EFE Y AFP
Tras ganar las elecciones como un outsider que, con discurso agresivo y formas disruptivas, prometía acabar con “la casta”, Javier Milei cumple hoy martes cien días de mandato, en los que ha mantenido un relato confrontativo y cumplido su anunciado ajuste económico.
El “primer presidente liberal libertario” del mundo, como a él le gusta definirse, llegó al poder el pasado 10 de diciembre, imponiéndose en noviembre en la segunda vuelta electoral al entonces ministro de Economía, Sergio Massa, con un 56% de apoyo.
Hoy, pese al severo ajuste económico que afecta a las clases media y baja -eliminación de subsidios; devaluación de la moneda oficial; pérdida de poder adquisitivo de los salarios; altísima inflación-, la luna de miel continúa. Al menos en parte.
Según el último informe de la consultora D’Alessio IROL Berensztein, el Gobierno de Milei cosecha una aprobación del 43%, pero la desaprobación aumenta al 52%; mientras, el estudio Giacobbe & Asociados refleja que el presidente tiene una imagen positiva del 53,6% y negativa del 42,1%.
Shock
El corazón del plan de Milei para desregular la economía argentina está en un megadecreto que deroga o modifica más de 300 normas y una Ley Ómnibus que en su versión original contenía más de 600 artículos. Pero en estos tres meses ambos proyectos sufrieron reveses en el Congreso, donde el pequeño partido de Milei es minoría: la ley ómnibus fracasó en febrero en el debate de diputados y el megadecreto fue rechazado el jueves en el Senado.
Estas derrotas muestran que el presidente no consiguió transmitir la urgencia de sus reformas, justificada según él en la herencia recibida del anterior gobierno.
“Milei querría impulsar su proyecto político y económico a 100 km por hora, pero la velocidad de crucero del gobierno es bastante inferior”, dijo a la AFP Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Ahora su programa está en manos de los diputados, que deben revisar una versión descafeinada de la ley ómnibus y tomar la decisión final sobre el megadecreto, que sigue vigente a menos que sea rechazado también en la Cámara Baja.
Pero incluso si es aprobado, su constitucionalidad sigue en duda. El consultor político Carlos Fara dijo a AFP que “en la Justicia ya buena parte” del megadecreto “está herido de muerte”.
La contracara del “ordenamiento” fiscal es la tensión social atizada por despidos, aumentos de precios y de las tarifas de servicios públicos por la quita de subsidios. Los medicamentos aumentaron 40 puntos porcentuales más que la inflación general, lo que provocó una caída descomunal de sus ventas. Esto provocó que muchos abandonaran tratamientos crónicos.
“Entre comer y comprar el remedio, la gente elige comer”, dijo a AFP la farmacéutica Marcela López en Buenos Aires. En febrero, mientras se debatía la ley ómnibus, miles de personas protestaron frente al Congreso y fueron reprimidas por la policía.
También se manifestaron cuando se suspendió el envío de alimentos a los cerca de 40.000 comedores comunitarios. El objetivo, según el Gobierno, es auditar el sistema y proveer asistencia directa.
El presidente resiste y ha acostumbrado a los argentinos a su excéntrico estilo: gobierna y acusa a sus opositores de traición en la red X, cita el bíblico Libro de los Macabeos y habla de su equipo como “Las fuerzas del cielo”.
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