La Nación/GDA
Cuando conoció a Cecilia Strzyzowski, por Tinder, César Sena se presentaba como Alejandro -su tercer nombre-, un arquitecto de 27 años. En otra aplicación de citas -Badoo- conoció hace dos años a una joven que declaró en la causa como testigo de identidad reservada. A ella, con quien mantenía “una relación con encuentros casuales”, incluso llegó a mostrarle unos planos y unos dibujos. Y a principios de este año, le dijo que con Cecilia estaban en tratamiento porque querían tener un hijo.
“Yo le pregunté por su matrimonio porque vi fotos de que estaba casado y me contó que estaban en proyecto para ser padres y que se caía (el tratamiento), como que ella no quedaba, que hacían el tratamiento pero era muy frustrante para él porque Cecilia no quedaba (embarazada)”, declaró esta testigo en la causa penal.
Contó que la última vez que vio a César fue el 5 de junio pasado, cuando Cecilia ya estaba desaparecida. Según su relato, él le dijo que se habían peleado y que ella se había ido con el anillo de casamiento de él, su documento y su celular. Le repitió, además, que tenía 27 años.
César relataba distintas mentiras sobre su ocupación. Algunos creían que estudiaba medicina y en su Facebook decía que estaba cursaba Ingeniería. Según pudo corroborar La Nación, el hijo de Emerenciano Sena y Marcela Acuña percibe un sueldo de la Dirección de Administración del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de Chaco.
Antes del crimen, se definió a sí mismo en las redes como un chico con “problemas de autoestima y complejos” que nunca hizo una vida normal.
La madre de Cecilia, Gloria Romero, declaró en la causa que su hija le había contado que César tenía “dudas sobre su sexualidad” y que, impulsado por Cecilia, hicieron juntos un tratamiento. “Cuando fueron al psiquiatra, el profesional lo medicó de por vida, y yo tenia un chat con Cecilia donde contaba esta situación de que él estaba medicado y le habrían hecho un mapeo cerebral y que tenía problemas mentales”, relató. Según Romero, César les dijo que desde que tomaba medicación era “otra persona” y declaró: “César contó muchas veces que él tuvo intentos de suicidio, que la madre lo había encontrado ahorcado y que lo salvo de pe**. También contaba en casa que de chico y adolescente mató a golpes a una persona en un ataque de furia. Todo esto contaba cuando tenia una cervecita encima en nuestra casa”.
Un matrimonio de cuatro días
El año pasado, cuatro días después del casamiento, César y Cecilia se divorciaron. Según coinciden quienes conocieron a Cecilia, Acuña, su suegra, nunca aceptó la relación.
Los Sena no fueron a casamiento. “Mi suegra cree que soy parte de una secta y que César miente por mi culpa y no sabe ni la mitad de las mentiras que yo aguanté”, le dijo Cecilia a un testigo reservado, según consta en el expediente. También le contó que no lo podía perdonar. “No me importa la plata, es más, no le perdono que vendiera nuestro divorcio, le puso precio a nuestro amor”, dice un mensaje que Cecilia mandó el 7 de octubre.
Acuña lleva tatuada la cara de su hijo en el brazo y decía que era “el significante y el significado” de su vida y la de Emerenciano, su marido. Sin embargo, apuntó contra César por el crimen y dijo en una carta manuscrita: “¿Por qué si fue César (mi hijo) responsable nos incriminan a nosotros?”.
Los fiscales creen que el crimen de Cecilia ocurrió el 2 de junio entre las 12:16 y las 13:01, cuando los tres Sena se encontraban en la casa familiar -el último lugar en donde se registró una imagen de ella con vida-. Una de las hipótesis que se analizan es que César la mató con una toma de ahorcamiento. César habría tomado por la espalda a Cecilia para luego ahorcarla, presionando con el brazo sobre su cuello, según esta versión. Los intentos de defensa de Cecilia serían la explicación de los rasguños quedaron registrados en una foto que se publicó en redes sociales y se viralizó días más tarde.
El heredero de los Sena salió de la casa ese día cerca del mediodía para buscar a Rita Romero, la directora del secundario que manejaba Emerenciano, y a Melani Maksimchuk, una amiga a quien le había conseguido trabajo como mucama en el centro de salud del barrio. Romero vio que César estaba lastimado en el cuello, él le dijo que se había lastimado practicando MMA (artes marciales). A Melani le contestó otra cosa: que había discutido con Cecilia y que le tiró “con todo lo que tenía delante”.
César hacía brazilian jiu jitsu. Su madre y su tía también practican esta disciplina. El domingo previo a la desaparición de su novia, participó de un seminario y un “Open Mat”, un entrenamiento libre. Hacía unos dos años que no lo veían; desde la pandemia que no había vuelto al club, que queda a unas pocas cuadras de su colegio. A Melani, su amiga, le había dicho que entrenaba con un profesor particular que iba a su casa, de acuerdo con la declaración que forma parte del expediente. Según cuentan en el gimnasio, entrenaba poco y aparecía cada tanto, intermitentemente. Los que practican la disciplina suelen ir dos o tres veces a la semana, pero César con suerte entrenaba un día. “Era un chico raro”, coincidieron a la hora de describirlo. Agregaron que no se integró al grupo y solía estar solo.
“No suelo salir a boliches, fiestas, cenas y muchas otras actividades como chicos de mi edad, muy rara vez he podido salir de mi casa solo y por lo general cuando lo hago es para ir a comprar algo a los mercados de mi zona. Pero desde que tengo uso de razón tengo a una persona encargada de mi seguridad atrás mío todo el tiempo, una sombra o varias dependiendo de la ocasión, además de eso, no salgo de mi casa si no es con mis padres y en raras ocasiones salgo al centro a espacios muy contados y con un horario, rutina y personas asignadas a mí, practico de manera casi obligatoria artes marciales y deportes de combate de manera religiosa. Saben qué significa eso no??? No puedo ir a juntada con amigos, no puedo salir a caminar solo por la calle sin escaparme”, dijo en su Facebook a mediados de 2021.
Y siguió: “No sé lo que se siente jugar en una cancha de barrio con amigos, no sé lo que se siente tener amigos que se queden a dormir en tu casa o viceversa, no puedo salir hasta más allá de las 17:00 horas”.
“Desde antes que yo nazca me condenan a una vida así”, agregó y dijo que el motivo de todo eso es el “odio” y discriminación hacia la organización que crearon sus padres. “Conocí a un amigo cuyo padre no quiso que se juntara conmigo, y averiguó todo lo que pudo de mí, y cuando me pidió disculpas pues pensó que yo sería algo como un tipo lleno de tatuajes y cicatrices con un arma en la cintura, matones y con cinco homicidios encima... pero resultó ser lo contrario... saben lo que duele? Vivir con esas opiniones en tu espalda gracias a personas cuyos nombres no daré, pero que tengo muy presente en cada uno de estos sucesos”, relató.
“Soy una persona normal y quisiera una vida normal... y odio no poder tenerla”, afirmó. “Yo vivo en pandemia hace ya muchos años”, cerró.
En la mayoría de sus posteos de Facebook, César habla de ellos. “Uno de las principales razones de mis sueños, en quien me basé para generar mis proyectos y mis ideas. El forjador de mis sueños. Gracias por ser mi ejemplo, por enseñarme el camino y las reglas del juego. Todos los días intento hacerte sentir orgulloso, feliz”, dice el último, que le dedicó a Emerenciano.
“Quien me calma en mis momentos de tensión y quien me acompaña en todos mis proyectos, en mis ideas, en mis logros y fracasos. Gracias por no dejarme bajar los brazos, gracias por acompañarme en todos mis problemas de autoestima y complejos”, escribió en uno que acompañó con una foto con su madre.
En tanto, en su perfil de Tinder, también mentía con su edad y ocupación. Se presentaba como Alejandro, un arquitecto de 27 años. Así lo conoció Cecilia en diciembre de 2021 y así lo presentó la primera vez que lo llevó a su casa.