo y anunció su apoyo al candidato libertario en el balotaje. Esa postura de Bullrich fue estimulada por el ex presidente Mauricio Macri, quien mantiene una aceitada relación con Milei.
El resultado de esa jugada se medirá mañana en las urnas. “El votante de Juntos por el Cambio está entrenado para pensar siempre como oposición al kirchnerismo, y el espacio que quedó en ese lugar es la fuerza de Milei. Ahora bien, como la agenda de Milei es tan disruptiva, en Juntos por el Cambio, más allá de Macri y Bullrich, hay sectores de la Unión Cívica Radical, de la Coalición Cívica de Elisa Carrió y de incluso una parte del PRO liderada por Horacio Rodríguez Larreta que rechazan propuestas tan extremas y llaman a votar en blanco o hasta por Massa. En ese contexto, la competitividad electoral de Massa solo se explica por las dificultades de Milei para convertirse en quien canalice la demanda mayoritaria de cambio. Si el candidato opositor fuera un líder más moderado, la elección ya estaría definida”, dijo Nejamkis.
El factor Schiaretti
Otra porción del electorado que quedó sin su opción primaria es la que votó por Juan Schiaretti. En una elección que se prevé muy reñida, la distribución del 6,73% de los votos que obtuvo el gobernador de Córdoba puede ser clave. Si bien Schiaretti es peronista e incluso fue aliado circunstancial de Massa años atrás, siempre cultivó un perfil antikirchnerista.
“El voto de Schiaretti es en principio bastante refractario a Massa. Gran parte de sus electores proviene de Córdoba, provincia que en los últimos 15 años ha sido muy adversa al kirchnerismo”, dijo a El País el analista político Guido Moscoso, gerente de la consultora Opinaia, en Buenos Aires.
Por último, el tercio del electorado que no apoyó a ninguna de las dos opciones más votadas en las generales de octubre se completa con el 2,70% obtenido por la candidata del Frente de Izquierda, Myriam Bregman.
Aunque esos votantes son muy críticos de Massa a quien responsabilizan por el actual ajuste económico y caracterizan como un político afín a la embajada de Estados Unidos, todo indica que buena parte de esos sufragios terminarán apoyando al candidato peronista ante el espanto que les generan las posturas de Milei y de la candidata a vicepresidente Victoria Villarruel. Entre otras definiciones muy controvertidas, Villarruel minimiza las gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas por la última dictadura militar.
Conurbano vs. Córdoba
Con escaso margen de maniobra frente a la demanda mayoritaria de cambio y la falta de logros en los dieciséis meses que lleva a cargo del Ministerio de Economía, Massa se enfrenta al desafío de hacer crecer con votos opositores el caudal del 36,78% de los sufragios obtenido en octubre. Sin otras herramientas disponibles, el candidato oficialista lanzó una masiva campaña negativa basada en los temores que despiertan la personalidad de Milei y sus propuestas más extremas.
Si bien muchas de esas iniciativas fueron dejadas de lado o se han ido matizando con el correr de la campaña, la larga saga de propuestas que va desde la libre portación de armas y la creación de un mercado de venta de órganos hasta el arancelamiento de la educación pública, pasando por la dolarización de la economía y la eliminación del Banco Central, provoca en buena parte de la sociedad tanto rechazo como temores a un salto al vacío.
“El gran acierto de la campaña de Massa ha sido plantear el futuro y no hablar del presente. En esa línea, se limitó a anunciar qué hará a partir del 10 de diciembre y a exponer los riesgos de las propuestas de Milei. Es un hallazgo notable que el que termine dando explicaciones sobre sus propuestas sea el candidato opositor y no las dé el oficialista en el actual contexto de crisis”, dijo a El País el analista político Juan Germano, director de la consultora Isonomía, en Buenos Aires.
Para llevar adelante esa campaña negativa, Massa -virtualmente a cargo del gobierno- no dudó en usar a su favor todas las palancas del Estado. Además de lanzar una batería de medidas económicas de emergencia por el equivalente al 2% del PIB que incluyó desde bonos extraordinarios a jubilados hasta reducción de impuestos a empleados formales de ingresos altos, las dependencias públicas y empresas del Estado lanzaron una masiva campaña para exponer los peligros de un eventual gobierno de Milei.
Solo una muestra de esa estrategia se viene observando en los monitores de horario de salida y llegada de trenes de algunas estaciones ferroviarias, en los que se exhibe cuál sería el costo de los boletos sin subsidios si el peronismo no continuara en el gobierno.
Esa apelación al miedo busca tener impacto sobre todo en el conurbano bonaerense, una región conformada por 24 municipios que rodean a la capital argentina en donde viven unas 11,5 millones de personas, el 25% de la población del país. Allí, al término del primer semestre, el 41,4% de la población percibía ingresos por debajo de la línea de la pobreza, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
No obstante, aún con esas condiciones, Massa aspira a sacar rédito del temor de los segmentos más humildes a un ajuste todavía más fuerte de la economía si Milei fuese electo.
El objetivo de Massa es cosechar en el conurbano bonaerense una amplia diferencia de votos que le permita compensar la abultada derrota que se proyecta en las otras provincias del centro del país, sobre todo en Córdoba, donde Milei podría obtener más del 70% de los sufragios.
“Con las diferencias que obtenga en el conurbano bonaerense y en las provincias del norte, Massa deberá aguantar la ventaja que Milei puede sacar en Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Entre Ríos. Si la diferencia que obtenga Massa en la provincia de Buenos Aires es menor a 10 puntos, tendrá pocas posibilidades de ser electo”, dijo Nejamkis.
Participación
Otras de las claves de la elección pasará por los niveles de participación electoral en un fin de semana largo (el lunes es feriado en Argentina) y el caudal que finalmente alcancen los votos en blanco. A mayor participación y menor porcentaje de votos en blanco, crecerán las posibilidades de Milei.
Los argentinos se asoman a una encrucijada entre dos caminos que conducen a destinos muy diferentes. De la opción que elijan mañana en las urnas dependerá el rumbo que tomarán para enfrentar una de las crisis económica y social más profundas en la historia del país.
El que gane mañana, asumirá el 10 de diciembre.
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